Alimentación primaveral
La alimentación es el
“aporte a las abejas de miel, polen o productos de sustitución con el objeto
tanto de cubrir las necesidades indispensables de la colonia en caso de escasez
o bien para crear en la colonia una euforia de recolección destinada a
favorecer su desarrollo en un período en que los aportes naturales son pobres o
inexistentes”.
En el
primer caso que mencionaremos se habla de alimentación de estimulación, y en el
segundo de alimentación complementaria o
simplemente alimentación.
La abeja melífera requiere de una dieta
apropiada para su crecimiento y desarrollo; su alimento debe contener
sustancias nutritivas para mantener los procesos vitales pero debe tenerse en
cuenta que el alimento de las crías es completamente diferente al usado por las
adultas.
La miel y el polen son los alimentos naturales de la abeja melífera. La miel
está compuesta fundamentalmente por azúcares y prácticamente no contiene
proteínas lo que la hace una buena fuente de energías para las abejas. Los
individuos adultos de la colmena pueden vivir durante largos períodos de tiempo
con una dieta compuesta únicamente por azúcares, sin embargo el polen resulta
esencial por su contenido de proteínas y vitaminas para la secreción de los
alimentos larvales, el crecimiento de las abejas recién nacidas y el desarrollo
de las glándulas hipo faríngeas.
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colmenas con alimentadores exteriores |
Durante los últimos años algunas fuentes de polen y néctar han desaparecido o
disminuido como consecuencia de la aplicación sistemática de herbicidas, el sobre
pastoreo, el aumento de superficies dedicadas a cultivos no melíferos y
condiciones meteorológicas adversas. En consecuencia en muchas zonas se han
acortado los períodos de flujo importante de néctar con lo que sólo recolectan
una buena cosecha aquellas colonias que llegan al inicio de las mieladas en
buenas condiciones de desarrollo.
Si se tiene en cuenta que desde la postura de un huevo de obrera hasta su
desarrollo como pecoreadora transcurren entre 5 y 6 semanas, la postura de la
reina durante las 5 o 6 semanas previas a la cosecha no debe interrumpirse si
no se quiere disminuir la población de abejas pecoreadoras, los individuos de
la colmena con capacidad cosechera. Aquellas colonias que utilizan parte de la
mielada principal para completar su retrasado desarrollo primaveral pierden
valiosos kilos de miel durante la cosecha.
Teniendo en
cuenta la situación descripta, la adecuada nutrición artificial de las colonias
durante los períodos de escasez de néctar y/o polen que se produzcan en la etapa
de precosecha adquiere su mayor importancia.
Como con la mayoría de los quehaceres apícolas, para la alimentación no hay una
receta infalible válida para todas las colonias sino que el modo cómo se
realicen tanto la alimentación como la incentivación está fuertemente
determinado por las características de la zona dónde se encuentren los
colmenares.
Es
conveniente que en el momento de abastecer los colmenares el productor
diferencie la calidad del alimento para el invierno de aquel que se da en la primavera
para la estación fría no son aconsejables los jarabes con alto contenido de
agua ya que pueden incentivar demasiado temprano la postura de la reina y
estimular el vuelo de las abejas en un período cuando las temperaturas externas
pueden resultar fatales y tendremos mayores niveles de humedad dentro de la
colmena. En cambio durante la primavera, cuando la temperatura externa es
mejor, las colonias pueden recibir jarabes azucarados menos concentrados
El ingreso
natural de néctar, estimularán la postura de la reina.
Los jarabes azucarados que se suministran durante la primavera pueden tener una
concentración de azúcar del 50 por ciento en tanto que la de los destinados al
consumo invernal puede ser del 66 por ciento ya que el mismo debe ser
suficientemente concentrado, además de no cristalizado y altamente asimilable
para reducir la acumulación de residuos en la ampolla rectal. Para época de
invierno, el jarabe de azúcar concentrado, el de maíz de alta fructosa o un
candi son apropiados.
ESTIMULACIÓN
La incentivación artificial tiene como objetivo aumentar la postura de la reina
mediante la utilización de sustitutos de polen. Sin embargo, aunque la cantidad
de cría se puede aumentar, la cantidad
de larvas que una colonia puede criar está limitada por la capacidad de crianza
de sus nodrizas.
