NECESIDADES
DE ALIMENTACIÓN DE LA
ABEJA E INTERÉS DEL APICULTOR
La abeja melífera se ha ido adaptando a distintos climas y
regiones a lo largo y ancho del mundo.
El hombre, las ha trasladado y ubicado en distintos ambientes en los que
ella por sus propios medios, jamás hubiera llegado. En aquellos lugares en los que la abeja ha
llegado por sus propios medios, normalmente se ha establecido un equilibrio y
adaptación de la abeja al medio
ambiente, en donde la misma ha perpetuado la especie de generación en
generación, sin necesidad de la ayuda del hombre. Es así, que en su distribución natural, la
abeja, no requiere de ningún aporte de alimentos artificiales para subsistir.
La alimentación artificial de las abejas, surge como una
necesidad del hombre con miras a mejorar los beneficios económicos de su
explotación apícola. Es así entonces,
que el hombre alimenta artificialmente a sus colonias, como forma de perpetuar
su existencia en lugares donde naturalmente no existirían o, como una
herramienta más de manejo, al combinar a la abeja con un ambiente determinado
para obtener de ellas un lucro o beneficio.
foto Corona apicultores |
Hoy se define a la apicultura como "el arte y la ciencia de criar ápidos, de forma de obtener de
ellos el máximo de beneficios con el mínimo de costos". Es en el marco de esta definición que
encararemos lo relacionado a la alimentación artificial de las abejas. Las abejas melíferas son explotadas por el
hombre fundamentalmente por su característica de acumular y acopiar reservas
alimenticias (miel y polen), que tienen un valor comercial importante.
En la medida en que se fue estudiando e investigando sobre la
biología y comportamiento de la abeja, el hombre ha ido aprendiendo la forma de
manejarlas de forma de maximizar sus beneficios. Hoy día, no alcanza con que un apicultor
conozca solo sobre la vida de las abejas, sino que deberá conocer sobre otras
disciplinas relacionadas, de forma de combinar a sus abejas de la mejor forma posible
con determinadas condiciones y características de un ambiente, para obtener de
ellas su mejor provecho. El resultado
que obtenga de esta combinación, estará además supeditado a las intervenciones
que el apicultor realice a través del manejo.
Es así, que se forman los tres puntales de una apicultura exitosa: buena abeja, buena zona o medio ambiente y
buen manejo. Cualquiera de los tres
que falle, hará fracasar mi empresa. El
tema alimentación, se encuentra directamente relacionado con estos puntales.
La importancia del conocimiento del
medio ambiente.
Como manifestábamos al inicio de este trabajo, el
conocimiento de las fuentes de materia prima con que contarán nuestras abejas,
es, un estudio que se debe de realizar previo a la instalación de un apiario. Las variaciones que el hombre ha provocado en
la ecología de la naturaleza, obliga al apicultor a extremar cada vez más los
estudios de una zona determinada. La
proliferación de monocultivos, la destrucción masiva de fuentes naturales de
alimentos, y la constante rotación de cultivos agrícolas, tornan a los
ambientes apícolas en algo constantemente cambiante.
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Todo apicultor que desee
instalar un apiario, o ampliar los que ya posee, deberá saber cual es el aporte
nectarífero y polinífero de la zona.
La flora de interés
apícola.
Para evaluar una especie vegetal desde el punto de vista
apícola y poder considerarla económicamente útil; se deberán considerar
fundamentalmente los siguientes aspectos:
a) La
calidad de una planta. Se refiere
más que nada al tipo de producto que ofrece a las abejas. Ya mencionamos anteriormente las grandes
diferencias nutritivas que existen entre los distintos polenes y néctares.
b) La
cantidad o frecuencia de una especie. De acuerdo a las características productoras
de la especie, habrá una superficie y concentración de especies mínima para
poder tenerla en consideración.
c)
Accesibilidad para las abejas. La distinta estructura floral de las flores,
así como las distintas adaptaciones a diversos mecanismos de polinización,
hacen de muchas especies de interés o no.
d)
Duración del período de floración.
Hay especies que duran florecidas un día y otras varios meses. La importancia de este aspecto radica en las
posibilidades que tendrán las abejas de aprovecharla, y de los planes de manejo
que yo elabore a los efectos.
e)
Seguridad ante factores adversos. Se
refiere fundamentalmente a conocer el comportamiento tan distinto que tienen
los vegetales en años de seca o de excesos de agua en el suelo.
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f) Momento oportuno de floración. Debe de haber una relación entre el aporte de
néctar y de polen. Uno debe de ir
acompañado del otro, o no existirá un aprovechamiento eficaz. Me servirá para
conocer los momentos en que deberé intervenir alimentando o suplementando a la colmena. Una misma especie puede ser
de mucho interés en una zona y de escaso valor en otra, ya sea por su momento
oportuno de floración o por otros factores.
El conocimiento de la zona me va a determinar sus ventajas y
desventajas apícolas; las cuales conjuntamente con las características de mi
empresa, serán las que me ayuden a definir el objetivo productivo de mi
explotación.
Es en función de estas características sobre la materia
prima, que determinaré la ubicación y el tamaño de la explotación; así como mi
plan de trabajo. El conocimiento de la flora apícola de una zona, me va a permitir
predecir el comportamiento y la evolución de la colonia en determinado
ambiente.
El medio ambiente y el clima existente en un lugar me
determinarán la flora que existirá y predominará en esa zona. Además, de acuerdo a la influencia y al peso
de los distintos factores que determinan el clima, será el comportamiento que
manifiesten las distintas especies.
