sábado, 16 de febrero de 2013

PILLAJE ENTRE COLONIAS



Se denomina de esta manera un  incidente que surge en el colmenar y que cosiste en que una colonia potente ataca y destruye a otra/s más débiles llevándose la miel que tengan. Este hecho sucede más bien al final de las floraciones cuando las pecoreadoras no tienen néctar que recoger en el campo y están atentas a todas las percepciones de olor procedentes de las colmenas vecinas, al menor descuido de las guardianas entran y si por debilidad de las mismas logran su objetivo, que es llevarse la miel, darán aviso a sus compañeras de la situación y estado de aquella que será en breve atacada por millares de abejas combatiendo con las otras y si dominan las atacantes destruyen los panales, dejándolos reducidos a polvo fino que sale por la piquera y abundantes abejas muertas.
En ocasiones la colmena atacada es tan débil que se resigna y su población parece que deserta y acompaña a las atacantes no encontrando por esta razón el apicultor elevado número de bajas. El refuerzo con las abejas, incluso las de la pillada, la motiva a atacar de nuevo y si la colonia elegida es algo más potente resultan del combate muertas muchas, las vemos delante de la colmena en gran cantidad o arrastrándose por el suelo y piquera en una postura típica formando su cuerpo una figura semejante a una C.
ante el tumulto que se forma otras colonias hasta ahora tranquilas realizan a su vez tentativas, que se saldan con más bajas y durante varios días encontraremos en el colmenar un gran nerviosismo y agresividad, y aunque al final reine la calma bastará algo de olor a miel o el mismo del propóleos al destapar para que se reanude la inquietud y las tentativas vuelvan.

Todos los casos de pillaje obedecen al instinto natural que las impulsa a recoger toda la miel posible en la colmena para servir de alimento al grupo o colonias potentes que son los que la naturaleza señala para perpetuar la especie, para el apicultor suele tratarse de un grave inconveniente, este estado de pillaje las lleva a atacar incluso colonias muy potentes pero que tienen alguna rendija que ha quedado de un cubre mal puesto y no siempre la colonia potente logra vencer a las atacantes.
Si detectamos el fenómeno en sus comienzos lo primero es tapar parcialmente las piqueras de todas las colmenas que se estiman como débiles y revisar todas las demás en busca de resquicios por donde se puedan colar abejas, así serán mejor defendidas en caso de ataque  aunque las propias de la colonia intentan entrar, pero dada la confusión es difícil saber si se trata de pilladoras decidas a entrar a toda consta, así que lo mejor es cerrar totalmente la piquera con hierba y dejar entrar a intervalos solo a aquellas abejas que lleven polen en las patas. Es un síntoma inequívoco de la presencia de pilladoras ver abejas que se posan en lugares raros como puede ser el tejado intentando entrar o se muestran muy dubitativas ante la piquera, pero este hecho no debe ser confundido con la presencia de un grupo de abejas que realiza los primeros vuelos de reconocimiento, en este caso las abejas están delante de la piquera formando una nube pero entran y salen con confianza las extrañas se mueven alejándose de las propias de la colonia y podemos ver como estas las sujetan por las patas y aquellas tratan por todos los medios de zafarse.

Alguna vez es el propio apicultor el causante de la excitación inicial que desencadena todo el problema, en primavera todos los manejos son fáciles, la ocupación de traer néctar no las distrae en otras cosas y se puede dejar miel destapada durante bastante tiempo y no van a recogerla, no sucede lo mismo en el otoño o en momentos donde por alguna causa, como puede ser una sequía, se pase tiempo sin poder realizar recolección alguna. Destapar colmenas y remover panales con el olor que se desprende motiva la reacción de las pecoreadoras de las colmenas vecinas y pronto la abierta se ve rodeada de pilladoras a millares que intentan entrar, tratando de hallan cualquier abertura y si no lo encuentran atacan por piquera, una vez el combate se generaliza se producen muertes a millares y es posible que haya intentos sobre varias colonias de forma simultánea. Si un colmenar ha padecido pillaje es normal que los intentos duren varios días más, por ello todos los trabajos previstos tienen que ser suspendidos ante la imposibilidad material de llevarlos a cabo, apenas se destapa un colmena cuando empiezan ha llegar las pilladoras, transcurridos unos días podemos reiniciar el trabajo siempre atentos a las reacciones de las colonias.
Si fuera imprescindible realizar alguna inspección en medio de esta situación anómala debemos trabajar sobre unas pocas colonias, suspendiendo el trabajo por algunos minutos al menor síntoma y iniciando de nuevo en otro sitio del colmenar alejado para sorprenderlas, es bueno trabajar al atardecer para que la noche las calme. Alguna vez puede suceder que sean nuestras colonias las que procedan a pillar en otras de la vecindad o que sean abejas extrañas las que vengan a nuestro colmenar con el mismo propósito, en el primer caso cabe mojar con agua la colonia que suponemos esta pillando a otras, se suele detectar por la gran actividad que tiene cuando sus vecinas se hallan prácticamente paradas, en el segundo supuesto se puede cambiar la colonia de sitio para despistarlas o colocarla en el lugar de una potente, pero este cambio sobre la marcha puede provocar alguna baja al no estar los olores unificados.

Uno de los avisos de probabilidad de pillaje nos lo indica el comienzo de la matanza de los machos, como sabemos que se realiza al finalizar la recolección cuando se produce deberemos tomar precauciones adicionales. Sobre este tiempo corresponde retirar las alzas para la extracción lo que provoca una gran excitación en todo el colmenar y el peligro aumenta de forma muy notable, siendo frecuentes las interrupciones por esa causa, procederemos al atardecer y cuidaremos que todo este bien tapado. Devolver las alzas para la limpieza es otra forma de motivar pillajes, las alzas suelen tener residuos de miel exteriores lo que unido al intenso olor provoca pillaje sobre la marcha, es una buena medida lavar la madera una vez colocada en la colmena y comprobar que todo está bien cerrado. Todo intento de pillaje debe ser corregido sobre la marcha y en época de riesgo realizar frecuentes visitas al colmenar para ver que todo está tranquilo, aunque solo fuera por el valor de los panales que evitamos sean reducidos a polvo nos interesa cuidar que no se producía esta anormalidad.

viernes, 15 de febrero de 2013

POLINIZACIÓN POR LAS ABEJAS



En cada ocasión en que una abeja recoge néctar de una flor o bien néctar y polen y se desplaza a otra para hacer lo mismo realiza uno de los actos más importantes y beneficiosos para las plantas pues las ayuda en la polinización de sus flores. Es importante resaltar que todo el cuerpo de la abeja se halla cubierto de pelos rígidos a los que el polen se adhiere transportándolo hasta otra planta, muchas disponen de un polen de unas característica determinadas y que facilitan de por sí el agarre a la abeja. Cuando por propia iniciativa la abeja recoge polen y debe llenar las cestas de las patas con las bolas que prepara, necesita hacerlo de muchas flores y es entonces cuando la función de polinización se realiza de forma óptima si consideramos además que solo recoge de una sola especie con lo que se produce una simbiosis entre abeja y planta muy importante.
La polinización en las flores de las plantas equivale a la cópula entre las especies del reino animal, y si no se realiza o se hace de forma deficiente los frutos de esa planta tendrán defectos y serán menos.