Si se quiere incrementar el número de cría es importante que exista un adecuado
aprovisionamiento de azúcares, proteínas y vitaminas. Para simular el ingreso
de néctar se utilizan jarabes azucarados con una concentración del 40 o 50 por
ciento de azúcar, en una dosis (es la más usual) de un litro de jarabe por
semana y por colonia, y para cubrir los requerimientos de proteínas y vitaminas
se utilizan suplementos de polen - mezcla de algún elemento substitutivo del
polen, harina de soja por ejemplo, con polen natural - o sustitutos - alimento
que reemplaza por completo al polen natural.
Movidas por el interés de saber qué es verdaderamente lo que estimula a la
reina, si la miel o el polen y basándose en sus conocimientos que para que la
abeja se críe hacen falta las proteínas y es el polen el que las contiene. Lo
que incentiva verdaderamente es el polen y no la miel como creen muchos
productores. Deberemos tener en cuenta que por mucha cantidad de alimento que
aportemos a la colmena si no hay un
aporte suficiente de polen no obtendremos los resultados que buscamos con la alimentación de estimulación
Como el aumento de la cría logrado mediante la estimulación artificial trae aparejado un aumento
significativo del consumo de las reservas azucaradas, si existen dudas acerca
de la cantidad de reservas, se aconseja distribuir jarabes de alimentación y no
de incentivación ya que el jarabe al 50 por ciento no constituye un buen
alimento para las colmenas.
Requisitos para poder incentivar
se puede incentivar a las colmenas de
forma artificial sólo si se cumplen dos requisitos fundamentales: La existencia
de abundantes reservas de miel o sustituto azucarado, y floración escalonada
que implique una entrada natural de néctar y polen, de lo contrario, al
producirse un corte en el ingreso de alimentos, las colonias se estresarán y
resultará una colonia en peores condiciones que antes de la incentivación.
La segunda condición requiere del apicultor un profundo conocimiento de las
fechas de floraciones como así también de la meteorología propia de la región
para lograr un buen provecho de la incentivación artificial.
Resultados variables
Los resultados no son los mismos en todos los casos; en general el efecto es
más notorio en los núcleos que en las colmenas bien desarrolladas.
La distribución de jarabe incentivante muy temprano puede ser contraproducente
debido a que el período de incentivación disminuye el largo de vida de las
abejas de invierno hecho que puede producir la reducción de la población
pecoreadora de la colonia.
Cuando las condiciones naturales no son buenas, la distribución de jarabe
denso, con una concentración del 66 por ciento, puede producir un mejor
desarrollo de la postura que el suministro el jarabe al 50 por ciento.
La incentivación durante el otoño sólo se justifica en el caso de reinas
fecundadas al final de la temporada, caso que mejoraría el posterior desarrollo
primaveral de la colonia.
Sustitutos de polen
Aún no se
disponen sustitutos que resulten económicos y que reemplacen perfectamente al
polen.
De los compuestos sustitutivos del polen propuestos, el primero es el más usado
en apicultura, en el cual el harina de soja es la principal fuente proteica y
la levadura de cerveza es la mayoritaria del complejo vitamínico B. En lo que
respecta a los elementos individuales, el que cualitativamente mejor sustituye
al polen es la levadura de cerveza en tanto que el harina de soja, se
recomienda utilizarla tostada
conteniendo como máximo el 7 por ciento de grasas y del 45 al 60 por ciento de
proteínas.
Aceptación de los suplementos
Debido a que los suplementos del polen no siempre son bien aceptados por la
abejas debemos colocarlos cerca del nido de cría y utilizar sustancias como
aceite de anís, de hinojo o esencia artificial de miel para lograr una mejor
tolerancia.
