viernes, 15 de febrero de 2013

POLINIZACIÓN POR LAS ABEJAS



En cada ocasión en que una abeja recoge néctar de una flor o bien néctar y polen y se desplaza a otra para hacer lo mismo realiza uno de los actos más importantes y beneficiosos para las plantas pues las ayuda en la polinización de sus flores. Es importante resaltar que todo el cuerpo de la abeja se halla cubierto de pelos rígidos a los que el polen se adhiere transportándolo hasta otra planta, muchas disponen de un polen de unas característica determinadas y que facilitan de por sí el agarre a la abeja. Cuando por propia iniciativa la abeja recoge polen y debe llenar las cestas de las patas con las bolas que prepara, necesita hacerlo de muchas flores y es entonces cuando la función de polinización se realiza de forma óptima si consideramos además que solo recoge de una sola especie con lo que se produce una simbiosis entre abeja y planta muy importante.
La polinización en las flores de las plantas equivale a la cópula entre las especies del reino animal, y si no se realiza o se hace de forma deficiente los frutos de esa planta tendrán defectos y serán menos.

La contribución que las abejas realizan se manifiesta como una interacción entre el reino vegetal y animal verdaderamente admirable, el vegetal procura el sustento de las colonias y estas por el solo hecho de recogerlo ayudan a la planta a tan importante función, calculándose que un gran porcentaje de cultivos y también de vegetación silvestre esta directamente beneficiada, la supervivencia de numerosas especies de plantas depende en gran medida de la polinización de los insectos en general y de las abejas en particular.
De forma práctica se pude comprobar que frutales a los que mediante una red se privó de la llegada a sus flores de los insectos, redujeron la cosecha hasta el 2% de la que cabría esperar, tan solo la acción del viento realizó el intercambio del polen.
Siendo a menudo las condiciones meteorológicas no adecuadas en el momento preciso y teniendo en cuenta que no todas las flores masculinas y femeninas que tienen poder fecundante en un momento dado se hallan reunidas, puede suceder que el arrastre de polen por el viento lleve el polen fuera del lugar donde se necesita y esto tratándose de fecundaciones en el mismo árbol. Todo el proceso es más difícil de lograr al hallarse las flores entre dos portadores distantes varios metros donde la acción del viento es aún más incierta, es aquí donde los insectos son los mejores vehículos.
El predominio para polinizar por las abejas en la mayoría de las especies cultivadas y silvestres se debe al hecho de formar sociedades de muy elevado número de individuos, donde el consumo entre otros elementos de polen y néctar es muy grande siendo por ello necesario recogerlo de millones de flores multiplicando así la eficacia de la acción.

Otros insectos también colaboran en esta tarea aunque indiscutiblemente su contribución es menor, en principio por pertenecer a grupos de menor número de miembros y casi siempre se contentan con obtener el alimento diario con lo que la visita a las flores es de poca entidad. No obstante eso, se ha visto que algunas plantas por ellos visitadas no lo eran por las abejas, estimándose entonces beneficiosa su labor y debiendo procurar su mantenimiento respetando su habitar natural.
Los beneficios económicos estimados de incremento de las cosechas en el campo por la acción de las abejas es de unas catorce veces el valor total de la producción apícola de una explotación, siendo en algunos hábitat las abejas estimadas más por la polinización que realizan el los campos que por la misma producción apícola.
Sucede y para contratiempo del apicultor que no todas las personas interesadas comprenden la importancia de los hechos descritos y no tienen en cuenta la presencia de abejas ni de otros insectos en las cercanías cuando proceden a dar tratamientos de cualquier entidad sobre las plantas cultivadas cuando se hallan precisamente en flor, lo que es perjudicial para la polinización de las plantas y contribuye a eliminar abejas que sería el mejor aliado natural en este caso.