La contribución que las abejas realizan se manifiesta como una interacción entre el reino vegetal y animal verdaderamente admirable, el vegetal procura el sustento de las colonias y estas por el solo hecho de recogerlo ayudan a la planta a tan importante función, calculándose que un gran porcentaje de cultivos y también de vegetación silvestre esta directamente beneficiada, la supervivencia de numerosas especies de plantas depende en gran medida de la polinización de los insectos en general y de las abejas en particular.
De forma práctica se pude comprobar que frutales a los que mediante una red se privó de la llegada a sus flores de los insectos, redujeron la cosecha hasta el 2% de la que cabría esperar, tan solo la acción del viento realizó el intercambio del polen.
Siendo a menudo las condiciones meteorológicas no adecuadas en el momento preciso y teniendo en cuenta que no todas las flores masculinas y femeninas que tienen poder fecundante en un momento dado se hallan reunidas, puede suceder que el arrastre de polen por el viento lleve el polen fuera del lugar donde se necesita y esto tratándose de fecundaciones en el mismo árbol. Todo el proceso es más difícil de lograr al hallarse las flores entre dos portadores distantes varios metros donde la acción del viento es aún más incierta, es aquí donde los insectos son los mejores vehículos.
El predominio para polinizar por las abejas en la mayoría de las especies cultivadas y silvestres se debe al hecho de formar sociedades de muy elevado número de individuos, donde el consumo entre otros elementos de polen y néctar es muy grande siendo por ello necesario recogerlo de millones de flores multiplicando así la eficacia de la acción.

Otros insectos también colaboran en esta tarea aunque indiscutiblemente su contribución es menor, en principio por pertenecer a grupos de menor número de miembros y casi siempre se contentan con obtener el alimento diario con lo que la visita a las flores es de poca entidad. No obstante eso, se ha visto que algunas plantas por ellos visitadas no lo eran por las abejas, estimándose entonces beneficiosa su labor y debiendo procurar su mantenimiento respetando su habitar natural.
Los beneficios económicos estimados de incremento de las cosechas en el campo por la acción de las abejas es de unas catorce veces el valor total de la producción apícola de una explotación, siendo en algunos hábitat las abejas estimadas más por la polinización que realizan el los campos que por la misma producción apícola.
Sucede y para contratiempo del apicultor que no todas las personas interesadas comprenden la importancia de los hechos descritos y no tienen en cuenta la presencia de abejas ni de otros insectos en las cercanías cuando proceden a dar tratamientos de cualquier entidad sobre las plantas cultivadas cuando se hallan precisamente en flor, lo que es perjudicial para la polinización de las plantas y contribuye a eliminar abejas que sería el mejor aliado natural en este caso.

Respetando los días del periodo de floración y siempre evitando en los tratamientos antes y después de la floración, los productos más dañinos para las abejas se contribuye a evitar la enorme mortandad que sobreviene cuando ellas acarrean el polen y el néctar contaminado hasta la colmena donde ocasiona un daño añadido en la cría que muere en gran cantidad dejando las colonias muy débiles.
Las colonias destinadas a la polinización de algún cultivo deben formar parte de las colonias más activas para asegurar el trabajo, unas pocas colonias muy potentes realizan mejor el trabajo que varias muy medianas cuyo consumo de polen y néctar va a ser menor en la misma unidad de tiempo. Se necesitan entre cinco y diez colonias por Ha. según el atractivo que para ellas tenga el cultivo, cuando les resulta agradable rápidamente invaden sus flores y en los pocos días de floración resulta una polinización perfecta.
Puede suceder que las abejas prefieran las flores silvestres que las del cultivo en ese caso la única forma de intentar atraerlas sería asperjar algo de agua melada, estos casos son verdaderamente excepcionales y casi siempre al cultivo llegaran las abejas necesarias, se debe tener muy presente que no en todas las horas del día una planta está en disposición de ofrecer néctar en abundancia y como la abeja recoge el polen casi siempre simultáneo con el néctar puede preferir en un momento dado otra planta, es conveniente una observación a diferentes horas del día y durante unos días para cerciorarse de los que sucede.

FASES DE LA ACTIVIDAD APICOLA



En el ciclo de actividad de una colonia existen dos etapas bien diferenciadas en cuanto a la organización vital de los nidos necesaria para lograr la máxima eficacia, la primera se extiende desde un poco antes del comienzo de la primavera y llega como mínimo hasta final del verano y que se caracteriza por el trabajo en el campo y por la cría de abejas en el interior, el resto de la añada sobretodo otoño e invierno es un tiempo en donde la actividad es muy reducida, según el lugar del asentamiento puede llegar a permitir incluso mantener un poco de cría en el centro del nido, favorecida por la aparición de polen temprano en algunas flores de invierno, no obstante esto este segundo periodo puede considerarse de reposo.
Se considera como inicio del año apícola la llegada continuada de polen a las colonias, cosa que podemos ver con facilidad en los días templados, de forma simultánea en el interior están teniendo lugar cambios muy importantes y significativos siendo de destacar la elevación de la temperatura y el mantenimiento de la humedad relativa dentro de un margen muy estrecho y apropiado a la salud de las larvas que se empiezan a incubar. Cuando todo esto tiene lugar deducimos que la remoción de las colonias es un hecho iniciándose todo el proceso vital.

La llegada de gran cantidad de polen, con un porcentaje superior al 50% las abejas que lo traen, nos indica mejor que otra cosa la presencia en el interior de cría abundante y aquellas colonia que así se nos muestran pronto aumentarán de ganado llevando ya desde este momento inicial la delantera durante toda la añada a otras que en este momento presentan una actividad menor y que no logran, en general, igualar a las mas aventajadas que necesitarán antes utilizar las alzas que serán llenadas con facilidad al coincidirles las mejores floraciones con su mayor potencia, en una simbiosis verdaderamente admirable, las más retrasadas que pasa el tiempo y no aumentan de ganado, por variadas causas, tan solo en los días de mucho calor presentan una actividad algo notable, ello es consecuencia de poder abandonar temporalmente el calentamiento del nido, cosa que pueden hacer al ayudarles el calor exterior a mantener la temperatura necesaria.
La relación entre la superficie que ocupa la cría de una colonia y el espacio que las, abejas una vez nacidas ocuparan es de un cuadro y medio de abejas por cada uno de cría, ello hace posible entre otras cosas que la colmena cuando se llena de panales de cría disponga de abejas suficientes para llenar con ellas las alzas y enviar al campo ganado suficiente para trabajar y mantener toda la actividad frenética que tiene lugar.
Con la llegada del otoño ocurre un fenómeno curioso y fácilmente observable, las abejas se hallan en las piqueras y parece que están como limpiando algo con las mandíbulas en un movimiento muy curioso hacia los lados, todas las colonias lo realizan, algunos días mas tarde se van colocando formando la típica bola compacta de la invernada, la actividad tanto exterior como interior se reduce y llega a cesar prácticamente por completo quedando las abejas casi quietas sobre los panales y solo en los días muy calurosos se desplazan por el interior y salen a vaciarse.
Cuando vemos esto en la piquera de la colmena se hallan preparadas para el reposo invernal y no debemos molestarlas con revisiones o exámenes que se dejarán para varios meses adelante, es muy importante respetarles ese deseo de permanecer inactivas y tranquilas, aunque no por ello dejan de estar atentas a lo que ocurre en torno de la vivienda y con el zumbido demuestran su rechazo cuando golpeamos la madera. En alguna ocasión al final de las floraciones importantes se adelanta por causa de la sequía en ese caso pueden llegar a prepararse equivocadamente para la invernada y con la llegada de las floraciones de inicio de otoño realizan una pequeña recolección pero pronto vuelven a su situación de reposo, constituye esto una prueba más de la perfecta sintonía entre ellas y la flora del lugar, mientras las condiciones climáticas exteriores sean adversas y sobretodo mientras la temperatura del ambiente se halle por debajo de diez grados permanecerán recogidas en la colmena, si aquella se elevara entre doce o quince grados salen al campo a vaciar sus intestinos y pueden realizar una recolección en flores cercanas a la colmena.

