En el ciclo de actividad de una colonia existen dos etapas
bien diferenciadas en cuanto a la organización vital de los nidos necesaria
para lograr la máxima eficacia, la primera se extiende desde un poco antes del
comienzo de la primavera y llega como mínimo hasta final del verano y que se
caracteriza por el trabajo en el campo y por la cría de abejas en el interior,
el resto de la añada sobretodo otoño e invierno es un tiempo en donde la
actividad es muy reducida, según el lugar del asentamiento puede llegar a
permitir incluso mantener un poco de cría en el centro del nido, favorecida por
la aparición de polen temprano en algunas flores de invierno, no obstante esto
este segundo periodo puede considerarse de reposo.
Se considera como inicio del año apícola la llegada continuada
de polen a las colonias, cosa que podemos ver con facilidad en los días
templados, de forma simultánea en el interior están teniendo lugar cambios muy
importantes y significativos siendo de destacar la elevación de la temperatura
y el mantenimiento de la humedad relativa dentro de un margen muy estrecho y
apropiado a la salud de las larvas que se empiezan a incubar. Cuando todo esto
tiene lugar deducimos que la remoción de las colonias es un hecho iniciándose
todo el proceso vital.
La llegada de gran cantidad de polen, con un porcentaje
superior al 50% las abejas que lo traen, nos indica mejor que otra cosa la
presencia en el interior de cría abundante y aquellas colonia que así se nos
muestran pronto aumentarán de ganado llevando ya desde este momento inicial la
delantera durante toda la añada a otras que en este momento presentan una
actividad menor y que no logran, en general, igualar a las mas aventajadas que
necesitarán antes utilizar las alzas que serán llenadas con facilidad al
coincidirles las mejores floraciones con su mayor potencia, en una simbiosis
verdaderamente admirable, las más retrasadas que pasa el tiempo y no aumentan
de ganado, por variadas causas, tan solo en los días de mucho calor presentan
una actividad algo notable, ello es consecuencia de poder abandonar
temporalmente el calentamiento del nido, cosa que pueden hacer al ayudarles el
calor exterior a mantener la temperatura necesaria.
La relación entre la superficie que ocupa la cría de una
colonia y el espacio que las, abejas una vez nacidas ocuparan es de un cuadro y
medio de abejas por cada uno de cría, ello hace posible entre otras cosas que
la colmena cuando se llena de panales de cría disponga de abejas suficientes
para llenar con ellas las alzas y enviar al campo ganado suficiente para
trabajar y mantener toda la actividad frenética que tiene lugar.
Con la llegada del otoño ocurre un fenómeno curioso y
fácilmente observable, las abejas se hallan en las piqueras y parece que están
como limpiando algo con las mandíbulas en un movimiento muy curioso hacia los
lados, todas las colonias lo realizan, algunos días mas tarde se van colocando
formando la típica bola compacta de la invernada, la actividad tanto exterior
como interior se reduce y llega a cesar prácticamente por completo quedando las
abejas casi quietas sobre los panales y solo en los días muy calurosos se
desplazan por el interior y salen a vaciarse.
Cuando vemos esto en la piquera de la colmena se hallan
preparadas para el reposo invernal y no debemos molestarlas con revisiones o
exámenes que se dejarán para varios meses adelante, es muy importante
respetarles ese deseo de permanecer inactivas y tranquilas, aunque no por ello
dejan de estar atentas a lo que ocurre en torno de la vivienda y con el zumbido
demuestran su rechazo cuando golpeamos la madera. En alguna ocasión al final de
las floraciones importantes se adelanta por causa de la sequía en ese caso
pueden llegar a prepararse equivocadamente para la invernada y con la llegada
de las floraciones de inicio de otoño realizan una pequeña recolección pero
pronto vuelven a su situación de reposo, constituye esto una prueba más de la
perfecta sintonía entre ellas y la flora del lugar, mientras las condiciones
climáticas exteriores sean adversas y sobretodo mientras la temperatura del
ambiente se halle por debajo de diez grados permanecerán recogidas en la
colmena, si aquella se elevara entre doce o quince grados salen al campo a
vaciar sus intestinos y pueden realizar una recolección en flores cercanas a la
colmena.
La primera diferenciación importante entre los miembros de
la colonia en este periodo de actividad viene marcada por la edad de los
individuos y así su función depende de aquella. Los podemos dividir en tres
grupos, aunque en el desarrollo normal de los nacimientos los tres se solapan
un poco en el tiempo, el primero sobre el segundo y este a su vez sobre el
tercero, es lo que en apicultura se llama enjambre evolucionado hacia adulto
siendo en este caso los individuos de la primera fase cada vez menos numerosos.