Respetando los días del periodo de floración y siempre evitando en los tratamientos antes y después de la floración, los productos más dañinos para las abejas se contribuye a evitar la enorme mortandad que sobreviene cuando ellas acarrean el polen y el néctar contaminado hasta la colmena donde ocasiona un daño añadido en la cría que muere en gran cantidad dejando las colonias muy débiles.
Las colonias destinadas a la polinización de algún cultivo deben formar parte de las colonias más activas para asegurar el trabajo, unas pocas colonias muy potentes realizan mejor el trabajo que varias muy medianas cuyo consumo de polen y néctar va a ser menor en la misma unidad de tiempo. Se necesitan entre cinco y diez colonias por Ha. según el atractivo que para ellas tenga el cultivo, cuando les resulta agradable rápidamente invaden sus flores y en los pocos días de floración resulta una polinización perfecta.
Puede suceder que las abejas prefieran las flores silvestres que las del cultivo en ese caso la única forma de intentar atraerlas sería asperjar algo de agua melada, estos casos son verdaderamente excepcionales y casi siempre al cultivo llegaran las abejas necesarias, se debe tener muy presente que no en todas las horas del día una planta está en disposición de ofrecer néctar en abundancia y como la abeja recoge el polen casi siempre simultáneo con el néctar puede preferir en un momento dado otra planta, es conveniente una observación a diferentes horas del día y durante unos días para cerciorarse de los que sucede.

FASES DE LA ACTIVIDAD APICOLA



En el ciclo de actividad de una colonia existen dos etapas bien diferenciadas en cuanto a la organización vital de los nidos necesaria para lograr la máxima eficacia, la primera se extiende desde un poco antes del comienzo de la primavera y llega como mínimo hasta final del verano y que se caracteriza por el trabajo en el campo y por la cría de abejas en el interior, el resto de la añada sobretodo otoño e invierno es un tiempo en donde la actividad es muy reducida, según el lugar del asentamiento puede llegar a permitir incluso mantener un poco de cría en el centro del nido, favorecida por la aparición de polen temprano en algunas flores de invierno, no obstante esto este segundo periodo puede considerarse de reposo.
Se considera como inicio del año apícola la llegada continuada de polen a las colonias, cosa que podemos ver con facilidad en los días templados, de forma simultánea en el interior están teniendo lugar cambios muy importantes y significativos siendo de destacar la elevación de la temperatura y el mantenimiento de la humedad relativa dentro de un margen muy estrecho y apropiado a la salud de las larvas que se empiezan a incubar. Cuando todo esto tiene lugar deducimos que la remoción de las colonias es un hecho iniciándose todo el proceso vital.