La primera diferenciación importante entre los miembros de la colonia en este periodo de actividad viene marcada por la edad de los individuos y así su función depende de aquella. Los podemos dividir en tres grupos, aunque en el desarrollo normal de los nacimientos los tres se solapan un poco en el tiempo, el primero sobre el segundo y este a su vez sobre el tercero, es lo que en apicultura se llama enjambre evolucionado hacia adulto siendo en este caso los individuos de la primera fase cada vez menos numerosos.
El primer grupo comprende las abejas recién nacidas y hasta aproximadamente el doce o catorce de vida, el segundo va desde unos quince días después de nacer y llega hasta los veintidós o veinticuatro días y el tercero desde esta fecha hasta la muerte de la abeja, cosa que sucede unos dos o dos y medio mes desde el nacimiento en primavera y unos cinco o mas cuando el nacimiento de aquella obrera ha tenido lugar al final de temporada y llegará con vida hasta la remoción del próximo año.
Las abejas nada mas salir de la celda presentan un aspecto débil y su color es más claro que el del insecto adulto, empieza a alimentarse pronto del néctar o miel y en los primeros días tan solo se fortalece, pronto empieza a poner en funcionamiento las glándulas situadas en la cabeza y que son productoras de jalea real y que a partir del quinto día están en su apogeo. Esta función es de la mayor importancia por tener una relación directa con la cantidad de puesta a alimentar sin olvidar la cantidad necesaria para alimentar la reina que en esta época de hacerse de forma abundante.

Se admite que la jalea va cambiando de composición según varía la edad de la larva a la que se alimenta y fácilmente se puede comprobar que aquella lo es a intervalos cortos depositando un poco de jalea cada vez, la abeja realiza esta alimentación introduciendo la cabeza en la celdilla y depositándola en el fondo. Si hubiera maestriles aquellos deben ser provistos de una cantidad importante de jalea y son las nodrizas las encargadas de hacerlo, las colonias muy potentes en nodrizas pueden hacer muchos y bien alimentados lo mismo que las mas débiles no pueden hacerlo.
Es fácil darse cuenta como a pesar de la gran cantidad de larvas a alimentar y de las variaciones que en la composición de la jalea se admiten no por ello se quedan larvas sin alimentar, olvidadas, lo que da idea de la perfecta organización que la colonia tiene. La abeja realiza este cometido hasta los doce o catorce días de edad y es un verdadero ejército las que se ocupan de este menester, para diferenciarlas de los otros grupos las llamamos nodrizas y debemos señalar que ellas no salen al campo a realizar recolección, solo parten algunas apenas pueden volar acompañando a las otras mas viejas en los enjambres.
Las nodrizas tienen una gran importancia en todo el proceso de cría de reinas, mas bien son imprescindibles, es conveniente que sus colonias estén en las mejores condiciones en todos los sentidos para que ellas puedan abastecer con abundancia los futuros maestriles, en algunos manejos se puede estimular su actividad suministrando agua melada.
Cuando de las condiciones naturales de una colonia resulta un crecimiento muy importante de individuos de este tipo coincidente con una baja ocupación de los otros grupos resulta de ello la necesidad de enjambrar, se debe estar muy atento a que esto no suceda por falta de espacio. Es el mismo caso si la numerosa población detecta un bajón en la cantidad de feromona que les llega de la reina, pronto las abejas con una contribución especial de las nodrizas toman la decisión de renovarla. En algún caso renuncian ha hacerlo perdiéndose la colonia, pero es posible que en este caso influyan factores que no se detectan a simple vista, la presencia de alguna enfermedad poco corriente puede causar este comportamiento, en general la desaparición de colonias populosas está precedido de alguna anormalidad grave que no siempre se detecta a tiempo.

En condiciones normales durante la primavera verano y sobre el día catorce las funciones de nodriza van poco a poco desapareciendo y la abeja se integra en el segundo grupo. No sucede lo mismo al final de la estación o cuando ocurren circunstancias anormales, como la pérdida de la reina que ha salido a fecundar y deben esperar a que regrese otra en cuyo caso aquellas glándulas permanecen en reposo reanudando su actividad cuando sea necesario, aunque es necesario hacer notar que tan pronto las primeras abejas nacidas reinician el ciclo evolutivo sustituyen a las mas viejas.
La segunda fase de la vida de las obreras comprende un trabajo fundamental que es el de cerera y otros no menos importantes y necesarios e imprescindibles como son la limpieza interior y la transformación del néctar. La limpieza interior es de una pulcritud envidiable, cualquier objeto ajeno a la colonia es rápidamente retirado y echado fuera, los cadáveres de otras abejas residuos de su actividad y cualquier cosa que no es de su agrado es arrastrado al exterior o propolizado en el sitio que ocupa cuando no pueden moverlo, es el caso de grandes insectos que se adentran en el nido o caracoles que son muertos y sus caparazones o esqueletos fijados con propóleos a la madera.
La misión fundamental de este grupo es la construcción de panales bien totalmente cuando se hallan libres en la naturaleza o reparando y acondicionando las láminas cuando están en nuestro apiario, se ocupan del operculado de todas las celdillas ya se hallen ocupadas por cría o por miel, contribuyendo de forma decisiva a la elaboración del néctar recién recogido.