Algunos sustitutos para incentivar
se puede un aumento del 36 por ciento de la producción comercial de jalea real
mediante el suministro de un sustituto de polen compuesto por el 12 por ciento
de lacto albúmina, el 23 por ciento de levadura de cerveza desactivada y el 65
por ciento de azúcar blanca, más el agregado del 50 por ciento de agua con
relación al peso de azúcar. Esta pasta se divide en porciones de 500 gramos las que formaremos porciones y se guardan a 15 º
centígrados bajo cero, entre hojas de papel encerado de un tamaño de 200 milímetros tanto
de largo cuanto de ancho, hasta ser usadas.

ALIMENTACIÓN ARTIFICIAL COMPLEMENTARIA
la primera pauta para diagnosticar el
padecimiento de hambre en una colmena es la inexistencia de reservas de miel o
jarabe azucarado en la parte superior de los marcos que rodea al área de cría.
La colonia al notar falta de reservas azucaradas comienza a matar huevos y cría
abierta, fenómeno que se detecta por la presencia de cría muerta en la piquera.
A partir de ese momento, la población comienza a disminuir hecho que no sólo
tendrá consecuencias inmediatas sino que al faltar una generación de crías, la
ausencia de nacimientos se notará luego de algunas semanas de iniciada la
hambruna, aunque esta ya haya cesado.
La consiguiente falta de pecoreadoras producirá efectos a partir de las 6
semanas desde que en la colonia faltó el alimento. Esta situación es grave pero
mayor importancia reviste aún si el hambre se produce durante las semanas
previas al inicio de la cosecha. A este panorama suele agregársele la aparición
de enfermedades dado que ciertos parásitos encuentran un blanco fácil en los
individuos estresados.
Una colonia que sufrió un período de hambruna prolongado durante la primavera
necesitará de varias generaciones de abejas para recomponer y equilibrar su
población. Como consecuencia, utilizará gran parte del período de mielada
principal para recuperar su equilibrio poblacional, disminuyendo de esta forma
la cosecha de miel.
Diferentes alimentos.
La miel
A pesar de que la miel es el alimento energético natural de las abejas, el
fuerte pillaje que puede provocar su distribución, la transmisión de
enfermedades apícolas a través de la misma y su mayor valor comercial con
respecto a sus sustitutos, son algunas de las razones que no hacen aconsejable
su suministro para la alimentación de las colonias.
La miel vieja o sobrecalentada y la
fermentada no son buenas como alimento ya que la primera tiene bajo valor
nutritivo y en el caso de la segunda, los productos del metabolismo de las
levaduras pueden resultar tóxicos para las abejas.
La glucosa y la sacarosa
Distintas experiencias demuestran que la sacarosa es más aceptada y produce
mejores resultados que la glucosa. Cuando las abejas se alimentan por sus
propios medios visitan preferentemente, las flores cuyo néctar tiene como azúcar
predominante a la sacarosa.
Hanson y Sandberg probaron diferentes proporciones de glucosa y sacarosa
para la alimentación invernal y el mejor resultado lo obtuvieron de las
colonias alimentadas con jarabe de sacarosa en tanto a las que se les
suministró jarabe con alta proporción de glucosa (75 por ciento de glucosa y 25
por ciento de sacarosa) quedaron en malas condiciones en la finalización del
invierno. Las abejas prefieren los jarabes de sacarosa más que los de glucosa o
fructosa, de azúcar invertido o los de melaza.
La calidad del azúcar (sacarosa) y la aceptación por parte de las
abejas depende del grado de refinación. El azúcar rubia es menos aconsejada que
la refinada y se puede utilizar para la
alimentación sólo cuando existen condiciones que permiten buena actividad de
vuelo y la eliminación constante de la materia fecal, ya que este tipo de
azúcar puede provocar en el intestino posterior una acumulación exagerada de
materia fecal. suele generar desperdicios de jarabe fermentado en los
alimentadores.
El azúcar seca puede suministrarse en forma seca, de candi o de jarabe.
El azúcar administrado como candi es indicado para la alimentación en pleno
invierno y para las abejas en viaje. Para su consumo las abejas necesitan agua
que se puede suministrar especialmente, o en el caso de las abejas de invierno
estas aprovechan el agua producida por la condensación dentro de la colmena. El
candi es ingerido más lentamente que el jarabe y no produce la excitación de
este último, sin embargo dado el costo del trabajo para su preparación se utiliza para la alimentación de un número
limitado de colmenas o para circunstancias muy especiales.