La llegada de gran cantidad de polen, con un porcentaje superior al 50% las abejas que lo traen, nos indica mejor que otra cosa la presencia en el interior de cría abundante y aquellas colonia que así se nos muestran pronto aumentarán de ganado llevando ya desde este momento inicial la delantera durante toda la añada a otras que en este momento presentan una actividad menor y que no logran, en general, igualar a las mas aventajadas que necesitarán antes utilizar las alzas que serán llenadas con facilidad al coincidirles las mejores floraciones con su mayor potencia, en una simbiosis verdaderamente admirable, las más retrasadas que pasa el tiempo y no aumentan de ganado, por variadas causas, tan solo en los días de mucho calor presentan una actividad algo notable, ello es consecuencia de poder abandonar temporalmente el calentamiento del nido, cosa que pueden hacer al ayudarles el calor exterior a mantener la temperatura necesaria.
La relación entre la superficie que ocupa la cría de una colonia y el espacio que las, abejas una vez nacidas ocuparan es de un cuadro y medio de abejas por cada uno de cría, ello hace posible entre otras cosas que la colmena cuando se llena de panales de cría disponga de abejas suficientes para llenar con ellas las alzas y enviar al campo ganado suficiente para trabajar y mantener toda la actividad frenética que tiene lugar.
Con la llegada del otoño ocurre un fenómeno curioso y fácilmente observable, las abejas se hallan en las piqueras y parece que están como limpiando algo con las mandíbulas en un movimiento muy curioso hacia los lados, todas las colonias lo realizan, algunos días mas tarde se van colocando formando la típica bola compacta de la invernada, la actividad tanto exterior como interior se reduce y llega a cesar prácticamente por completo quedando las abejas casi quietas sobre los panales y solo en los días muy calurosos se desplazan por el interior y salen a vaciarse.
Cuando vemos esto en la piquera de la colmena se hallan preparadas para el reposo invernal y no debemos molestarlas con revisiones o exámenes que se dejarán para varios meses adelante, es muy importante respetarles ese deseo de permanecer inactivas y tranquilas, aunque no por ello dejan de estar atentas a lo que ocurre en torno de la vivienda y con el zumbido demuestran su rechazo cuando golpeamos la madera. En alguna ocasión al final de las floraciones importantes se adelanta por causa de la sequía en ese caso pueden llegar a prepararse equivocadamente para la invernada y con la llegada de las floraciones de inicio de otoño realizan una pequeña recolección pero pronto vuelven a su situación de reposo, constituye esto una prueba más de la perfecta sintonía entre ellas y la flora del lugar, mientras las condiciones climáticas exteriores sean adversas y sobretodo mientras la temperatura del ambiente se halle por debajo de diez grados permanecerán recogidas en la colmena, si aquella se elevara entre doce o quince grados salen al campo a vaciar sus intestinos y pueden realizar una recolección en flores cercanas a la colmena.

La primera diferenciación importante entre los miembros de la colonia en este periodo de actividad viene marcada por la edad de los individuos y así su función depende de aquella. Los podemos dividir en tres grupos, aunque en el desarrollo normal de los nacimientos los tres se solapan un poco en el tiempo, el primero sobre el segundo y este a su vez sobre el tercero, es lo que en apicultura se llama enjambre evolucionado hacia adulto siendo en este caso los individuos de la primera fase cada vez menos numerosos.
El primer grupo comprende las abejas recién nacidas y hasta aproximadamente el doce o catorce de vida, el segundo va desde unos quince días después de nacer y llega hasta los veintidós o veinticuatro días y el tercero desde esta fecha hasta la muerte de la abeja, cosa que sucede unos dos o dos y medio mes desde el nacimiento en primavera y unos cinco o mas cuando el nacimiento de aquella obrera ha tenido lugar al final de temporada y llegará con vida hasta la remoción del próximo año.
Las abejas nada mas salir de la celda presentan un aspecto débil y su color es más claro que el del insecto adulto, empieza a alimentarse pronto del néctar o miel y en los primeros días tan solo se fortalece, pronto empieza a poner en funcionamiento las glándulas situadas en la cabeza y que son productoras de jalea real y que a partir del quinto día están en su apogeo. Esta función es de la mayor importancia por tener una relación directa con la cantidad de puesta a alimentar sin olvidar la cantidad necesaria para alimentar la reina que en esta época de hacerse de forma abundante.