Este grupo de abejas, en principio, no realiza trabajos exteriores y no recoge néctar de las flores, pronto realizan vuelos de reconocimiento de los alrededores de la colmena y vacían los intestinos, cosa que como se sabe deben realizar en pleno vuelo. Consumen alimento en abundancia para poder producir la cantidad de cera necesaria y que ellas van secretando por entre los anillos del abdomen mientras se hallan formando racimo muy juntas y quietas en los lugares donde se necesita, podemos ver muchas de estas dinimutas laminillas caídas al suelo cuando su producción sobrepasa el consumo. Como se supone en aquellas colmenas donde tienen que construir todos los panales la cantidad de miel consumida se resta de aquella que cabria esperar como producción.
Otro aspecto muy importante en la vida de las colonias es la ventilación, las abejas se procuran un ambiente interior apropiado controlando la subida de la temperatura sobretodo en verano lo que traería como consecuencia problemas a la cría, pero además y dado que el nido es una zona especialmente protegida la ventilación es usada para evaporar el exceso de agua que contiene el néctar cuando lentamente va siendo concentrado y se va transformando en miel. Para esta función se ocupan todas las que sean necesarias poniéndose en la piquera con el abdomen levantado y con el movimiento de las alas establecen la corriente de aire necesaria, aquellas colmenas dotadas de piqueras muy pequeñas pronto se ven ocupadas por abejas ventilando y es frecuente comprobar como estorban la entrada de otras abejas que llegan del campo, es fundamental el mantener la temperatura y la humedad interior en su justa medida y por ello no dudan en estorbar la llegada de pecoreadoras e incluso las ventiladoras se ven con frecuencia incomodadas y deben pararse ante el tumulto que se forma. No se debe permitir que esto ocurra abriendo las piqueras totalmente en toda época, nadie mejor que ellas saben cuando necesitan proceder a la ventilación o agruparse para mantener la temperatura, las colmenas con amplias piqueras no necesitan ocupar demasiadas abejas en este trabajo y tan solo cuando la recolección a sido muy importante podemos ver abejas que ventilan, especialmente al atardecer.
Si el calentamiento interior es perjudicado por la abundancia de abejas que contribuyen a él, gran parte de las abejas salen al exterior colgándose de los lados, si esta situación persiste varios días pronto enjambrarán. Si el calentamiento es solo temporal la actividad casi se paraliza y no se reanuda hasta que todo es normal.
Sobre los veinte días su actividad de cerera empieza a desaparecer y es entonces cuando sale al exterior en las horas centrales del día realiza nuevos vuelos de reconocimiento con la cabeza vuelta hacia la piquera de la colmena para fijar su situación en relación a los objetos del entorno, va haciendo círculos cada vez con un diámetro mayor hasta que definitivamente sale al campo dedicándose al arrastre de todo lo necesario al nido. En un principio se aleja unos centenares de metros pero pronto puede alejarse varios km. si fuera necesario, regresando a la colmena y reconociéndola, en general, sin dificultad.

Este trabajo de pecoreadora lo realiza hasta su muerte, pudiendo en ocasiones permanecer algunos días antes de morir haciendo trabajos de interior, ahora su cuerpo es mas oscuro, casi negro, por haber perdido gran parte del pelo y sus alas se pueden ver rotas, han sido desgarradas en las plantas que tienen espinas y estropeadas por los incesantes vuelos que ha realizado a lo largo de esta última etapa. Lo corriente es que las abejas viejas mueran en el campo al no poder regresar por faltarles las fuerzas, algunas que perecen durante la noche son sacadas al amanecer pero siempre son una cantidad mínima, como tiene que haber una renovación necesaria la cantidad que perecen en el campo es muy superior a las que perecen en la colonia, en condiciones normales delante de las colmenas apenas podemos ver abejas muertas.
Las abejas de este grupo tiene totalmente desarrollado su instinto de defensa y son más proclives a atacar que los son las otras de interior, cuando regresan cargadas son tolerantes y podemos acercarnos a las colmenas con poco riesgo de ser agredidos en los días de mucha actividad, cosa que no ocurre cuando esta es escasa, los manejos en el colmenar siempre se deben ejecutar en aquellos días en que la actividad es mayor, nuestro trabajo resultará favorecido.
Las misiones fundamentales de las pecoreadoras son el acarreo de néctar, de polen, de agua y de propóleos para los nidos y la defensa con vehemencia del grupo cuando se sienten atacadas y molestadas en su actividad cotidiana.
El número de individuos de este grupo tiene que ser aproximadamente tan elevada como la suma de las nodrizas y de las cereras, así se asegura la alimentación de aquellos grupos y como no siempre en el campo las condiciones de recolección son buenas como no lo es siempre el tiempo meteorológico este grupo de abejas se encargan de formar una reserva suficiente para cubrir las necesidades de consumo en esos días.
Se debe tener presente que la cantidad de miel presente en la colmena, incluso llegado el momento de la recolección, es solo una mínima parte de la realmente preparada por las abejas, pues se debe incluir además aquella cantidad que ellas han consumido durante la añada, se trata de un trabajo de acarreo verdaderamente sorprendente que solo se explica por la tenacidad con que las abejas lo realizan y por la cantidad de ellas que participan.
Los machos presentes en la colonia en espera de fecundar reinas no realizan trabajo exterior alguno, pero en el interior se puede asegurar que participan en tareas no bien definidas, en cualquier caso el calentamiento de la cría cuando permanecen en el interior pudiera ser una función indirecta pero interesante, algunas abejas podrían dedicarse a otras cosas mientras ellos permanecen sobre los panales. De todas formas ellos salen y permanecen bastante tiempo fuera de las colmenas para regresar al atardecer y alimentarse, el hecho que sean tolerados durante el tiempo de las fecundaciones es normal, no lo es tanto la cantidad que pueden llegar a alcanzar, esto hace pensar que son necesarios a la colonia, aunque no se pueda determinar con precisión cual es su influencia, parece cierto que las colonias privadas totalmente de machos tienen un comportamiento anormal, baja actividad e incluso pueden llegar a desaparecer, si esto es así parece lógico suponer que son necesarios.

Durante los meses desde el otoño hasta finales del invierno se produce el tiempo de reposo y es muy simple la organización, si desciende mucho la temperatura exterior se deja de criar abejas por la gran dificultad que seria el mantener la temperatura necesaria en esa zona, 35º c. así conforme van llegando los fríos se agrupan en un lugar de la colmena sin que se pueda establecer previamente, a no ser que tenga algún defecto o alguna humedad en cuyo caso se alejan de ese lugar y se instalan en uno mas seco no cambiando hasta la remoción de primavera. Como es lógico se alimentan de la reserva de miel que tienen cerca y solo en los días de mayor temperatura pueden acercarse a otros panales si los primeros ya no tienen alimento.
En los sitios de inviernos templados donde la temperatura mínima no desciendo por debajo de 2º ó 3º c. se mantiene la cría pero solo en las colonias excepcional mente potentes, la cantidad en todo caso es muy pequeña. ½ ó 1 cuadro, en las otras la cría se interrumpe, pero apenas notan condiciones favorables se la lanzan a criarla, parece que estuvieran esperando el tiempo apropiado para lanzarse.
La movilidad del grupo de abejas no se produce si el frío es intenso porque ello implicaría enfriamiento adicionales de abejas que después necesitan de nuevo calentarse para mantenerse con vida lo que ocasiona un gasto de energía que ellas no consienten, en los casos de temperaturas extremadamente frías pueden llegar a morir abejas de la capa exterior de frío después de haber protegido y calentado a las otras, en condiciones normales se puede observar un cierto intercambio de abejas desde las capas exteriores a las mas interiores para calentarse. En casos muy extremos es tal la quietud en que se halla la colonia que no se mueven ni para acercarse a panales cercanos de miel y pueden llegar a morir incluso de hambre teniendo la miel tan cerca. La disposición de la miel en la parte alta de los panales que construyen en la naturaleza y la misma disposición en nuestras colmenas movilistas que es una imitación de aquella junto con la facilidad que tienen las abejas para subir, o la misma miel que colocan encima de los cuadros de cría sugiere que su instinto las indica colocarse formando la bola sobre los panales de miel y luego ir ascendiendo lentamente según van consumiendo.
El consumo de miel durante este periodo es verdaderamente mínimo y como corresponde a todo lo que sucede en la colonia, su cantidad solo es la necesaria para mantenerse con vida, nada hay de perjuicio en dejar una reserva superior de miel pues no por ello dejaran en su momento de recolectar la conducta de las abejas en este como en otros supuestos es excepcional.

