viernes, 15 de febrero de 2013

FASES DE LA ACTIVIDAD APICOLA



En el ciclo de actividad de una colonia existen dos etapas bien diferenciadas en cuanto a la organización vital de los nidos necesaria para lograr la máxima eficacia, la primera se extiende desde un poco antes del comienzo de la primavera y llega como mínimo hasta final del verano y que se caracteriza por el trabajo en el campo y por la cría de abejas en el interior, el resto de la añada sobretodo otoño e invierno es un tiempo en donde la actividad es muy reducida, según el lugar del asentamiento puede llegar a permitir incluso mantener un poco de cría en el centro del nido, favorecida por la aparición de polen temprano en algunas flores de invierno, no obstante esto este segundo periodo puede considerarse de reposo.
Se considera como inicio del año apícola la llegada continuada de polen a las colonias, cosa que podemos ver con facilidad en los días templados, de forma simultánea en el interior están teniendo lugar cambios muy importantes y significativos siendo de destacar la elevación de la temperatura y el mantenimiento de la humedad relativa dentro de un margen muy estrecho y apropiado a la salud de las larvas que se empiezan a incubar. Cuando todo esto tiene lugar deducimos que la remoción de las colonias es un hecho iniciándose todo el proceso vital.

La llegada de gran cantidad de polen, con un porcentaje superior al 50% las abejas que lo traen, nos indica mejor que otra cosa la presencia en el interior de cría abundante y aquellas colonia que así se nos muestran pronto aumentarán de ganado llevando ya desde este momento inicial la delantera durante toda la añada a otras que en este momento presentan una actividad menor y que no logran, en general, igualar a las mas aventajadas que necesitarán antes utilizar las alzas que serán llenadas con facilidad al coincidirles las mejores floraciones con su mayor potencia, en una simbiosis verdaderamente admirable, las más retrasadas que pasa el tiempo y no aumentan de ganado, por variadas causas, tan solo en los días de mucho calor presentan una actividad algo notable, ello es consecuencia de poder abandonar temporalmente el calentamiento del nido, cosa que pueden hacer al ayudarles el calor exterior a mantener la temperatura necesaria.
La relación entre la superficie que ocupa la cría de una colonia y el espacio que las, abejas una vez nacidas ocuparan es de un cuadro y medio de abejas por cada uno de cría, ello hace posible entre otras cosas que la colmena cuando se llena de panales de cría disponga de abejas suficientes para llenar con ellas las alzas y enviar al campo ganado suficiente para trabajar y mantener toda la actividad frenética que tiene lugar.
Con la llegada del otoño ocurre un fenómeno curioso y fácilmente observable, las abejas se hallan en las piqueras y parece que están como limpiando algo con las mandíbulas en un movimiento muy curioso hacia los lados, todas las colonias lo realizan, algunos días mas tarde se van colocando formando la típica bola compacta de la invernada, la actividad tanto exterior como interior se reduce y llega a cesar prácticamente por completo quedando las abejas casi quietas sobre los panales y solo en los días muy calurosos se desplazan por el interior y salen a vaciarse.
Cuando vemos esto en la piquera de la colmena se hallan preparadas para el reposo invernal y no debemos molestarlas con revisiones o exámenes que se dejarán para varios meses adelante, es muy importante respetarles ese deseo de permanecer inactivas y tranquilas, aunque no por ello dejan de estar atentas a lo que ocurre en torno de la vivienda y con el zumbido demuestran su rechazo cuando golpeamos la madera. En alguna ocasión al final de las floraciones importantes se adelanta por causa de la sequía en ese caso pueden llegar a prepararse equivocadamente para la invernada y con la llegada de las floraciones de inicio de otoño realizan una pequeña recolección pero pronto vuelven a su situación de reposo, constituye esto una prueba más de la perfecta sintonía entre ellas y la flora del lugar, mientras las condiciones climáticas exteriores sean adversas y sobretodo mientras la temperatura del ambiente se halle por debajo de diez grados permanecerán recogidas en la colmena, si aquella se elevara entre doce o quince grados salen al campo a vaciar sus intestinos y pueden realizar una recolección en flores cercanas a la colmena.

La primera diferenciación importante entre los miembros de la colonia en este periodo de actividad viene marcada por la edad de los individuos y así su función depende de aquella. Los podemos dividir en tres grupos, aunque en el desarrollo normal de los nacimientos los tres se solapan un poco en el tiempo, el primero sobre el segundo y este a su vez sobre el tercero, es lo que en apicultura se llama enjambre evolucionado hacia adulto siendo en este caso los individuos de la primera fase cada vez menos numerosos.
El primer grupo comprende las abejas recién nacidas y hasta aproximadamente el doce o catorce de vida, el segundo va desde unos quince días después de nacer y llega hasta los veintidós o veinticuatro días y el tercero desde esta fecha hasta la muerte de la abeja, cosa que sucede unos dos o dos y medio mes desde el nacimiento en primavera y unos cinco o mas cuando el nacimiento de aquella obrera ha tenido lugar al final de temporada y llegará con vida hasta la remoción del próximo año.
Las abejas nada mas salir de la celda presentan un aspecto débil y su color es más claro que el del insecto adulto, empieza a alimentarse pronto del néctar o miel y en los primeros días tan solo se fortalece, pronto empieza a poner en funcionamiento las glándulas situadas en la cabeza y que son productoras de jalea real y que a partir del quinto día están en su apogeo. Esta función es de la mayor importancia por tener una relación directa con la cantidad de puesta a alimentar sin olvidar la cantidad necesaria para alimentar la reina que en esta época de hacerse de forma abundante.

