Agentes causantes de estrés en las abejas
Pueden ser de muy variada
etiología. Individualmente o en conjunto pueden debilitar al insecto y producir
su muerte, hecho que en los últimos años preocupa mucho a la sociedad
científica y a los apicultores profesionales.
El problema medioambiental es de bastante gravedad, ya que las
abejas tienen un papel muy importante en la polinización de muchas especies de
plantas, y sirven de alimento a numerosas especies de vertebrados.
Según palabras atribuidas a Albert Einstein: "Si la abeja desapareciera de la Tierra, al hombre
sólo le quedarían cuatro años de vida: sin abejas no hay polinización, ni
frutales, ni animales, ni hombres".
¿Qué pasa en una colmena mal ventilada cuando hace calor?
Los nidos de cría de las colonias deben mantenerse a una
temperatura constante que varía de 34º a 38º C. Lo mismo ocurre con la humedad,
que ha de mantenerse constante, en torno al 80%. Las abejas tienen termo
receptores en sus antenas que captan los cambios de temperatura en el ambiente
y les permiten adaptarse. En este caso, cuando la temperatura de la colmena
supera los 35º C las abejas sacuden sus alas para expulsar el aire caliente y
así la refrescan. No todas las abejas participan de este movimiento, sólo
algunas.
Si el calor sigue aumentando, un grupo de abejas sale de la
colmena y se coloca por debajo para refrescarse en la sombra. Si continúa el
calor salen más abejas y comienzan a ventilar desde fuera a toda la colmena.
Con calores prolongados e intensos ventilan hasta por la noche. Si el calor no
disminuye, la temperatura corporal irá subiendo poco a poco hasta
"freír" a las abejas por dentro: las proteínas se coagulan por encima
de los 45º C y pierden sus funciones.
Esta situación provoca además que las abejas defensoras o nodrizas, al tener que colaborar con la
ventilación, abandonen sus tareas habituales, dejando a la colonia expuesta al
acoso de parásitos, bacterias, hongos o virus.
Si a pesar del gran esfuerzo desplegado por la colonia no se
logra rebajar la temperatura, la cría muere deshidratada, la reina corta la
puesta, se derriten los panales y se paraliza la colonia.
¿Qué pasa en una colmena mal ventilada cuando hace frío?
Las abejas son expertas en mantener la temperatura más alta que
el medio ambiente en épocas de mucho frío. El frío minimiza su actividad hasta
provocar la muerte. Algunas razas suspenden la puesta, ya que las crías
requieren de más calor y humedad para sobrevivir que una abeja adulta.
Como mecanismo de regulación, las abejas cuando perciben el
descenso de temperatura (de 14-12º C) se agrupan en racimos, con la reina en el
centro, formando un "racimo invernal" que se irá compactando a medida
que la temperatura siga descendiendo. De
esta manera, con pequeñas vibraciones, liberan calor manteniendo el calor en el
racimo, las abejas se turnan de dentro hacia fuera para que todas se calienten,
de lo contrario las abejas del exterior del racimo morirían paralizadas de frío;
sin embargo, les es más difícil controlar la humedad, que tiende a condensarse
dentro de la colmena. Ésta se genera por la transformación del néctar en miel
eliminando el exceso de humedad hasta quedar en un 14 o 18%. Esta humedad, en época de actividad,
sale de la colmena mediante el mecanismo de ventilación que desarrollan. Pero
en invierno las abejas arracimadas no utilizan el batido de alas para ventilar,
de manera que la colmena en sí debe estar dispuesta para que se favorezca la
ventilación sin la intervención de las abejas.
Si la colmena está en la sombra en lugares de poca ventilación y
alta concentración de humedad la combinación es explosiva, derivando en una
permanente situación de estrés de la colonia y un ambiente muy favorable para
el desarrollo de algunas enfermedades como la ascoferosis (micosis producida
por Ascosphaera apis), nosemosis (parasitosis causada por Nosema apis, nosema
ceranae) o loques como la europea (enfermedad bacteriana por Melissococcus
pluton).