jueves, 14 de febrero de 2013

ALOJAMIENTOS NATURALES


Alojamientos naturales 
En condiciones naturales las abejas escogen un hueco en un árbol o en las rocas de la montaña para resguardarse de las inclemencias del tiempo y allí comienzan a construir los panales y se desenvuelve la vida de la colonia, através de las rendijas que desde el interior les permite ver la luz alcanzan el exterior, y no tienen preferencia sobre la orientación de aquellas, es posible ver como mueren muchas abejas al llegar el atardecer de los días fríos que no pueden alcanzar el interior especialmente si las entradas se hallan orientadas hacia el norte.

En tiempos remotos las abejas no estaban establecidas en colmenas como las conocemos en la actualidad, pues tan solo hace unos años que se emplean de forma corriente. Vivían alojadas en cualquier hueco y el apicultor primitivo recogía la miel llegando hasta sus nidos y cortando los panales, ver como las abejas formaban grupos que daban nacimiento a nuevos asentamientos pudo ser la causa que favoreció el que fueran alojadas en recipientes construidos a semejanza de sus huecos naturales en las montañas y surgieron de barro, de cañas o cualquier otro podía ser usado y las abejas lo aceptaban. Con el paso del tiempo aquellos fueron evolucionando procurando adaptarse a las necesidades de las abejas y así aumentaron de volumen o se modificaron en alguna medida. Es corriente aún encontrar colmenas rústicas que están hechas del tronco de un castaño hueco u otro árbol donde las abejas trabajan con entusiasmo, lo mismo en un lugar preparado por el hombre que si ellas encontraron el tronco en un bosque. Estas formas iniciales dieron paso a colmenas que aunque primitivas marcaron un primer intento de acercar las abejas al hombre y así surgieron los truébanos o trobos construidos con tablas, son cuadrados y reproducen lo que se ha visto en la naturaleza, esto es, un simple recipiente hueco donde alojar un enjambre que encontramos. Pero no todos los truébanos son iguales en tamaño, los hay desde pequeños hasta muy grandes capaces de alojar grandes colonias.

Resulta curioso ver como en la parte central se instalaba un listón que atravesaba la colmena, llamado "juez" en algunos lugares y que era el sitio hasta donde se podía llegar cuando se sacaban panales, es obvio destacar la imperfección de este supuesto pues a pesar de la buen voluntad del apicultor, él no podía saber nunca si por debajo de aquel listón había suficiente cantidad de miel para la reserva invernal, sobretodo teniendo en cuenta que las abejas construirían panales nuevos en la parte recortada que la reina usaría para poner desplazándose toda la colonia hacia la parte superior donde se hallan las ceras nuevas y abandonando la parte inferior, de todas formas se trata de un intento muy bien intencionado de reservar alimento suficiente a las colonias para pasar la invernada. Es de notar como en algunos lugares se dieron cuenta de este hecho y recortaban los panales lateralmente e incluso por la parte inferior para que la renovación fuese completa después de dos o tres años de corta, realizando de este modo un importante avance dentro de las limitaciones que ese sistema de colmenas tiene.
Los enjambres fugitivos utilizan como refugio cualquier hueco en las casas que encuentren y que les agrade, se asientan debajo de canalones, en huecos aislantes o desvanes accesibles desde el exterior por pequeños agujeros que ellas encuentran de forma admirable. En aquellos lugares en donde por algún tiempo vivieron las colonias son escogidos para vivir por otras que se instalan en el mismo sitio y ello puede ocurrir durante varios años, no pasa demasiado tiempo desde que desaparece la colonia cuando un nuevo enjambre se instala en el mismo lugar, es curioso como esto puede suceder en medio de un pueblo con muchas casas juntas no siendo conocida cual es la causa que las impulsa a vivir allí. Cuando una colonia fugitiva decide instalarse en un lugar no repara en que en él haya panales en malas condiciones, si el sitio estuvo habitado, mas bien trata de aprovechar lo que encuentra restaurándolo y no es frecuente que se desplace del lugar donde se ha asentado a no ser que medie una incomodidad muy importante, se trata por tanto de una fundación de asentamiento siendo desde el principio muy reacias a abandonarlo, tan solo la lluvia o algún agente perturbador logrará desalojarlas del sitio desplazándose el grupo o en casos muy contados emprendiendo el vuelo hacia otro sitio dejando en el lugar los inicios de los primeros panales.

Cuando las abejas están conducidas por un apicultor es necesario para obtener una producción importante alojarlas en  un lugar mas conveniente a su buen desenvolvimiento. Una buena colmena debe permitir un fluido movimiento de abejas de modo que las pérdidas de tiempo en salvar obstáculos sea la menor posible, debe permitir remover los panales sin tener el inconveniente de hallarlos fuertemente pegados a las paredes o a los apoyos y debe además poder ser ampliada o reducida con cuerpos adicionales, todo ello fácilmente intercambiable para poder sustituir el material defectuoso y sobretodo dar cobijo sin limitación de espacio a toda la puesta de una buena reina, junto con su reserva alimenticia cotidiana de miel, el polen necesario para la cría y todas las reservas necesarias a mas largo plazo.
Es un punto muy importante en la apicultura activa el disponer de sitio suficiente para la puesta de la madre. Piénsese que la metamorfosis de una abeja dura veintiún días y por tanto su celdilla solo estará disponible al final de ese plazo y es nuestra prioridad el facilitar otras vacías colocando en la colmena panales suficientes para evitar toda limitación.
En los albores de la apicultura movilista surgieron muchas colmenas con muy variables disposiciones en cuanto a su volumen, con el paso del tiempo tan solo unos pocos modelos demostraron con excelentes cosechas de miel y enjambres populosos superar las cualidades de las demás, proporcionando alojamiento útil a colonias potentes capaces de generar una reserva muy importante de miel o acarrear una provisión suficiente de polen para alimentar las miles de larvas y reparar y construir los panales y efectuar un largo número de tareas cotidianas.