El primer grupo comprende las abejas recién nacidas y hasta
aproximadamente el doce o catorce de vida, el segundo va desde unos quince días
después de nacer y llega hasta los veintidós o veinticuatro días y el tercero
desde esta fecha hasta la muerte de la abeja, cosa que sucede unos dos o dos y
medio mes desde el nacimiento en primavera y unos cinco o mas cuando el
nacimiento de aquella obrera ha tenido lugar al final de temporada y llegará
con vida hasta la remoción del próximo año.
Las abejas nada mas salir de la celda presentan un aspecto
débil y su color es más claro que el del insecto adulto, empieza a alimentarse
pronto del néctar o miel y en los primeros días tan solo se fortalece, pronto
empieza a poner en funcionamiento las glándulas situadas en la cabeza y que son
productoras de jalea real y que a partir del quinto día están en su apogeo.
Esta función es de la mayor importancia por tener una relación directa con la
cantidad de puesta a alimentar sin olvidar la cantidad necesaria para alimentar
la reina que en esta época de hacerse de forma abundante.
Se admite que la jalea va cambiando de composición según
varía la edad de la larva a la que se alimenta y fácilmente se puede comprobar
que aquella lo es a intervalos cortos depositando un poco de jalea cada vez, la
abeja realiza esta alimentación introduciendo la cabeza en la celdilla y
depositándola en el fondo. Si hubiera maestriles aquellos deben ser provistos
de una cantidad importante de jalea y son las nodrizas las encargadas de
hacerlo, las colonias muy potentes en nodrizas pueden hacer muchos y bien
alimentados lo mismo que las mas débiles no pueden hacerlo.
Es fácil darse cuenta como a pesar de la gran cantidad de
larvas a alimentar y de las variaciones que en la composición de la jalea se
admiten no por ello se quedan larvas sin alimentar, olvidadas, lo que da idea
de la perfecta organización que la colonia tiene. La abeja realiza este
cometido hasta los doce o catorce días de edad y es un verdadero ejército las
que se ocupan de este menester, para diferenciarlas de los otros grupos las
llamamos nodrizas y debemos señalar que ellas no salen al campo a realizar
recolección, solo parten algunas apenas pueden volar acompañando a las otras
mas viejas en los enjambres.
Las nodrizas tienen una gran importancia en todo el proceso
de cría de reinas, mas bien son imprescindibles, es conveniente que sus
colonias estén en las mejores condiciones en todos los sentidos para que ellas
puedan abastecer con abundancia los futuros maestriles, en algunos manejos se
puede estimular su actividad suministrando agua melada.
Cuando de las condiciones naturales de una colonia resulta
un crecimiento muy importante de individuos de este tipo coincidente con una
baja ocupación de los otros grupos resulta de ello la necesidad de enjambrar,
se debe estar muy atento a que esto no suceda por falta de espacio. Es el mismo
caso si la numerosa población detecta un bajón en la cantidad de feromona que
les llega de la reina, pronto las abejas con una contribución especial de las
nodrizas toman la decisión de renovarla. En algún caso renuncian ha hacerlo
perdiéndose la colonia, pero es posible que en este caso influyan factores que
no se detectan a simple vista, la presencia de alguna enfermedad poco corriente
puede causar este comportamiento, en general la desaparición de colonias
populosas está precedido de alguna anormalidad grave que no siempre se detecta
a tiempo.
En condiciones normales durante la primavera verano y sobre
el día catorce las funciones de nodriza van poco a poco desapareciendo y la
abeja se integra en el segundo grupo. No sucede lo mismo al final de la
estación o cuando ocurren circunstancias anormales, como la pérdida de la reina
que ha salido a fecundar y deben esperar a que regrese otra en cuyo caso
aquellas glándulas permanecen en reposo reanudando su actividad cuando sea
necesario, aunque es necesario hacer notar que tan pronto las primeras abejas
nacidas reinician el ciclo evolutivo sustituyen a las mas viejas.
La segunda fase de la vida de las obreras comprende un
trabajo fundamental que es el de cerera y otros no menos importantes y
necesarios e imprescindibles como son la limpieza interior y la transformación
del néctar. La limpieza interior es de una pulcritud envidiable, cualquier
objeto ajeno a la colonia es rápidamente retirado y echado fuera, los cadáveres
de otras abejas residuos de su actividad y cualquier cosa que no es de su
agrado es arrastrado al exterior o propolizado en el sitio que ocupa cuando no
pueden moverlo, es el caso de grandes insectos que se adentran en el nido o
caracoles que son muertos y sus caparazones o esqueletos fijados con propóleos
a la madera.
