lunes, 11 de febrero de 2013

LAS ABEJAS OBRERAS


Son las encargadas de realizar todo el trabajo, tanto interior como exterior y se ocupan de la defensa de la colonia. Todo su cuerpo esta perfectamente adaptado para cumplir con ese fin y es diferente en algunas partes del de la reina a pesar de haber nacido de huevos idénticos, la alimentación es cambiada al tercer ida de larva por una papilla de miel y de polen lo que la hará tener una morfología diferente adaptada al trabajo que realiza, su alimentación de adulta es de miel que a su vez lleva polen disuelto.
Las obreras tienen en la cabeza las glándulas de secreción de jalea real, que van depositando en las celdillas que contienen larvas hasta tres días de edad, y que sirve igualmente para alimentar a la reina durante toda su vida. El ocuparse de la alimentación de sus hermanas es una de las primeras ocupaciones de la joven abeja cuando solo cuenta unos pocos días de edad, dispone de mandíbulas sin dientes con las que trabaja y da forma a la cera de construcción de los panales, saca las larvas muertas y las suciedades que pudiera haber dentro de la colmena. Dispone de un completo juego de piezas bucales que le sirven para adaptarse a las condiciones de los líquidos que tiene que absorber, estos pasan a través de un tubo por el tórax hasta el abdomen donde son almacenados en un depósito especial, llamado buche, que es un ensanchamiento del tubo y que le sirve para transportarlos a la colonia, el buche dispone de una válvula especial que le permite pasar una parte a su estómago para su consumo. Es conveniente resaltar que son dos cosas distintas el buche y su estómago. Estas piezas bucales son las encargadas de facilitarle la absorción del néctar cuando se halla en cálices profundos, es una condición a tener muy en cuenta cuando se trata de realizar selección de reinas.
Los ojos compuestos carecen de movimiento y se hallan situados a ambos lados de la cabeza en forma de semicírculo y están a su vez compuestos por muchos ojos simples que juntan las sensaciones que perciben en su cerebro lo que la permite ver a su alrededor, la abeja dispone de dos ojos compuestos como los descritos y otros tres simples, llamados ocelos, que pudiera usar para orientarse en las distancias cortas y tal vez dentro de la colmena le serán de ayuda a la hora de construir panales pues su disposición en triángulo parece tener relación con aquello.

Los ojos compuestos que son los que utiliza en el exterior le permiten detectar los movimientos bruscos y alcanzar al causante con gran precisión. En pleno vuelo debe localizar el lugar donde se halla situada la vivienda, en ese caso la referencia que tiene es la posición relativa de los objetos que rodean la colmena, y que es memorizada por ella, lo que le sirve de referencia a la hora de regresar, a pesar de todo se admite como normal una cierta deriva de abejas que se introducen en las colmenas vecinas y que son recibidas sin problemas cuando todo el colmenar se halla trabajando y no hay problemas de pillajes. Es curioso observarlas en pleno vuelo cuando en las proximidades del colmenar se cruzan en todas direcciones y podemos observar que no se producen choques entre ellas, su percepción para los objetos que se hallan en movimiento es extremadamente precisa. El cambio de lugar de los referentes hace que al regresar no encuentre su colmena y se pose en el lugar que ocupaba, emprende de nuevo el vuelo tratando de hallarla pero renuncia a la búsqueda cuando la distancia a que ha sido trasladada apenas llega a unos metros, en estas condiciones desconfían de entrar en las colmenas vecinas que se ponen alerta ante la gran cantidad de pecoreadoras que intentan entrar y creyendo que se trata de pillaje producen la muerte a buen número, siempre se debe ser cuidadosos a la hora de mover colmenas de sitio, contando en primer lugar con que no les será posible hallar la nueva situación de la vivienda. Los movimientos vivos son detectados con mayor precisión si cabe, cuando algo las inquieta como puede ser el manipular exteriormente la colmena salen al exterior y comprobamos como el movimiento brusco de la mano es visto con precisión, simplemente nos vasta observar como en sincronismo con nosotros se mueve la abeja en la piquera antes de volar hacia donde nos hallamos aunque nos separan dos o tres metros.
Cuando pretendemos defendernos de una abeja que nos rodea con un sonido muy agudo de alas, signo de ataque, por la razón expuesta de nada nos sirve tratar de espantarla dando manotazos, siendo precisamente esos movimientos los que definitivamente les sirven de orientación en esos casos debemos proteger la cara por la preferencia que muestran de agredir allí y alejarnos del lugar hacia una sombra o edificio.
Las antenas están formadas por una sucesión de tramos y son utilizadas constantemente para tocar cosas y apreciarlas. Las abejas tocan los objetos y después se producen reacciones de agrado o de desagrado, o detectan un objeto extraño que se introduce en el nido como la espátula, por ejem., para después retirarse o atacar. Las abejas obreras están dotadas de finísimo olfato que las permite detectar no solo la presencia de néctar en las flores a considerable distancia y que seria su principal misión sino olores procedentes de personas objetos o animales que se hallen cerca y que las incomoden, motivándolas a atacar sobre la marcha.