Una de las condiciones más importantes que debe tener una buena colmena es respetar las medidas del llamado "espacio de la abeja" que es la medida del intervalo o distancia entre dos piezas del interior de la colmena de modo que se puedan cruzar dos abejas sin dificultad y que se estima entre 8 mm. y 10mm. si la distancia es menor causando dificultad al paso de las abejas ellas procederán a taparlo con cera y propóleos inutilizándolo, fijando fuertemente las dos partes, esto nos causa un problema innecesario para despegarlas e indirectamente provocamos agresividad. En ocasiones sucede lo contrario, al colocar nuevas alzas o elementos puede llegar a quedar un espacio excesivo entre los dos cuerpos y nos encontramos con que al ir a retirarlas tienen varios panales construidos debajo lo que ocasiona problemas con la miel que gotea y que puede provocar pillajes de forma inmediata, si estas alzas son sometidas a revisiones ocasionamos la muerte de muchas abejas aplastadas por los mismos panales que se han roto al ser retiradas los cuerpos. Después de conocer la importancia del "espacio de la abeja" es fácil comprender que la colmena es un instrumento muy útil cuando trabajamos con las abejas, de su correcta conformación depende que nuestro trabajo sea agradable y cómodo y sobretodo causando el menor contratiempo en la colonia.

Aunque es básico que las colmenas como contenedores de los panales sean de las medidas apropiadas al número que se colocarán dentro se debe prestar la mayor atención al panal en sí, siendo como es el objeto que será sacado y vuelto a colocar muchas veces debe reunir todas las condiciones para poder usarlo con comodidad. En principio tendrá la medida correcta según sea su modelo y dispondrá de separadores apropiados para mantener la distancia con el vecino, algunos tienen separadores en la parte inferior asegurando que no se arrime, esto tiene una dificultad, será propolizado en ese lugar haciendo dificultosa su extracción, en cualquier caso lo separadores serán muy reducidos en la zona de contacto para disminuir el pegado. Aquellos que no disponen de ellos, pueden en alguna ocasión arrimarse por la parte inferior y para sacarlos se hará subiendo los dos a la vez, se despegan sobre los otros y se colocan dando a uno de ellos la vuelta quedando así corregido el problema, suele ser debido a curvaturas de la madera y no es frecuente que suceda ni en panales industriales.
La necesidad de mantener con toda rotundidad la correcta posición de los panales nace del hecho de causar gran contratiempo hallar panales intermedios construidos cuando la distancia es grande, los que hay que destrozar para recuperar la armonía del nido y ello supone destruir cría, cuando esto suceda siempre es posible darla a alguna de las colonias que tenemos como almacén, colocándola de pie al lado de los otros panales, las abejas en pocos minutos fijan los pedazos y permiten que las abejas que contienen nazcan sin dificultad, una vez ha sucedido los retiramos.

Sucede alguna vez que a pesar de mantener las distancias correctas mediante los separadores el hecho de alternar alguna lámina de cera hace que durante una buena cosecha se agrande mucho la parte superior del panal con miel haciéndolo tan grueso que invade el sitio del vecino ocupando el lugar que debería tener el recién colocado, en estos casos la única posibilidad es cortar con el cuchillo un trozo por la parte de arriba para conseguir mantener la distancia, es interesante hacerlo pues de otro modo al sacar el nuevo nos encontramos sin sitio arrastrando las abejas que resultan muertas, esta deficiencia debe ser siempre corregida para que todos los manejos sobre los nidos se puedan hacer con facilidad y molestando lo menos posible a las abejas.
Otra causa de problemas es olvidar colocar un panal en una colonia potente y que en unos días ha obrado totalmente el espacio libre, inmediatamente de conocer el fallo se retirarán los panales obrados aprovechando los de cría, incluso se puede llegar a colocarlos de la misma forma que se hace en un trasiego, para restituir todo correctamente.

