sábado, 16 de febrero de 2013

HIVERNACIÓN



Es aquel en el que la actividad de las colonias decrece hasta pararse en su totalidad. Se inicia cuando al no tener floraciones el campo las abejas deciden mantenerse en el interior de las colmenas influenciadas sobretodo por la bajada de la temperatura y el mal clima exterior. Cuando esta etapa llega podemos verlas en las piqueras dedicadas a realizar con un movimiento acompasado con las mandíbulas una especie de limpieza de la madera, tal cual parece que la limpiaran, y que dura varios días. No es fácil establecer la razón última de este comportamiento pero sí es claro que define el momento en que la actividad está decreciendo y marca de forma inequívoca su comienzo.
A diferencia de la época de producción en que mantienen en el nido una temperatura constante en la invernada esa es variable siendo diferente en diferentes puntos aunque elevada si la comparamos con la del ambiente. Depende sobretodo de la concentración de abejas agrupadas sobre una cara u otra del panal, y es consecuencia última de la posición en que las encuentra la bajada de temperatura del día que consideremos, en esta etapa las abejas se muestran reacias a efectuar cambios de ubicación, bien sea la nocturna por heladas u otros fenómenos o la diurna por el paso de frentes u otras causas.
Las temperaturas del nido en cualquier ocasión oscilan entre unos 25ºc. y 32ºc. medidos en el centro del racimo   de abejas. Este calor llega por radiación y conducción al grupo de abejas y por los mismos panales hasta las que forman la capa más exterior que como están más expuestas a las temperaturas del ambiente no serían capaces por si solas de mantenerla en un nivel normal, si se hallan a tan solo unos 10ºc. o 12ºc. empiezan a entumecerse y se mueven con dificultad y si sigue descendiendo se paralizan totalmente y mueren.
Es significativo considerar que con solo 1ºc. ó 2ºc. en el ambiente el centro de la pelota de abejas se halle por encima de los 25ºc. como media. Si el aire que rodea el nido alcanza los 10ºc., por una bonanza exterior , empieza el movimiento de las que se hallan más a la periferia que se limita a caminar sobre los panales, si llega a sobrepasarse los 12ºc. y siendo las condiciones exteriores favorables emprenden el vuelo. Cuando de nuevo desciende la temperatura se agrupan adoptando en general una forma típica de bola apretándose más unas con otras cuanto mayor es la bajada de temperatura.
Durante la invernada se producen pérdidas de ganado por mortandad natural y por enfermedades, también en aquellas condiciones más desfavorables en las colonias débiles se producen muertes no solo de abejas también de reinas, incluso nuevas, que dejan la colonia huérfana y perdida pues antes que el apicultor se de cuenta estará despoblada al llegar la primavera.
De todo ello lo más importante a considerar sería que las abejas necesitan alcanzar una temperatura elevada en sus nidos durante el invierno y como parte del calor que generan se pierde absorbido por los mismos panales y por la radiación del mismo grupo si la cantidad de ganado que lo forman es escasa bien podría no ser suficiente para que todas ellas y sobretodo las de la parte exterior de la bola estén por encima de los 10ºc. esenciales, produciéndose la muerte de abejas en esa zona en el caso de una bajada brusca de la temperatura ambiente o bien de forma continuada que no permitiera al grupo calentar de forma suficiente a las más extremas.
La reducción del volumen o concentración de una colonia cuando se dispone a invernar es verdaderamente notable y es fácil ver como las abejas que en primavera verano ocupaban el equivalente a dos cámaras industriales superpuestas llegado el momento de los grandes fríos solo ocupa un cuarto de aquel volumen y eso en condiciones normales, pues pueden agruparse aún más en el caso de fríos extremos.
Aquellas colonias que solo ocupaban parcialmente su cámara con la llegada de los fríos apenas si cubren un cuadro y ni así lograban mantener una temperatura apropiada por las excesivas pérdidas de calor que tienen que soportar, como consecuencia se les mueren abejas y cuando llega la primavera el retraso en salir es notable. En ocasiones confían en la bondad transitoria del tiempo y se lanzan a la cría teniendo después que abandonarla y agruparse al menor bajón de temperatura quedándose luego el trabajo de sacar los cadáveres de las muchas larvas que mueren de frío.
Todos los datos expuestos nos permiten asegurar que los enjambre secundarios en general y muchos de los forzados mal hechos deben ser reunidos al comenzar este periodo o darles cuidados especiales sino queremos exponernos a morir o debilitarse, la reunión permitiría en estos casos formar con ellos una colonia con la cantidad de ganado suficiente para pasar con seguridad el invierno. Si por alguna razón queremos mantener una pequeña colonia le procuraremos una reducción de su habitación colocando una tabla de separación o un "panal" de porespan, esto ayudará en gran medida a mantener el calor debemos retirar los panales que sobren para evitar pillajes. Puede ser conveniente aislarlas del ambiente usando materiales isotermos, el prosean es apropiado, cuyas láminas podemos poner por el exterior atándolas a la colmena. El porespan interior debemos retirarlo tan pronto las abejas empiezan a roerlo, esto indica que necesitan espacio.