Disponibilidad de agua
Otro elemento imprescindible para la supervivencia es el agua. Si
falta agua en el organismo éste intenta recuperarla de donde sea. El primer
efecto es el espesamiento de la hemolinfa, que provoca la salida de agua de los
tejidos hacia la sangre y afecta al sistema nervioso y al respiratorio. En
estas condiciones las abejas se debilitan y se hacen muy sensibles ante
cualquier otro proceso patológico.
Disponibilidad y/o calidad de alimento
El polen provee a la colonia de toda la proteína necesaria para
el desarrollo del cuerpo y su normal funcionamiento.
Cuando tienen suficientes reservas las abejas mantienen un
comportamiento relajado y no se sobrecargan de trabajo en invierno, pero si la
colmena se queda sin reservas de las que alimentarse, salen desesperadas a
buscar alimentos, y si pueden, a robarle a otra colmena sus reservas (pillaje).
Y es que cuando les falta miel, falla el suministro de hidratos de carbono, no
pueden producir energía, sobre todo calorífica, y disminuye su capacidad de
mantener la temperatura constante, circunstancia especialmente grave en la zona
de cría, que acaba paralizada. Esta situación es especialmente dramática cuando
además hay una baja temperatura ambiental. Por otro lado, el exceso de néctar
tampoco implica una mejora en la calidad de vida. Cuando esto sucede, y sobre
todo si concurren épocas de calor, de alta humedad ambiental o poca ventilación
del colmenar, se produce una sobrecarga de trabajo de día y de noche que agota
a las abejas haciéndolas muy agresivas, por lo que en tal situación llega a ser
muy incomodo manipular las colmenas.
Además, debido al estrés, se produce un descenso en la tasa de proteína
corporal, por la elevada demanda, con la consecuente disminución de su
longevidad.
Cuando se da un periodo de bajo aporte de polen (porque no lo
haya o porque el que aportan las abejas pecoreadoras no tiene los nutrientes adecuados como los pólenes de eucalipto, gramíneas o pino), las abejas
nodrizas no pueden desarrollar correctamente las glándulas hipofaríngeas y por
tanto no pueden alimentar a las larvas con jalea real. En estos casos son las
abejas viejas las que las alimentan. La falta de polen también provoca en el
organismo de las abejas "hambre de proteínas", que tratan de
solucionar extrayendo proteínas de donde las haya, fundamentalmente del músculo
y los intestinos. Esta situación puede provocar daños celulares en estos
tejidos, con la consiguiente disminución del peso corporal. Paralelamente a ese
proceso orgánico hay un aumento del instinto de recolección de polen, lo que
hace que, si no lo encuentran, recolecten cualquier cosa que se le parezca
(harina, polvo de paja, polvo de los piensos para ganado, etc.).
Influencia del cambio climático sobre la actividad de la colmena
Las abejas tienen actividades estacionales anuales que van
asociadas a las condiciones climáticas. Lo que está ocurriendo con el cambio
climático es que determinados árboles adelantan su floración porque se adelanta
la primavera, sin embargo, las abejas no salen debido al frío y se mueren de
hambre. El tiempo las engaña.
En nuestro país, hemos tenido años especialmente nefastos en este
sentido por las malas condiciones climatológicas, por la sequía y la
sorprendente y extraña muerte de millones de abejas (síndrome de despoblamiento
de la colmena).
Aunque no se conozca la causa exacta de tal misterio, el cambio
climático que está sufriendo el planeta influye en el despoblamiento junto a otros factores.
Las radiaciones
Las abejas utilizan los cristales de magnetita como magneto
receptor. Jungreis (1987) investigó la habilidad de los insectos para viajar
estacionalmente largas distancias, lo que requiere la utilización de algunos
mecanismos hereditarios para encontrar la dirección adecuada. Se hallaron
partículas de magnetita biológicamente sintetizadas tanto en especies
migradoras, que las utilizan como una brújula en el campo magnético terrestre,
como en las especies no migrantes, para las que tienen una función todavía
desconocida.