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Están haciendo falta muchos estudios de comportamiento y
fisiología vegetal referentes a variadísimas especies de valor apícola, y que
serían de gran utilidad para el apicultor a la hora de elaborar sus planes de
manejo. Será la abeja en última
instancia, la que mejor interpretará los distintos aspectos que hacen a la
producción y determinará si la zona es buena o no para el manejo y objetivo que
ya me he planteado.
Los calendarios apícolas y el paquete
tecnológico.
El conocimiento de la
flora y su comportamiento me va a permitir elaborar el calendario de
floraciones para "mi" zona y, en base a él, establecer "mi"
paquete tecnológico o medidas de manejo.
Este calendario deberá tener las fechas probables de inicio y
finalización de cada una de las floraciones y su importancia relativa para la producción. Podré así, elaborar una
curva de aporte de néctar y polen para mi zona a lo largo del año, determinando
momentos de escasez y de abundancia de alimento. En este sentido, es muy útil acompañar las
observaciones y estudios con una colmena sobre una balanza, la que me
determinará los ingresos netos de néctar en el transcurso del año. Observaciones periódicas del ingreso de polen
a la colmena también son muy importantes, pudiéndose realizar las mismas
directamente o a través de una trampa de polen, llegando inclusive a poderse
realizar estudios melisopalinológicos.
Elaborando las curvas individuales de las distintas
floraciones, y luego sobremontándolas, obtendré el calendario de floraciones de
interés apícola para un determinado apiario; herramienta fundamental para todo
apicultor.
En este aspecto merece
resaltar, que no hay una receta o manejo
para una determinada zona. Una vez
conocido el comportamiento de la zona; lo deberé enfrentar a todos mis factores
y características de producción; y en base al análisis de todos éstos factores,
elaborar "mi manejo" o
forma de trabajo, para mi objetivo de producción. Dos apicultores en una misma zona de
producción, pueden tener distintos objetivos y manejos, ya que los mismos
tienen distintas realidades (tamaño de empresa, equipamiento, etc). Entonces,
no hay "un manejo", sino una cantidad de factores de producción
particulares a cada productor que determinan "mi manejo". Evidentemente mi manejo lo voy a ir adaptando
y ajustando todos los años, dependiendo de las variaciones que sufran las
distintas pautas que lo determinaron, y la experiencia y conocimiento que el
apicultor vaya adquiriendo de la zona.
Previo a decidir su plan de trabajo, el apicultor debe de tener bien claras cuales son todos los factores de
producción que intervienen en su explotación; buscando y definiendo cuales son
sus ventajas y limitantes. De ésta
forma podrá realizar un correcto análisis de los mismos y tomar la decisión más
acertada a sus características. Hay que
tener claro, que el manejo apícola está formado por una cantidad de operaciones
que el apicultor debe de realizar en el correr del año, y que éstas tareas van
atadas unas a otras; siendo una secuencia de operaciones que deben de tener
resultados previsibles. No pretendamos solucionar en invierno lo
que no hicimos en el otoño.
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Objetivos del manejo en relación a
los cultivos.
El objetivo productivo del apicultor deberá estar claramente
definido. Seguramente para el mielero
será el de obtener la mayor producción de miel de una determinada floración o
secuencia de floraciones. Para otros,
estas floraciones servirán solo como medio para lograr otro fin productivo.
Si nuestro objetivo es el máximo aprovechamiento nectarífero
de una floración, será indispensable que se cuente con el mayor número de
abejas pecoreadoras en el momento de iniciarse y durante la floración.
Tamaño óptimo de la
población.
El manejo que yo
realice, me deberá llevar a que al momento de iniciarse la floración principal,
la colonia este formada por la mayor cantidad de abejas posibles. Esto me garantizará que
tendré las pecoreadoras suficientes como para lograr el mejor aprovechamiento
de la floración. No debemos olvidar, que cuanto mayor es el número de abejas que
tiene una colmena, proporcionalmente habrá más abejas dedicadas a la pecorea y
mayor será la cosecha de miel.
A igualdad de
condiciones, la cantidad de miel producida por las colmenas resulta
proporcional a su población al inicio de la mielada, o lo que es lo mismo, su
área de cría 40 días antes del comienzo de la misma.
El tamaño óptimo de la población de una colonia o apiario, es
aquel que mantenga una relación directa con los aportes del medio ambiente.
El apicultor debe de
entender la estrecha y fundamental relación que existe entre el tamaño de la
población, la postura, el desarrollo de la cría y la producción. La fortaleza en población,
a la que logra llegar una colonia, depende fundamentalmente de la capacidad de
la misma en alimentar a la cría, el tiempo que las abejas dedican a esta tarea
y la duración de la vida de la abeja adulta.
Estas viven de 4 a
6 semanas durante el flujo de néctar, y su
longevidad depende fundamentalmente de lo que fue su actividad como nodrizas. Las abejas de colmenas con poca población,
que tuvieron que alimentar y criar a mayor cantidad de cría, viven menos que
aquellas abejas de colonias populosas.
Una colonia populosa produce mayor cantidad de cría que una débil, y a
su vez, tendrá un mayor porcentaje de abejas destinadas a la pecorea.
La producción media
"por abeja", va a ser mucho mayor en aquellas colonias fuertes, donde
el porcentaje de pecoreadoras es mayor que en colmenas débiles, donde se destina un
tiempo importante de la abeja a alimentar la cría.
Se estima que una colonia de 60.000 abejas produce un 50%
más, que cuatro de 15.000. Generalmente
en los lugares donde están instalados los apiarios, hay muchos y muy buenos
flujos de néctar, que el productor no aprecia, y que al estar las colonias muy
débiles no puede aprovechar.
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