Los Zánganos
Unos pocos de ellos pueden llegar a inseminar alguna reina (en cuyo caso
mueren)- no hacen absolutamente nada: Grandes, gordos, torpes y glotones, se
los reconoce fácilmente por su figura rechoncha, parecida a un pesado abejorro,
y la punta de su abdomen roma y peluda. Carece de aguijón. Son mantenidos por
las obreras mientras dure el buen tiempo y pudieran llegar a ser necesarios;
pero cuando la temporada declina, son arrojados de la colmena y mueren de hambre
y de frío. Y si se los ve en alguna colmena fuera de época, es un mal indicio:
Es una familia huérfana o cuanto menos defectuosa; en suma, con algo que anda
mal.
Al zángano solamente se le atribuye su existencia para la
fecundación de las reinas, aunque hay
autores que le dan otras funciones, como es dar calor a la colmena y su olor
servirá de excitante o acicate para el trabajo de las obreras, aunque todavía
no esta muy definida la misión del zángano en la colmena.
El zángano no trabaja porque la naturaleza no le ha dotado
de herramientas de trabajo, como puede ser su aparato bucal en el que la lengua
es más corta y no esta dotada para recoger el néctar de las flores, siendo
estos alimentados por las obreras, calculándose que cada zángano se come la producción
de seis abejas.
Su último par de patas no tiene cestillas para almacenar
polen y propóleos y transportarlo a la colmena.
El zángano es más grande, peludo y oscuro que las obreras.
Los ojos compuestos son muy grandes y circulares, mientras
que la obrera los tiene en forma de pera.
El zángano sale poco de la colmena y cuando lo hace es en
las horas centrales del día.
Los zánganos normalmente no tienen colmena fija, pues entran
y salen de ellas sin que las abejas los molesten, pero esto solo ocurre cuando
hay una buena entrada de néctar a la colmena, cuando éste escasea las obreras
los expulsan o matan sin piedad, ocurriendo esto en otoño, cuando las
floraciones ya son muy escasas y además los zánganos innecesarios, siendo
difícil ver estos en la colmena en los meses de invierno.
Jesús Llorente Martínez Dr. Veterinario
No tienen nada que hacer, ninguna presa que perseguir. Se
les ofrece el alimento preparado ya, y pasan la vida sorbiendo miel de los
mismos panales, en la oscuridad de la colmena. Pero son los agentes del amor y
a los dones más enormes y más inútiles se arrojan a manos llenas en el abismo
del porvenir. Uno entre mil de ellos tendrá que descubrir, una vez en la vida,
en lo profundo del azul del cielo; la presencia de la virgen real. Uno entre
mil tendrá que seguir un instante por el espacio, la pista de la hembra que no
trata de escapar. Basta con eso. La potencia parcial ha abierto hasta el
extremo, hasta el delirio sus inauditos tesoros. A cada uno de esos amantes
improbables, de los que novecientos noventa y nueve serán asesinados pocos días
después de las bodas del milésimo, la Naturaleza le ha dado trece mil ojos de cada lado
de la cabeza, cuando la obrera sólo tiene seis mil. Ha provisto sus antenas,
según los cálculos de Cheshire, con treinta y siete mil ochocientas cavidades
olfatorias, cuando la obrera no posee más que cinco mil. He ahí un ejemplo de
la desproporción que se observa en todas partes poco más o menos lo mismo,
entre los dones que acuerda al amor y los que regatea al trabajo, entre, el
favor que, esparce sobre lo que da vuelo a la vida en un placer, y la
indiferencia en que, abandona a quien se mantiene pacientemente en el afán.
Maurice Maeterlinck
El zángano, individuo macho de la
colonia es el responsable de la fecundación de la reina una vez que madura a
los 20 días. Sale y se separa de la colonia hasta 2 dos kilómetros de distancia
y se reúne con otros zánganos formando como una zona de fecundación o zona
zanganera que atrae a las reinas. Este alejamiento del zángano de su colonia
hace que sea muy difícil el apareamiento entre consanguíneos
A los 7 a 8 días de nacida, la reina
saldrá de la colmena emitiendo sonidos y olores
característicos, emprendiendo
así el vuelo nupcial. Sale de la colmena
buscando la “Zona Zanganera” adonde hace un vuelo rasante.
Las feromonas de la
reina atraen a los zánganos dotados de extraordinario olfato, y enseguida emprenden
la persecución ayudado por su espectacular visión. El zángano mas rápido y el
que vuele mas alto logrará darle alcance
a la reina y podrá fecundarla; La reina es fecundada por 15 zánganos
aproximadamente provenientes de otras colmenas para lo que requiere de varios
días y sucesivos vuelos nupciales para volver luego al promediar la tarde a su
colmena seguida de un enjambre de machos que se caen cerca de la colmena
exhaustos por la gran carrera. Los espermatozoides de estos llenarán una
cavidad interna (espermateca) cuya función es mantenerlos con vida por varios
años, si ella siente que su espermateca esta llena baja a la colmena y se recluta ahí, de lo
contrario al otro día emprende nuevos vuelos nupciales. A los dos o tres días
de haberse producido la fecundación, la reina comienza con la postura de
huevos, no saliendo de la colmena
excepto para enjambrar.