VIVEROS DE REINAS


Este procedimiento nos permite obtener muchas y muy buenas realeras, aunque su realización es un poco laboriosa.
Lo realizamos partiendo de una cámara normal que preparamos para que nos permita desplazarla con seguridad al lugar donde las abejas se orientarán de nuevo, y la colocamos cerca de las varias colonias que vamos a manejar, de forma provisional usamos un trapo para sustituir al cubre normal lo que nos evita matar abejas al tener necesidad de tapar y destapar varias veces antes de terminar, momento en el que le ponemos su cubre y lo aseguramos para el transporte. El hecho de tener que utilizar varias colonias y la necesidad de abrir varias veces la colmena de transporte hará que en el colmenar se produzca una cierta agresividad y si el día no es bueno posiblemente las abejas estarán ocupadas en abandonar los cuadros que vamos metiendo en ella, el trapo nos ayudará a mantenerlas al permitirnos abrir solamente un trozo por donde metemos en nuevo cuadro y la pérdida de ganado es pequeña.
Una vez todo dispuesto y escogidas las mejores colonias para cepas, a una de ellas le tomamos un par de cuadros de cría joven, menos de seis días de edad, y ante la duda comprobamos que lleve una porción de puesta todavía de huevo, le dejamos todas las abejas que tengan y tenemos la certeza absoluta que la reina no se halla en esos dos cuadros, para ello deberíamos proceder sobre colonias con reinas marcadas, pues si en alguno de los diez que necesitamos pasa una el trabajo habrá fracasado, eso sí encontraremos realeras en la colmena de donde la hemos llevado, pero no es ese nuestro propósito, una vez comprobado que la reina no está lo asperjamos suavemente con agua azucarada y una esencia que olorice y los colocamos con suavidad en el interior de la colmena de transporte.
El proceder con suavidad es básico para evitar que las abejas se inquieten y traten de abandonar los panales cada vez que tenemos necesidad de abrir, si todo el proceso se realiza en condiciones optimas casi no sería necesario tapar, a no ser que necesitásemos mucho tiempo para concluir y ellas detectaran la falta de las madres y al extrañar esta colmena trataran de abandonarla. A continuación de los dos cuadros que ya tenemos colocados ponemos otros dos de otra colonia o uno solo si no los tenemos, los asperjamos como hemos hecho antes con el jarabe aromatizado y los colocamos en el interior. Continuamos de la misma forma hasta completar los diez, momento en el que tapamos con el cubre de madera y los desplazamos todo a uno o dos km. Y una vez allí abrimos la piquera.
De esta forma hemos realizado una supercolonia huérfana en donde la presencia de abejas nodrizas es notable, por haber tomado cuadros con preferencia de cría operculada, todo lo cual la lleva a iniciar y criar excelentes maestriles lo que hará posible el nacimiento de reinas de calidad por haber sido preparadas en las mejores condiciones de alimentación y de incubación.
Tres días después de haber desplazado la colmena vivero le haremos una revisión con el fin de detectar la presencia de huevos y de hallarlos tendremos la certeza de que en la colonia hay una reina lo que impedirá la formación de los maestriles, es necesario buscarla y quitarla, llevándola si es preciso en una jaula para ser introducida en un núcleo que podríamos hacer para aprovecharla.
Ocho días después de desplazado el vivero tendremos realeras en todos los cuadros y varias en cada uno, contamos cuantas son y de acuerdo con las posibilidades de ganado de nuestro colmenar deducimos la cantidad de núcleos que podemos formar teniendo muy presente que deben ser potentes.
Si tenemos realeras en los diez cuadros y solo nos interesa realizar otros tantos núcleos los preparamos en el colmenar tomando para cada uno un buen cuadro de miel y tres de cría sin la madre y con las abejas que lleve, el cuadro que falta para llenar puede ser una lámina de cera o bien otro cuadro de miel. Las colonias superpotentes pueden dar estos cuadros sin prácticamente merma de producción ya que el ganado que nos llevamos es repuesto sobre la marcha con las abejas que están en las alzas y las láminas nuevas que reemplazan los cuadros que nos llevamos son muy pronto estirados y la reina los llena de huevos en pocos días. Como para el buen término del manejo es necesario que en los núcleos no vaya ninguna madre, nada mejor que revisarlos tres días después de realizados y si encontramos huevo quiere decir que ella está, se impone buscarla y quitarla, en este día se cumplen los once desde que hemos hecho el vivero por tanto las realeras están para brotar.
Una vez concluida esta última revisión de las colonias huérfanas que recibirán las realeras nos disponemos a repartirlas, si hemos decidido dar a cada uno un cuadro con realeras retiramos el que hemos puesto con lámina y que durante el transporte ha servido para mantener a los otros en su sitio, asperjamos un poco de jarabe aromatizado sobre las abejas del cuadro que tiene las realeras y sobre las abejas de núcleo y lo colocamos dentro, tendremos mucho cuidado de comprobar que las realeras no resultaran aplastadas al ser puesto en su sitio y finalmente cerramos con el cubre.
Puede suceder que el número de núcleos que quisiéramos obtener fuera superior a los diez y si en el vivero tenemos realeras suficientes procederíamos dándoles a cada uno no un cuadro completo como antes sino una realera o dos que les injertaremos en el centro del área de cría o sujetaremos mecánicamente entre dos panales de modo que no caiga al suelo cuando las abejas empiezan a pasar sobre ella, para obtener las realeras las recortamos dejándola en medio de un trozo de cera para colocarla en un hueco de la misma medida en el panal. Se debe manejar con mucho cuidado para no aplastarla y no se cogerá nunca con las manos, tomándola del trozo de cera que la rodea, se posa en una caja tapizada de algodón o papel y la resguardaremos del sol directo. Tan pronto dejamos el panal en su sitio las abejas pegan con cera el injerto impidiendo que se pueda desprender. Cualquier otro procedimiento que permita sujetar el injerto entre los panales como puede ser clavar un palillo en la cera y suspenderlo entre dos panales puede servir. Los agujeros que quedan en el panal que ha dado las realeras son rellenados por las abejas en los días posteriores, suelen hacerlo con celdas grandes de machos.
Cuando recortamos realeras se nos presentan varios inconvenientes prácticos derivados de la situación en que encuentran en el panal, siendo en ocasiones necesario cortar los alambres de sujeción de la cera, o nos llevamos en un solo injerto varias realeras que las abejas han construido juntas y no podemos separar sin deteriorar alguna o se hallan pegadas a la madera y no podemos soltarla.
Si alguna colonia rechazara una realera o tiene muerta la ninfa las abejas hacen un agujero alargado lateral sacando el contenido por allí, después de unos días.
En algún caso en el que la realera no nace por alguna razón pueden las abejas roerla por el mismo sitio que lo haría desde el interior la futura reina. Cuando una reina nace bien recorta en el extremo más inferior de la realera una tapa perfectamente redonda y sale al exterior, incorporándose al grupo de abejas sin ninguna manifestación especial, hasta que su feromona indique su presencia, en unos días hará sus vuelos de fecundación y se colocará al frente de la colonia.
Lo primero es buscar una colonia que será nodriza, no necesitamos que sea muy potente pero si que este sana y que tenga como mínimo un alza puesta o abejas suficientes para necesitarla, le quitamos todos los panales de cría con menos de seis días y cepillamos las abejas que tengan, la privamos de la madre, bien llevándola a otro sitio en un pequeño núcleo que reforzamos con pecoreadoras en el lugar de destino o simplemente eliminándola si es vieja o defectuosa. Después de quitar los panales los reservamos en un núcleo y tapamos la colmena con un trapo mientras trabajamos con la colonia cepa.
Esta será la mejor o una de las mejores del colmenar, le tomamos algunos panales que cepillamos con cuidado para quitar las abejas y a los que no daremos golpe alguno, estos cuadros limpios de abejas y que tienen que tener mucha cría joven, de menos de seis días, los ponemos en el sitio que ocupaban los que hemos retirado de la nodriza, siempre daremos el mismo número que quitamos o mejor uno menos. A la semana obtendremos numerosos maestriles de calidad, contamos cuantos son y los repartimos como el caso anterior, bien cuadro a cuadro o recortando realeras.
Este método simplifica en buena medida el anterior, solo es necesario manejar dos colonias y si bien la cepa tendrá con seguridad varias alzas y será un poco laborioso hacerse con la cría que necesitamos la colonia nodriza solo tendrá un alza y trabajaremos con más facilidad. De otro lado no restamos potencia a la cepa al devolverle el mismo número de panales que le quitamos, no hay pérdida de ganado en esta fase ni necesitamos un desplazamiento, desplazaremos los núcleos cuando los hayamos hecho.
Aunque las realeras se pueden hallar en cualquier sitio del panal es corriente encontrarlas en los bordes, pudiera resultar que las abejas tienen una preferencia o una facilidad de hacerlas allí. Es sencillo para el apicultor preparar un panal con una lámina recortada en forma de tres picos por la parte inferior, retiramos un cuadro a una buena colonia y le colocamos el que hemos preparado en el centro del nido, las abejas estirarán la cera y cuando tenga puesta joven lo sacamos y se lo damos a una colonia nodriza que tenemos ya huérfana y que nos hará las realeras.
El tiempo necesario que el panal debe estar en la cepa es variable y se impone una revisión semanal hasta que lo encontremos con la cría que nos interesa a los quince o veinte días pudiera estar puesta.
Para evitar de forma definitiva los inconvenientes de hallar realeras agrupadas se puede utilizar este método cuyo desarrollo comienza al colocar, como en otras ocasiones, en el centro de la cámara de la colmena que será cepa y tras retirar un cuadro, otro que tiene una lámina de cera puesta, y que retiraremos cuando está con abundante huevo o larvas muy jóvenes. Lo mejor es retirarlo cuando tiene lo primero, los huevos sufren mucho menos con nuestros manejos que las larvas que deben ser alimentadas con regularidad con jalea. Con la antelación suficiente preparamos un marco al que quitamos los alambres de sujeción de la cera y sobre los cantos de los listones laterales clavamos cuatro soportes a cada lado hechos con unas tiras de hojalata, de tal modo que podamos con facilidad quitar y poner unas tiras de madera de unos dos o tres cm. de anchas y unos mm. de grueso. A continuación cortamos del panal con huevo que hemos retirado de la cepa tres tiras para los cuadros perfección y cuatro para los industriales, como de un cm y medio de anchas destruyendo algunas celdas para que cuando las abejas construyan las realeras no las hagan pegadas y las atamos a la madera con alambre de marcos, nunca con cordel, y finalmente las instalamos en los soportes del marco. Podemos elegir al colocar la cera, que quede en su posición natural y así las realeras las harán en la forma corriente y que podemos injertar en su forma natural o podemos colocarla de manera que las celdas queden con la boca hacia abajo, siendo posible usarlas sin necesidad de hacer huecos, simplemente se sujetan con un palillo por el trozo soporte.
Una vez el marco soporte está listo con las tiras en la posición que escogimos y para evitar enfriamientos innecesarios lo llevamos sin perder tiempo a una colonia huérfana, preparada como otras veces y sin cría joven alguna, tienen por tanto las abejas que construir realeras en las tiras por ser el único sitio donde disponen de cría apropiada. La aceptación y por tanto el resultado es bueno, no obstante se deben preparar siempre un número mayor de las que necesitaremos y así podemos dar varias a cada núcleo huérfano aumentando las posibilidades de éxito.
Estas realeras que han sido preparadas por las abejas a partir de huevos deben ser manipuladas a partir de los diez días, los manejos dañan a las futuras madres si nos adelantamos, el simple hecho de cambiarlas de posición es suficiente para que las ninfas resulten muertas, debemos tener presente que en el interior de la realera la ninfa cambia de posición y realiza sus mudas nuestra intervención adelantada puede ser fatal en esas circunstancias.