La parte central del cuerpo, tanto de abejas como de reinas y de machos, se llama tórax, de esa parte nacen las patas que en las obreras tienen funciones importantes y adicionales adaptadas a fines concretos, así el primer par permite la limpieza a todos los individuos de la colonia de las antenas y de los ojos, tienen unos entrantes de la medida de las antenas y al estar dotados de unos pelos rígidos al arrastrarlas el polen adherido procedente del trabajo de pecorea es de ese modo limpiado lo mismo que los ojos. Las patas situadas en medio tienen unos espolones con los que desprende las pelotas de polen o de propóleos que acarrea con las patas traseras que para ello tienen unas cestas formadas de pelos rígidos y que le sirven de envase para transportarlo, las va llenando con un curioso movimiento de frotación y que visto realizar sobre una flor no parece que pueda lograr acumular la pequeña pelota que después acarrea a la colmena. Lo mismo sucede con el propóleos que recoge de las yemas de los árboles y de los tableros que desmontamos, debido a la adherencia del material se limita a introducirlo en la cesta sin comprimirlo demasiado para que se suelte con facilidad. Todas las patas disponen de garfios para agarrarse en las superficies rugosas y de unas almohadillas en las traseras que le permiten caminar por las lisas, a pesar de todo en ciertas superficies demasiado pulidas las abejas tiene grandes problemas a la hora de caminar, es demasiado el contraste entre lo que serían las superficies de su medio natural y los materiales modernos, no siempre acordes con sus posibilidades de movimiento.
En el tórax tiene las alas que en número de cuatro puede replegar de dos en dos lo que le permite realizar trabajos dentro de las celdillas, se fijan una a otra durante el vuelo con un ganchos.
En la parte opuesta a la cabeza está el abdomen tiene las traqueas que le sirven para oxigenar el cuerpo, las abejas no tienen pulmones, siendo aquí precisamente donde se aloja el ácaro causante de la acariasis, están situados a los lados del cuerpo y son a modo de tubos comunicados provistos de ensanchamientos en algunas partes que denominamos sacos aéreos, la comunicación con el aire exterior se realiza por unos agujeros denominados estigmas.
Lo que podemos llamar sangre de la abeja es un líquido incoloro que circula por el cuerpo gracias a las contracciones que realiza el tubo cardiaco situado en el dorso del abdomen y que llega a la cabeza, en la parte ventral dispone de otro sistema de impulsión similar.
El abdomen es el lugar donde produce las laminillas de cera, que salen al exterior entre los segmentos por la parte inferior, allí tiene dos superficies ovales llamadas espejos de la cera, segrega por ellos un líquido que finalmente solidifica formando las láminas de cera, contiene su aparato digestivo y los elementos productores del veneno, vejiga de almacenamiento y el aguijón con los arpones de fijación. Siendo estos los que impiden que una vez clavado pueda retirarlo lo que le causará la muerte al poco tiempo. El aguijón de la abeja es un instrumento muy bien pulido y afilado que le permite clavarlo con facilidad incluso en los guantes de protección, curiosamente las abejas que previamente se sacian de miel en los momentos previos a nuestra intervención o en sus inicios se muestran mas tolerantes con nosotros, la vejiga del veneno se contrae con el aire lo que hace que siga metiendo el veneno aunque la abeja ya se haya ido.

En el último anillo disponen de una glándula muy importante, llamada glándula de Nassanoff, que es la que esparce en el aire una sustancia odorífera que sirve para reunir a los miembros de la colonia dispersos por alguna razón, el olor característico es esparcido al aire y puede llegar a ser percibido por el apicultor cuando son muchas las abejas que lo están produciendo, es lo que llamamos señal de llamada, es típico de cada colonia pues las abejas de las vecinas no responden a ella, solamente las abejas propias reconocen esa señal y se reúnen, con frecuencia les sirve para llamar a una reina que ya no esta en el nido, e incluso colmenas huérfanas reaccionan iniciando con el aleteo su difusión, bajo esas condiciones las abejas pueden ser cogidas con la mano sin el menor temor, es una situación típica al realizar un trasiego en donde todo vaya correctamente.
Las abejas cuando están sanas evacuan sus intestinos en pleno vuelo no haciéndolo nunca en el interior de la colmena ni cuando se hallen recogidas en periodos largos de invernada, aquellas colonias que reciben una cantidad de humo desmesurada reaccionan procediendo algunas de sus abejas a evacuar encima de las paredes de la colmena e incluso en algunos cuadros, pero solo son casos muy aislados. Es una buena condición que se alimenten de miel de la mejor calidad lo que las producirá pocos excrementos, si padecen ciertas enfermedades intestinales evacuan dentro de la colmena, lo que por si mismo es signo de un desajuste grave.

Necesitan una luminosidad apropiada para volar, no pueden hacerlo durante la noche ni en días en que no se supere un nivel mínimo, necesitan poder orientarse usando como referencia la posición del sol y ello no es posible en días muy cubiertos aunque no es imprescindible que se halle visible, las condiciones atmosféricas adversas las mantienen en las colmenas y manifiestas una mayor agresividad cuando se producen tormentas de verano o turbonadas. El hecho que no puedan volar durante la noche las hace especialmente peligrosas pues caminan sobre nuestros vestidos sin que nosotros nos percatemos que intentan clavarnos lo que al final van a lograr, las que se echan a volar van a parar a cualquier luz que pueda haber encendida donde mueren, los manejos nocturnos no deben realizarse nunca a menos que se trate de traslados con la intención de recoger todas las pecoreadoras que de otro modo se quedarían en el campo.
El trabajo diario durante el intenso periodo de pecorea primavera-verano hace que las abejas envejezcan muy pronto y así podemos ver como su cuerpo que fue brillante es ahora muy oscuro, casi negro, y se aprecia con claridad como los extremos de las alas están rotos de volar de forma incansable, en estas condiciones la vida que le resta a la abeja es de pocos días y posiblemente morirá en el campo al no poder regresar.

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