Desde hace meses se viene hablando de la misteriosa desaparición
de enjambres enteros de abejas en distintos lugares del mundo, en especial en
EE. UU. y determinados países europeos (España incluida).
Hay sospechas de que las radiaciónes electromagnéticas podrían
interferir en la orientación de las abejas, aunque no existen estudios
concluyentes. Varios medios de comunicación han publicado con cierta
regularidad noticias relacionadas con la crisis del sector apícola, producida
entre otras razones, por las mortandades de abejas y despoblamiento de las
colmenas. Teniendo en cuenta los efectos conocidos de las microondas sobre los
insectos y en particular sobre las abejas, y habida cuenta de la proliferación
de estaciones de antenas de telefonía móvil en el campo, es necesario investigar si estas
radiaciones están incidiendo de alguna manera en estas mortandades. Los
resultados deben ser considerados por los apicultores españoles con el fin de
prevenir posibles pérdidas económicas.
Varios autores han demostrado la agitación, inquietud y el
comportamiento agresivo que muestran las abejas expuestas a los campos
electromagnéticos de las líneas de alta tensión.
En una interesante revisión, los estudios llevados a cabo por
Ferdinand Ruzicka, investigador de la Universidad de Doz (Austria) y apicultor
aficionado, quien explica cómo los problemas de sus abejas comenzaron tras la
instalación de varias antenas de telefonía en las cercanías de sus colmenas (a
50 metros de una estación base y a 150 metros de otras tres más). El
investigador no encontró explicación a este comportamiento ni por enfermedades,
ni por envenenamiento, culpando del mismo a la radiación de las antenas.
Se cita también las
observaciones, relativas a la desaparición de abejas en la proximidad de
antenas de telefonía en Nueva Zelanda señalando que las que recibían directamente
el haz de radiación morían sin razón aparente.
Por el contrario, en dos estudios financiados por la NASA, de
Westerdahl y Gary (1981a, b) no se encontraron diferencias en la mortalidad ni
en el consumo de azúcares ni variaciones en la orientación del vuelo o la
memoria en abejas que fueron irradiadas con microondas.
Conclusión
Como conclusión, podemos decir que son muchas las causas que
producen estrés en estos insectos, y seguramente gran parte de la
responsabilidad de tantas alteraciones está en el ser humano.
Agentes químicos que
afectan a la colmena
Podemos dividir en dos grupos los agentes químicos que actúan de
forma negativa sobre la colmena.
1. Pesticidas, plaguicidas y herbicidas
Las abejas son insectos muy sensibles a los efectos toxicológicos
de los pesticidas. Varias nuevas sustancias activas (neonicotinoides) inhiben
los receptores de la acetilcolina, un neurotransmisor de gran importancia que
puede llegar a modificar su comportamiento. Además, ocasionan una disminución
de las defensas naturales de las abejas, lo que las hace más sensibles a
parasitaciones o infecciones.
Los tratamientos químicos
sobre el maíz están actualmente bajo sospecha, así como ciertos herbicidas
(paraquat) debido a sus efectos tóxicos; no obstante la situación es alarmante en algunas zonas de España donde se utilizan plaguicidas de forma
extensiva. En otros países, productos como el fipronil o imidacloprida,
utilizados en el tratamiento de cultivos de maíz y girasol han sido prohibidos
por su alto poder tóxico para las abejas.
Plantas tóxicas
Entre ellas se encuentran el tejo y el rododendro, así como las
especies de la familia de las ranunculáceas. El fruto del tejo tiene un color
llamativo y vistoso que atrae a las abejas y, al comerlo, se intoxican. Lo
mismo ocurre con el rododendro, una planta ornamental que suele encontrarse en
los jardines y que florece en verano.
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