Se admite que la jalea va cambiando de composición según varía la edad de la larva a la que se alimenta y fácilmente se puede comprobar que aquella lo es a intervalos cortos depositando un poco de jalea cada vez, la abeja realiza esta alimentación introduciendo la cabeza en la celdilla y depositándola en el fondo. Si hubiera maestriles aquellos deben ser provistos de una cantidad importante de jalea y son las nodrizas las encargadas de hacerlo, las colonias muy potentes en nodrizas pueden hacer muchos y bien alimentados lo mismo que las mas débiles no pueden hacerlo.
Es fácil darse cuenta como a pesar de la gran cantidad de larvas a alimentar y de las variaciones que en la composición de la jalea se admiten no por ello se quedan larvas sin alimentar, olvidadas, lo que da idea de la perfecta organización que la colonia tiene. La abeja realiza este cometido hasta los doce o catorce días de edad y es un verdadero ejército las que se ocupan de este menester, para diferenciarlas de los otros grupos las llamamos nodrizas y debemos señalar que ellas no salen al campo a realizar recolección, solo parten algunas apenas pueden volar acompañando a las otras mas viejas en los enjambres.
Las nodrizas tienen una gran importancia en todo el proceso de cría de reinas, mas bien son imprescindibles, es conveniente que sus colonias estén en las mejores condiciones en todos los sentidos para que ellas puedan abastecer con abundancia los futuros maestriles, en algunos manejos se puede estimular su actividad suministrando agua melada.
Cuando de las condiciones naturales de una colonia resulta un crecimiento muy importante de individuos de este tipo coincidente con una baja ocupación de los otros grupos resulta de ello la necesidad de enjambrar, se debe estar muy atento a que esto no suceda por falta de espacio. Es el mismo caso si la numerosa población detecta un bajón en la cantidad de feromona que les llega de la reina, pronto las abejas con una contribución especial de las nodrizas toman la decisión de renovarla. En algún caso renuncian ha hacerlo perdiéndose la colonia, pero es posible que en este caso influyan factores que no se detectan a simple vista, la presencia de alguna enfermedad poco corriente puede causar este comportamiento, en general la desaparición de colonias populosas está precedido de alguna anormalidad grave que no siempre se detecta a tiempo.

En condiciones normales durante la primavera verano y sobre el día catorce las funciones de nodriza van poco a poco desapareciendo y la abeja se integra en el segundo grupo. No sucede lo mismo al final de la estación o cuando ocurren circunstancias anormales, como la pérdida de la reina que ha salido a fecundar y deben esperar a que regrese otra en cuyo caso aquellas glándulas permanecen en reposo reanudando su actividad cuando sea necesario, aunque es necesario hacer notar que tan pronto las primeras abejas nacidas reinician el ciclo evolutivo sustituyen a las mas viejas.
La segunda fase de la vida de las obreras comprende un trabajo fundamental que es el de cerera y otros no menos importantes y necesarios e imprescindibles como son la limpieza interior y la transformación del néctar. La limpieza interior es de una pulcritud envidiable, cualquier objeto ajeno a la colonia es rápidamente retirado y echado fuera, los cadáveres de otras abejas residuos de su actividad y cualquier cosa que no es de su agrado es arrastrado al exterior o propolizado en el sitio que ocupa cuando no pueden moverlo, es el caso de grandes insectos que se adentran en el nido o caracoles que son muertos y sus caparazones o esqueletos fijados con propóleos a la madera.
La misión fundamental de este grupo es la construcción de panales bien totalmente cuando se hallan libres en la naturaleza o reparando y acondicionando las láminas cuando están en nuestro apiario, se ocupan del operculado de todas las celdillas ya se hallen ocupadas por cría o por miel, contribuyendo de forma decisiva a la elaboración del néctar recién recogido.

