Quimioresistencia
Se denomina así a la resistencia que
desarrollan cepas de organismos patógenos a determinados fármacos que
usualmente son letales para su especie.
Es un fenómeno de carácter genético y heredable. Cuando una
población de seres vivos tiene individuos con algún gen que le permiten una
mayor resistencia a una determinada sustancia tóxica que al resto de la
población, esta puede ejercer una fuerte presión selectiva si se recibe en
dosis tales que sea más letal para estos últimos. Los individuos resistentes
tendrán más probabilidad de sobrevivir, reproducirse, y trasmitir el gen a su
descendencia, de modo que aumentará el porcentaje de la población resistente a
esta dosis.
Las mutaciones sucesivas de dicho gen, o
la variabilidad genética que permitan que algunos inviduos hereden distintos
genes que otorguen resistencia al tóxico de forma sinérgica, permitirán la
adaptación progresiva de un organismo al tóxico mientras exista esa presión
selectiva, alcanzando muchas veces la resistencia total o a dosis muy altas.
Es sobre todo conocida la quimioresistencia
que han desarrollado muchas bacterias, sobre todo en ambientes hospitalarios, a
diversos antibióticos en pocas décadas, de modo que actualmente son muy
difíciles de combatir. Es por tanto un problema sanitario colosal, ya que la
capacidad del hombre por desarrollar nuevos antibióticos parece muy inferior a
la velocidad con que las bacterias se adaptan a ellos.
Nótese que si la dosis toxica de un
antibiótico fuera tan baja que no produjera mortalidad ni afectara la
reproducción, o tan alta que fuera generalmente letal para los individuos con
dicho gen, no existiría esta presión selectiva. A nivel práctico, el problema
de la quimiorresistencia no comienza cuando se produce la mutación que otorga
cierta resistencia a un médicamento. El problema aparece cuando esa mutación
llega a ser muy común en la población, porque se le ha sometido a condiciones
en la sólo los portadores de esa mutación sobreviven usualmente. Además, si el
gen no está ya en el 100% de la población, la situación puede ser reversible.
Si las condiciones cambian, los individuos no resistentes pueden volver a ser
predominantes al cabo de unas generaciones, de modo que un medicamento cuyo uso
se abandonó por el problema de la quimioresistencia, puede volver a usarse de
nuevo con cierto grado de eficacia.
El problema no es exclusivo de las
bacterias. Numerosos parásitos también han desarrollado resistencia a antiparasitarios
antihelmínticos e insecticidas. En el caso de ácaros, como varroa, han logrado tolerar dosis de tóxicos que serían letales para la
mayoría de los individuos de una población normal de la misma especie. Esto pasó en mediados del siglo XX con
insectos como las langostas, que fueron combatidas
en exceso con DDT y Gamexane, logrando en la
década de 1950 a
1960 alimentarse del producto puro, el cual ya no era tóxico para la especie.
La apicultura es una de las tantas actividades que
desarrolla el ser humano, donde ectoparásitos que
atacan a las abejas melíferas,
alcanzaron la resistencia a productos como el fluvalinato, piretroide que en un comienzo
lograba un 100 % del control del ácaro Varroa. La bibliografía hoy describe resistencia
a otros productos como el amitraz, el coumaphos, la flumetrina, y muchos antibióticos utilizados
para el control de Loque americana y Loque europea.
La aparición de resistencias está muchas
veces ligada al mal uso de los medicamentos y plaguicidas, entre los cuales
podemos enumerar, tanto para el tratamiento de una persona con faringitis como de una
colmena de abejas, lo siguientes:
No respetar la dosis recomendada (formulaciones caseras o
artesanal incorrecta de los principios activos, aplicación por personas
carentes de los conocimientos adecuados, etc.)
Permitir períodos de exposición al medicamento prolongados
(tratamientos continuos o preventivos, generalmente innecesarios si se realiza
un control de la presencia del agente patógeno, o un control adecuado sobre la
eficacia del tratamiento curativo)
Falta de rotación de productos tóxicos, utilización excesiva con
un mismo producto. La rotación disminuye la presión selectiva que pueda ejercer
un fármaco determinado, al espaciar sus tratamientos, y por otra parte, el
efecto que pueda tener es parcialmente anulado por el siguiente que actúa por
igual tanto en organismos sensibles como resistentes al primero. En realidad
esto sólo retrasa el problema, ya que finalmente, cuando existan aparezcan
organismos resistentes a varios fármacos, la rotación sólo conseguirá seleccionar
a los organismos multi resistentes.
Es un fenómeno en el que una parte de la
población de individuos toleran las dosis que para el resto de la población de
la misma especie son letales. Se debe recordar que la resistencia se transmite
genéticamente entre una generación y otra.
Se han descrito diferentes tipos de
resistencia para los insectos que seguramente son válidos también para los
ácaros:
Resistencia metabólica: el insecto presenta mayor capacidad para
degradar y eliminar el compuesto tóxico.
Modificación del nicho de acción: los acaricidas actúan en lugares
específicos del sistema nervioso
del ácaro que estamos atacando. Una alteración de
ese sitio hace que el pesticida aplicado no
pueda actuar y disminuye de esta manera su acción letal.
Penetración reducida: se ha comprobado que este fenómeno asociado
seguramente a otros mecanismos, se debe al engrosamiento de la cutícula del
ácaro que impide la penetración de los productos que actúan por contacto.
Por el momento se ha determinado solo la
resistencia ante este activo, pero el uso indiscriminado de productos caseros
nos llevará a situaciones similares frente a otros activos como el coumaphos, el amitraz y la flumetrina. De esta forma, la lucha contra
varroa irá acompañada de una permanente aparición de productos a los que en un
plazo más o menos prolongado el parásito se hará resistente, teniendo que ser
sustituido por otro nuevo.
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