martes, 12 de febrero de 2013

LA RECOLECTA DEL POLEN


 La abeja va recolectando los microscópicos granos en su visita a cada flor. Los va compactando con su saliva para hacer dos pelotitas que ubica en cestillos al efecto, en su par de patas posteriores. Gran importancia tiene la compactación de los granos ya que es allí donde se les agregan valiosos elementos.
En cada vuelo, la abeja visitará las flores necesarias para completar su carga de acuerdo a su modalidad de trabajo de alta eficiencia. Su primera premisa será el polen con alto contenido proteico.
Desprecia pólenes de bajo valor –aunque abundantes como el de pino.

Su segunda premisa será economía de energía; por ello en cada vuelo visitará las flores mas cercanas y de mas valor nutritivo, sin importar a que especie pertenezca.
Existe una vieja e infundada creencia entre apicultores y técnicos de que la abeja en cada vuelo solo visita flores de la misma especie, atribuyéndole a ello la gran capacidad de polinización, que, sin saberlo realiza la abeja mejorando el rinde de las cosechas y la biodiversidad. ,o discutiré el tema en relación al néctar, o tengo aval de certeza de lo que hace la abeja en este caso. En cuanto a la recolección de polen, tampoco lo discutiré:

Existen suficientes cantidades de análisis oficiales de contenido de los granos de polen que certifican que la mayor parte de la recolección es de flores de distintas especies. Esto es, aunque el color de las pelotitas de polen sea homogéneo, el microscópico indica que generalmente se han homogeneizado entre 4 y 7 especies distintas. La observación científica –en este caso- da por tierra la creencia de que debido al color (a simple vista) homogéneo se debe considerar todo el contenido como de una especie.

Julio Cesar Días

OBRERAS PONEDORAS Y MACHOS PEQUEÑOS



Si una colonia está bien organizada tan solo en ella encontramos abejas obreras, machos y una reina, en alguna ocasión muy concreta pueden convivir dos reinas o bien una reina fecunda y varias no fecundas. De forma temporal y ante la ausencia de una reina fértil pueden las abejas obreras iniciar la puesta de algunos huevos durante el tiempo en que la reina fecunda está para iniciar su puesta, pero si la ausencia de reina se hace definitiva y las abejas no disponen de medios para procurarse otra y en ocasiones aunque dispongan de esos medios, cuando ya ha transcurrido mucho tiempo, son varias las obreras que estimulan los ovarios atrofiados hasta entonces que tienen y ponen algunos huevos de forma desordenada y así podemos encontrar larvas de diferentes edades en la misma celdilla o larvas y huevos juntos, o una cantidad de diez o doce huevecillos colocados en la misma celda, toda esta puesta como procede de abejas que no han sido nunca fecundadas y atendiendo al proceso de descendencia llamado partenogénesis dará lugar al nacimiento de machos, y al ser las celdillas donde nacen las propias de las obreras alargadas ellos nacen más pequeños en tamaño corporal y se puede suponer que esa tara los hará no aptos para la fecundación siendo totalmente inútil su presencia en el colmenar. Las colonias de este tipo crían estos machos en el centro de los panales normales lugar donde con mayor frecuencia se reúne el grupo, en principio puede parecer que todos los que han usado quedan inhabilitados para continuar la cría de obreras pero lo cierto es que al ser las mismas celdillas alargadas las abejas las recortan y las dejan en la medida apropiada, es un caso poco frecuente pero las mismas abejas de la colonia cuando cesa totalmente la puesta de las ponedoras durante el invierno las recortan llevadas de su instinto y quedan con la longitud apropiada.
Si se observan con detalle algunas celdillas nos encontramos con que tienen una provisión de jalea muy superior a lo normal, incluso llegan a realizar realeras que por su procedencia solo pueden dar lugar al nacimiento de otro macho, cosa que no suele ocurrir.
Todas las colonias de este tipo están por lógica condenadas a desaparecer, no puede ser de otra manera al no haber los necesarios nacimientos de reemplazo de las viejas abejas que van desapareciendo con la edad, tan pronto son detectadas debemos aprovechar las abejas que tengan reuniéndolas y reservando los panales para otras colonias.
Intentar que se den otra reina cuando ya están organizadas en torno de las obreras ponedoras y a las cuales las abejas pueden considerar como verdaderas reinas es muy difícil y muy pocas veces merece la pena si tenemos en cuenta la escasa población que tienen, cuando deberíamos iniciar el manejo de dotarlas de cría joven para que formen realeras, la reunión es el método más apropiado para resolver esta situación.
Como una característica de la puesta anormal de estas colonias es el hallar varios huevos en las mismas celdillas debemos considerar que los bloqueos bruscos de una reina en activo, ocasionada por ejem, al llevárnosla en un núcleo, puede dar lugar al hallazgo de algunos huevos juntos lo mismo que ocurre al inicio de la puesta de una joven reina aunque en este caso es debido a una puesta de abejas, en ambos desaparecerá por si misma y nunca llegará a pasar de algo puramente ocasional y que el apicultor ve casi de casualidad. El problema de obreras ponedoras esta planteado cuando hallamos puesta como la descrita, parte debidamente operculada, los panales alterados por esas celdas y una escasa población.

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