Este grupo de abejas, en principio, no realiza trabajos exteriores y no recoge néctar de las flores, pronto realizan vuelos de reconocimiento de los alrededores de la colmena y vacían los intestinos, cosa que como se sabe deben realizar en pleno vuelo. Consumen alimento en abundancia para poder producir la cantidad de cera necesaria y que ellas van secretando por entre los anillos del abdomen mientras se hallan formando racimo muy juntas y quietas en los lugares donde se necesita, podemos ver muchas de estas dinimutas laminillas caídas al suelo cuando su producción sobrepasa el consumo. Como se supone en aquellas colmenas donde tienen que construir todos los panales la cantidad de miel consumida se resta de aquella que cabria esperar como producción.
Otro aspecto muy importante en la vida de las colonias es la ventilación, las abejas se procuran un ambiente interior apropiado controlando la subida de la temperatura sobretodo en verano lo que traería como consecuencia problemas a la cría, pero además y dado que el nido es una zona especialmente protegida la ventilación es usada para evaporar el exceso de agua que contiene el néctar cuando lentamente va siendo concentrado y se va transformando en miel. Para esta función se ocupan todas las que sean necesarias poniéndose en la piquera con el abdomen levantado y con el movimiento de las alas establecen la corriente de aire necesaria, aquellas colmenas dotadas de piqueras muy pequeñas pronto se ven ocupadas por abejas ventilando y es frecuente comprobar como estorban la entrada de otras abejas que llegan del campo, es fundamental el mantener la temperatura y la humedad interior en su justa medida y por ello no dudan en estorbar la llegada de pecoreadoras e incluso las ventiladoras se ven con frecuencia incomodadas y deben pararse ante el tumulto que se forma. No se debe permitir que esto ocurra abriendo las piqueras totalmente en toda época, nadie mejor que ellas saben cuando necesitan proceder a la ventilación o agruparse para mantener la temperatura, las colmenas con amplias piqueras no necesitan ocupar demasiadas abejas en este trabajo y tan solo cuando la recolección a sido muy importante podemos ver abejas que ventilan, especialmente al atardecer.
Si el calentamiento interior es perjudicado por la abundancia de abejas que contribuyen a él, gran parte de las abejas salen al exterior colgándose de los lados, si esta situación persiste varios días pronto enjambrarán. Si el calentamiento es solo temporal la actividad casi se paraliza y no se reanuda hasta que todo es normal.
Sobre los veinte días su actividad de cerera empieza a desaparecer y es entonces cuando sale al exterior en las horas centrales del día realiza nuevos vuelos de reconocimiento con la cabeza vuelta hacia la piquera de la colmena para fijar su situación en relación a los objetos del entorno, va haciendo círculos cada vez con un diámetro mayor hasta que definitivamente sale al campo dedicándose al arrastre de todo lo necesario al nido. En un principio se aleja unos centenares de metros pero pronto puede alejarse varios km. si fuera necesario, regresando a la colmena y reconociéndola, en general, sin dificultad.

Este trabajo de pecoreadora lo realiza hasta su muerte, pudiendo en ocasiones permanecer algunos días antes de morir haciendo trabajos de interior, ahora su cuerpo es mas oscuro, casi negro, por haber perdido gran parte del pelo y sus alas se pueden ver rotas, han sido desgarradas en las plantas que tienen espinas y estropeadas por los incesantes vuelos que ha realizado a lo largo de esta última etapa. Lo corriente es que las abejas viejas mueran en el campo al no poder regresar por faltarles las fuerzas, algunas que perecen durante la noche son sacadas al amanecer pero siempre son una cantidad mínima, como tiene que haber una renovación necesaria la cantidad que perecen en el campo es muy superior a las que perecen en la colonia, en condiciones normales delante de las colmenas apenas podemos ver abejas muertas.
Las abejas de este grupo tiene totalmente desarrollado su instinto de defensa y son más proclives a atacar que los son las otras de interior, cuando regresan cargadas son tolerantes y podemos acercarnos a las colmenas con poco riesgo de ser agredidos en los días de mucha actividad, cosa que no ocurre cuando esta es escasa, los manejos en el colmenar siempre se deben ejecutar en aquellos días en que la actividad es mayor, nuestro trabajo resultará favorecido.
Las misiones fundamentales de las pecoreadoras son el acarreo de néctar, de polen, de agua y de propóleos para los nidos y la defensa con vehemencia del grupo cuando se sienten atacadas y molestadas en su actividad cotidiana.
El número de individuos de este grupo tiene que ser aproximadamente tan elevada como la suma de las nodrizas y de las cereras, así se asegura la alimentación de aquellos grupos y como no siempre en el campo las condiciones de recolección son buenas como no lo es siempre el tiempo meteorológico este grupo de abejas se encargan de formar una reserva suficiente para cubrir las necesidades de consumo en esos días.
Se debe tener presente que la cantidad de miel presente en la colmena, incluso llegado el momento de la recolección, es solo una mínima parte de la realmente preparada por las abejas, pues se debe incluir además aquella cantidad que ellas han consumido durante la añada, se trata de un trabajo de acarreo verdaderamente sorprendente que solo se explica por la tenacidad con que las abejas lo realizan y por la cantidad de ellas que participan.
Los machos presentes en la colonia en espera de fecundar reinas no realizan trabajo exterior alguno, pero en el interior se puede asegurar que participan en tareas no bien definidas, en cualquier caso el calentamiento de la cría cuando permanecen en el interior pudiera ser una función indirecta pero interesante, algunas abejas podrían dedicarse a otras cosas mientras ellos permanecen sobre los panales. De todas formas ellos salen y permanecen bastante tiempo fuera de las colmenas para regresar al atardecer y alimentarse, el hecho que sean tolerados durante el tiempo de las fecundaciones es normal, no lo es tanto la cantidad que pueden llegar a alcanzar, esto hace pensar que son necesarios a la colonia, aunque no se pueda determinar con precisión cual es su influencia, parece cierto que las colonias privadas totalmente de machos tienen un comportamiento anormal, baja actividad e incluso pueden llegar a desaparecer, si esto es así parece lógico suponer que son necesarios.