La misión fundamental de este grupo es la construcción de
panales bien totalmente cuando se hallan libres en la naturaleza o reparando y
acondicionando las láminas cuando están en nuestro apiario, se ocupan del
operculado de todas las celdillas ya se hallen ocupadas por cría o por miel,
contribuyendo de forma decisiva a la elaboración del néctar recién recogido.
Este grupo de abejas, en principio, no realiza trabajos
exteriores y no recoge néctar de las flores, pronto realizan vuelos de
reconocimiento de los alrededores de la colmena y vacían los intestinos, cosa
que como se sabe deben realizar en pleno vuelo. Consumen alimento en abundancia
para poder producir la cantidad de cera necesaria y que ellas van secretando
por entre los anillos del abdomen mientras se hallan formando racimo muy juntas
y quietas en los lugares donde se necesita, podemos ver muchas de estas
dinimutas laminillas caídas al suelo cuando su producción sobrepasa el consumo.
Como se supone en aquellas colmenas donde tienen que construir todos los
panales la cantidad de miel consumida se resta de aquella que cabria esperar
como producción.
Otro aspecto muy importante en la vida de las colonias es la
ventilación, las abejas se procuran un ambiente interior apropiado controlando
la subida de la temperatura sobretodo en verano lo que traería como
consecuencia problemas a la cría, pero además y dado que el nido es una zona
especialmente protegida la ventilación es usada para evaporar el exceso de agua
que contiene el néctar cuando lentamente va siendo concentrado y se va
transformando en miel. Para esta función se ocupan todas las que sean necesarias
poniéndose en la piquera con el abdomen levantado y con el movimiento de las
alas establecen la corriente de aire necesaria, aquellas colmenas dotadas de
piqueras muy pequeñas pronto se ven ocupadas por abejas ventilando y es
frecuente comprobar como estorban la entrada de otras abejas que llegan del
campo, es fundamental el mantener la temperatura y la humedad interior en su
justa medida y por ello no dudan en estorbar la llegada de pecoreadoras e
incluso las ventiladoras se ven con frecuencia incomodadas y deben pararse ante
el tumulto que se forma. No se debe permitir que esto ocurra abriendo las
piqueras totalmente en toda época, nadie mejor que ellas saben cuando necesitan
proceder a la ventilación o agruparse para mantener la temperatura, las colmenas
con amplias piqueras no necesitan ocupar demasiadas abejas en este trabajo y
tan solo cuando la recolección a sido muy importante podemos ver abejas que
ventilan, especialmente al atardecer.
Si el calentamiento interior es perjudicado por la
abundancia de abejas que contribuyen a él, gran parte de las abejas salen al
exterior colgándose de los lados, si esta situación persiste varios días pronto
enjambrarán. Si el calentamiento es solo temporal la actividad casi se paraliza
y no se reanuda hasta que todo es normal.
Sobre los veinte días su actividad de cerera empieza a
desaparecer y es entonces cuando sale al exterior en las horas centrales del
día realiza nuevos vuelos de reconocimiento con la cabeza vuelta hacia la
piquera de la colmena para fijar su situación en relación a los objetos del
entorno, va haciendo círculos cada vez con un diámetro mayor hasta que
definitivamente sale al campo dedicándose al arrastre de todo lo necesario al
nido. En un principio se aleja unos centenares de metros pero pronto puede
alejarse varios km. si fuera necesario, regresando a la colmena y
reconociéndola, en general, sin dificultad.
Este trabajo de pecoreadora lo realiza hasta su muerte,
pudiendo en ocasiones permanecer algunos días antes de morir haciendo trabajos
de interior, ahora su cuerpo es mas oscuro, casi negro, por haber perdido gran
parte del pelo y sus alas se pueden ver rotas, han sido desgarradas en las
plantas que tienen espinas y estropeadas por los incesantes vuelos que ha
realizado a lo largo de esta última etapa. Lo corriente es que las abejas
viejas mueran en el campo al no poder regresar por faltarles las fuerzas,
algunas que perecen durante la noche son sacadas al amanecer pero siempre son
una cantidad mínima, como tiene que haber una renovación necesaria la cantidad
que perecen en el campo es muy superior a las que perecen en la colonia, en
condiciones normales delante de las colmenas apenas podemos ver abejas muertas.
Las abejas de este grupo tiene totalmente desarrollado su
instinto de defensa y son más proclives a atacar que los son las otras de
interior, cuando regresan cargadas son tolerantes y podemos acercarnos a las
colmenas con poco riesgo de ser agredidos en los días de mucha actividad, cosa
que no ocurre cuando esta es escasa, los manejos en el colmenar siempre se
deben ejecutar en aquellos días en que la actividad es mayor, nuestro trabajo
resultará favorecido.