PILLAJE ENTRE COLONIAS



Se denomina de esta manera un  incidente que surge en el colmenar y que cosiste en que una colonia potente ataca y destruye a otra/s más débiles llevándose la miel que tengan. Este hecho sucede más bien al final de las floraciones cuando las pecoreadoras no tienen néctar que recoger en el campo y están atentas a todas las percepciones de olor procedentes de las colmenas vecinas, al menor descuido de las guardianas entran y si por debilidad de las mismas logran su objetivo, que es llevarse la miel, darán aviso a sus compañeras de la situación y estado de aquella que será en breve atacada por millares de abejas combatiendo con las otras y si dominan las atacantes destruyen los panales, dejándolos reducidos a polvo fino que sale por la piquera y abundantes abejas muertas.
En ocasiones la colmena atacada es tan débil que se resigna y su población parece que deserta y acompaña a las atacantes no encontrando por esta razón el apicultor elevado número de bajas. El refuerzo con las abejas, incluso las de la pillada, la motiva a atacar de nuevo y si la colonia elegida es algo más potente resultan del combate muertas muchas, las vemos delante de la colmena en gran cantidad o arrastrándose por el suelo y piquera en una postura típica formando su cuerpo una figura semejante a una C.
ante el tumulto que se forma otras colonias hasta ahora tranquilas realizan a su vez tentativas, que se saldan con más bajas y durante varios días encontraremos en el colmenar un gran nerviosismo y agresividad, y aunque al final reine la calma bastará algo de olor a miel o el mismo del propóleos al destapar para que se reanude la inquietud y las tentativas vuelvan.

Todos los casos de pillaje obedecen al instinto natural que las impulsa a recoger toda la miel posible en la colmena para servir de alimento al grupo o colonias potentes que son los que la naturaleza señala para perpetuar la especie, para el apicultor suele tratarse de un grave inconveniente, este estado de pillaje las lleva a atacar incluso colonias muy potentes pero que tienen alguna rendija que ha quedado de un cubre mal puesto y no siempre la colonia potente logra vencer a las atacantes.
Si detectamos el fenómeno en sus comienzos lo primero es tapar parcialmente las piqueras de todas las colmenas que se estiman como débiles y revisar todas las demás en busca de resquicios por donde se puedan colar abejas, así serán mejor defendidas en caso de ataque  aunque las propias de la colonia intentan entrar, pero dada la confusión es difícil saber si se trata de pilladoras decidas a entrar a toda consta, así que lo mejor es cerrar totalmente la piquera con hierba y dejar entrar a intervalos solo a aquellas abejas que lleven polen en las patas. Es un síntoma inequívoco de la presencia de pilladoras ver abejas que se posan en lugares raros como puede ser el tejado intentando entrar o se muestran muy dubitativas ante la piquera, pero este hecho no debe ser confundido con la presencia de un grupo de abejas que realiza los primeros vuelos de reconocimiento, en este caso las abejas están delante de la piquera formando una nube pero entran y salen con confianza las extrañas se mueven alejándose de las propias de la colonia y podemos ver como estas las sujetan por las patas y aquellas tratan por todos los medios de zafarse.

Alguna vez es el propio apicultor el causante de la excitación inicial que desencadena todo el problema, en primavera todos los manejos son fáciles, la ocupación de traer néctar no las distrae en otras cosas y se puede dejar miel destapada durante bastante tiempo y no van a recogerla, no sucede lo mismo en el otoño o en momentos donde por alguna causa, como puede ser una sequía, se pase tiempo sin poder realizar recolección alguna. Destapar colmenas y remover panales con el olor que se desprende motiva la reacción de las pecoreadoras de las colmenas vecinas y pronto la abierta se ve rodeada de pilladoras a millares que intentan entrar, tratando de hallan cualquier abertura y si no lo encuentran atacan por piquera, una vez el combate se generaliza se producen muertes a millares y es posible que haya intentos sobre varias colonias de forma simultánea. Si un colmenar ha padecido pillaje es normal que los intentos duren varios días más, por ello todos los trabajos previstos tienen que ser suspendidos ante la imposibilidad material de llevarlos a cabo, apenas se destapa un colmena cuando empiezan ha llegar las pilladoras, transcurridos unos días podemos reiniciar el trabajo siempre atentos a las reacciones de las colonias.
Si fuera imprescindible realizar alguna inspección en medio de esta situación anómala debemos trabajar sobre unas pocas colonias, suspendiendo el trabajo por algunos minutos al menor síntoma y iniciando de nuevo en otro sitio del colmenar alejado para sorprenderlas, es bueno trabajar al atardecer para que la noche las calme. Alguna vez puede suceder que sean nuestras colonias las que procedan a pillar en otras de la vecindad o que sean abejas extrañas las que vengan a nuestro colmenar con el mismo propósito, en el primer caso cabe mojar con agua la colonia que suponemos esta pillando a otras, se suele detectar por la gran actividad que tiene cuando sus vecinas se hallan prácticamente paradas, en el segundo supuesto se puede cambiar la colonia de sitio para despistarlas o colocarla en el lugar de una potente, pero este cambio sobre la marcha puede provocar alguna baja al no estar los olores unificados.

Uno de los avisos de probabilidad de pillaje nos lo indica el comienzo de la matanza de los machos, como sabemos que se realiza al finalizar la recolección cuando se produce deberemos tomar precauciones adicionales. Sobre este tiempo corresponde retirar las alzas para la extracción lo que provoca una gran excitación en todo el colmenar y el peligro aumenta de forma muy notable, siendo frecuentes las interrupciones por esa causa, procederemos al atardecer y cuidaremos que todo este bien tapado. Devolver las alzas para la limpieza es otra forma de motivar pillajes, las alzas suelen tener residuos de miel exteriores lo que unido al intenso olor provoca pillaje sobre la marcha, es una buena medida lavar la madera una vez colocada en la colmena y comprobar que todo está bien cerrado. Todo intento de pillaje debe ser corregido sobre la marcha y en época de riesgo realizar frecuentes visitas al colmenar para ver que todo está tranquilo, aunque solo fuera por el valor de los panales que evitamos sean reducidos a polvo nos interesa cuidar que no se producía esta anormalidad.