Durante los meses desde el otoño hasta finales del invierno se produce el tiempo de reposo y es muy simple la organización, si desciende mucho la temperatura exterior se deja de criar abejas por la gran dificultad que seria el mantener la temperatura necesaria en esa zona, 35º c. así conforme van llegando los fríos se agrupan en un lugar de la colmena sin que se pueda establecer previamente, a no ser que tenga algún defecto o alguna humedad en cuyo caso se alejan de ese lugar y se instalan en uno mas seco no cambiando hasta la remoción de primavera. Como es lógico se alimentan de la reserva de miel que tienen cerca y solo en los días de mayor temperatura pueden acercarse a otros panales si los primeros ya no tienen alimento.
En los sitios de inviernos templados donde la temperatura mínima no desciendo por debajo de 2º ó 3º c. se mantiene la cría pero solo en las colonias excepcional mente potentes, la cantidad en todo caso es muy pequeña. ½ ó 1 cuadro, en las otras la cría se interrumpe, pero apenas notan condiciones favorables se la lanzan a criarla, parece que estuvieran esperando el tiempo apropiado para lanzarse.
La movilidad del grupo de abejas no se produce si el frío es intenso porque ello implicaría enfriamiento adicionales de abejas que después necesitan de nuevo calentarse para mantenerse con vida lo que ocasiona un gasto de energía que ellas no consienten, en los casos de temperaturas extremadamente frías pueden llegar a morir abejas de la capa exterior de frío después de haber protegido y calentado a las otras, en condiciones normales se puede observar un cierto intercambio de abejas desde las capas exteriores a las mas interiores para calentarse. En casos muy extremos es tal la quietud en que se halla la colonia que no se mueven ni para acercarse a panales cercanos de miel y pueden llegar a morir incluso de hambre teniendo la miel tan cerca. La disposición de la miel en la parte alta de los panales que construyen en la naturaleza y la misma disposición en nuestras colmenas movilistas que es una imitación de aquella junto con la facilidad que tienen las abejas para subir, o la misma miel que colocan encima de los cuadros de cría sugiere que su instinto las indica colocarse formando la bola sobre los panales de miel y luego ir ascendiendo lentamente según van consumiendo.
El consumo de miel durante este periodo es verdaderamente mínimo y como corresponde a todo lo que sucede en la colonia, su cantidad solo es la necesaria para mantenerse con vida, nada hay de perjuicio en dejar una reserva superior de miel pues no por ello dejaran en su momento de recolectar la conducta de las abejas en este como en otros supuestos es excepcional.