Las misiones fundamentales de las pecoreadoras son el
acarreo de néctar, de polen, de agua y de propóleos para los nidos y la defensa
con vehemencia del grupo cuando se sienten atacadas y molestadas en su
actividad cotidiana.
El número de individuos de este grupo tiene que ser
aproximadamente tan elevada como la suma de las nodrizas y de las cereras, así
se asegura la alimentación de aquellos grupos y como no siempre en el campo las
condiciones de recolección son buenas como no lo es siempre el tiempo
meteorológico este grupo de abejas se encargan de formar una reserva suficiente
para cubrir las necesidades de consumo en esos días.
Se debe tener presente que la cantidad de miel presente en
la colmena, incluso llegado el momento de la recolección, es solo una mínima
parte de la realmente preparada por las abejas, pues se debe incluir además
aquella cantidad que ellas han consumido durante la añada, se trata de un
trabajo de acarreo verdaderamente sorprendente que solo se explica por la
tenacidad con que las abejas lo realizan y por la cantidad de ellas que
participan.
Los machos presentes en la colonia en espera de fecundar
reinas no realizan trabajo exterior alguno, pero en el interior se puede
asegurar que participan en tareas no bien definidas, en cualquier caso el
calentamiento de la cría cuando permanecen en el interior pudiera ser una
función indirecta pero interesante, algunas abejas podrían dedicarse a otras
cosas mientras ellos permanecen sobre los panales. De todas formas ellos salen
y permanecen bastante tiempo fuera de las colmenas para regresar al atardecer y
alimentarse, el hecho que sean tolerados durante el tiempo de las fecundaciones
es normal, no lo es tanto la cantidad que pueden llegar a alcanzar, esto hace
pensar que son necesarios a la colonia, aunque no se pueda determinar con
precisión cual es su influencia, parece cierto que las colonias privadas
totalmente de machos tienen un comportamiento anormal, baja actividad e incluso
pueden llegar a desaparecer, si esto es así parece lógico suponer que son
necesarios.
Durante los meses desde el otoño hasta finales del invierno
se produce el tiempo de reposo y es muy simple la organización, si desciende
mucho la temperatura exterior se deja de criar abejas por la gran dificultad
que seria el mantener la temperatura necesaria en esa zona, 35º c. así conforme
van llegando los fríos se agrupan en un lugar de la colmena sin que se pueda
establecer previamente, a no ser que tenga algún defecto o alguna humedad en
cuyo caso se alejan de ese lugar y se instalan en uno mas seco no cambiando
hasta la remoción de primavera. Como es lógico se alimentan de la reserva de
miel que tienen cerca y solo en los días de mayor temperatura pueden acercarse
a otros panales si los primeros ya no tienen alimento.
En los sitios de inviernos templados donde la temperatura
mínima no desciendo por debajo de 2º ó 3º c. se mantiene la cría pero solo en
las colonias excepcional mente potentes, la cantidad en todo caso es muy
pequeña. ½ ó 1 cuadro, en las otras la cría se interrumpe, pero apenas notan
condiciones favorables se la lanzan a criarla, parece que estuvieran esperando
el tiempo apropiado para lanzarse.
La movilidad del grupo de abejas no se produce si el frío es
intenso porque ello implicaría enfriamiento adicionales de abejas que después
necesitan de nuevo calentarse para mantenerse con vida lo que ocasiona un gasto
de energía que ellas no consienten, en los casos de temperaturas extremadamente
frías pueden llegar a morir abejas de la capa exterior de frío después de haber
protegido y calentado a las otras, en condiciones normales se puede observar un
cierto intercambio de abejas desde las capas exteriores a las mas interiores
para calentarse. En casos muy extremos es tal la quietud en que se halla la
colonia que no se mueven ni para acercarse a panales cercanos de miel y pueden
llegar a morir incluso de hambre teniendo la miel tan cerca. La disposición de
la miel en la parte alta de los panales que construyen en la naturaleza y la
misma disposición en nuestras colmenas movilistas que es una imitación de
aquella junto con la facilidad que tienen las abejas para subir, o la misma miel
que colocan encima de los cuadros de cría sugiere que su instinto las indica
colocarse formando la bola sobre los panales de miel y luego ir ascendiendo
lentamente según van consumiendo.
El consumo de miel durante este periodo es verdaderamente
mínimo y como corresponde a todo lo que sucede en la colonia, su cantidad solo
es la necesaria para mantenerse con vida, nada hay de perjuicio en dejar una
reserva superior de miel pues no por ello dejaran en su momento de recolectar
la conducta de las abejas en este como en otros supuestos es excepcional.
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