El azúcar seco que se puede administrar en alimentadores, sobre entretapas con
agujeros o sobre una hoja de papel de diario colocada sobre los panales-
presenta las ventajas de no necesitar preparación y distribuirse con facilidad,
pero tiene la desventaja que la colonia necesita de aprovisionamiento constante
de agua ya que la abeja requiere disolver el azúcar para consumirlo; además
algunas individuos de la colonia lo tratan como impureza dentro de la colmena y
sacan parte del suministro por la piquera.
Experimentos
realizados por especialistas demostraron que la producción de miel de colonias
alimentadas con jarabe de sacarosa al 60 por ciento fue superior que la de las
colonias que se les había provisto azúcar seca.
El jarabe concentrado de azúcar al 66 por ciento puede utilizarse durante todo
el año, sin embargo, si durante el invierno fuera necesario alimentar a las
colonias, resulta más conveniente el candi ya que no estimula la postura. El
producto más utilizado para la preparación de jarabe es el azúcar blanco
cristalizado.
Algunas experiencias demostraron que las colonias alimentadas con jarabe de
sacarosa aumentan la recolección de polen debido a un incremento en la
población de abejas recolectoras; la cantidad de polen recogido se duplicó al
suministrar jarabe con una concentración de sacarosa del 62 por ciento y se
triplicó con jarabe al 40 por ciento. Este incremento adquiere mayor
significación si se considera que también aumenta la eficacia polinizadora de
las colonias.
El jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF)
Este jarabe que deriva de la hidrólisis del almidón de maíz, incitaría menos al
pillaje que el jarabe de sacarosa por resultar menos atractivo para las abejas.
Estos jarabes son ofrecidos, en composiciones diversas, por distintas empresas
a nivel nacional.
De comparaciones realizadas en laboratorio de los jarabes de maíz de alta
fructosa, de uva, de miel y de sacarosa se concluyó que el largo de vida de las
abejas alimentadas con jarabe de sacarosa fue el superior a todos, pero sólo
estadísticamente mayor al correspondiente al jarabe de uva. En lo que respecta
al consumo diario de jarabe, a la producción de cera y al número de celdas con miel
operculada no se encontraron diferencias entre los jarabes de miel, sacarosa y
alta fructosa.
Se compararon jarabes al 66 por ciento
de JMAF42, JMAF55, sacarosa y glucosa, los mejores azúcares para la
alimentación complementaria de las abejas son el JMAF55 y la sacarosa.
El JMAF tiene las ventajas sobre el jarabe de sacarosa, que no necesita
preparación, fermenta más lentamente e incita menos al pillaje; pero el jarabe
de maíz también presenta algunas desventajas respecto de la sacarosa ya que
resulta más caro si se tiene en cuenta su contenido acuoso, solidifica en
primavera dificultando la distribución del mismo y encierra el peligro de
adulteración de la miel de cosecha, dado que las abejas lo almacenan y lo
tratan como si fuese miel.

PREPARACIÓN DEL JARABE
Para la fabricación de jarabe para las abejas el producto más utilizado es el
azúcar blanco cristalizado.
Para preparar un jarabe para alimentación de dos partes de azúcar en una de
agua. Con el fin de lograr una adecuada disolución del azúcar se revuelve la
solución mientras se agrega el azúcar en forma de lluvia operación que se puede
realizar en forma manual con una paleta perforada con mango o de
manera mecánica para lo que algunos apicultores adaptan maquinarias tales como
mezcladoras y extractores de miel.
Para la preparación de grandes volúmenes de jarabe. La agitación se logra por
un circuito cerrado accionado por una bomba.
La bomba se debe poner en marcha antes
de comenzar a verter el azúcar; si la solución no se agita mientras se hecha el
azúcar, este se acumula en el fondo y no se logra una buena disolución final. Para
el jarabe de incentivación con un 40 o 50 por ciento de sacarosa no es
necesario calentar el agua ya que a una temperatura de 20 grados centígrados se
logra una buena disolución.