Se admite que la jalea va cambiando de composición según varía la edad de la larva a la que se alimenta y fácilmente se puede comprobar que aquella lo es a intervalos cortos depositando un poco de jalea cada vez, la abeja realiza esta alimentación introduciendo la cabeza en la celdilla y depositándola en el fondo. Si hubiera maestriles aquellos deben ser provistos de una cantidad importante de jalea y son las nodrizas las encargadas de hacerlo, las colonias muy potentes en nodrizas pueden hacer muchos y bien alimentados lo mismo que las mas débiles no pueden hacerlo.
Es fácil darse cuenta como a pesar de la gran cantidad de larvas a alimentar y de las variaciones que en la composición de la jalea se admiten no por ello se quedan larvas sin alimentar, olvidadas, lo que da idea de la perfecta organización que la colonia tiene. La abeja realiza este cometido hasta los doce o catorce días de edad y es un verdadero ejército las que se ocupan de este menester, para diferenciarlas de los otros grupos las llamamos nodrizas y debemos señalar que ellas no salen al campo a realizar recolección, solo parten algunas apenas pueden volar acompañando a las otras mas viejas en los enjambres.
Las nodrizas tienen una gran importancia en todo el proceso de cría de reinas, mas bien son imprescindibles, es conveniente que sus colonias estén en las mejores condiciones en todos los sentidos para que ellas puedan abastecer con abundancia los futuros maestriles, en algunos manejos se puede estimular su actividad suministrando agua melada.
Cuando de las condiciones naturales de una colonia resulta un crecimiento muy importante de individuos de este tipo coincidente con una baja ocupación de los otros grupos resulta de ello la necesidad de enjambrar, se debe estar muy atento a que esto no suceda por falta de espacio. Es el mismo caso si la numerosa población detecta un bajón en la cantidad de feromona que les llega de la reina, pronto las abejas con una contribución especial de las nodrizas toman la decisión de renovarla. En algún caso renuncian ha hacerlo perdiéndose la colonia, pero es posible que en este caso influyan factores que no se detectan a simple vista, la presencia de alguna enfermedad poco corriente puede causar este comportamiento, en general la desaparición de colonias populosas está precedido de alguna anormalidad grave que no siempre se detecta a tiempo.

En condiciones normales durante la primavera verano y sobre el día catorce las funciones de nodriza van poco a poco desapareciendo y la abeja se integra en el segundo grupo. No sucede lo mismo al final de la estación o cuando ocurren circunstancias anormales, como la pérdida de la reina que ha salido a fecundar y deben esperar a que regrese otra en cuyo caso aquellas glándulas permanecen en reposo reanudando su actividad cuando sea necesario, aunque es necesario hacer notar que tan pronto las primeras abejas nacidas reinician el ciclo evolutivo sustituyen a las mas viejas.
La segunda fase de la vida de las obreras comprende un trabajo fundamental que es el de cerera y otros no menos importantes y necesarios e imprescindibles como son la limpieza interior y la transformación del néctar. La limpieza interior es de una pulcritud envidiable, cualquier objeto ajeno a la colonia es rápidamente retirado y echado fuera, los cadáveres de otras abejas residuos de su actividad y cualquier cosa que no es de su agrado es arrastrado al exterior o propolizado en el sitio que ocupa cuando no pueden moverlo, es el caso de grandes insectos que se adentran en el nido o caracoles que son muertos y sus caparazones o esqueletos fijados con propóleos a la madera.
La misión fundamental de este grupo es la construcción de panales bien totalmente cuando se hallan libres en la naturaleza o reparando y acondicionando las láminas cuando están en nuestro apiario, se ocupan del operculado de todas las celdillas ya se hallen ocupadas por cría o por miel, contribuyendo de forma decisiva a la elaboración del néctar recién recogido.

Este grupo de abejas, en principio, no realiza trabajos exteriores y no recoge néctar de las flores, pronto realizan vuelos de reconocimiento de los alrededores de la colmena y vacían los intestinos, cosa que como se sabe deben realizar en pleno vuelo. Consumen alimento en abundancia para poder producir la cantidad de cera necesaria y que ellas van secretando por entre los anillos del abdomen mientras se hallan formando racimo muy juntas y quietas en los lugares donde se necesita, podemos ver muchas de estas dinimutas laminillas caídas al suelo cuando su producción sobrepasa el consumo. Como se supone en aquellas colmenas donde tienen que construir todos los panales la cantidad de miel consumida se resta de aquella que cabria esperar como producción.
Otro aspecto muy importante en la vida de las colonias es la ventilación, las abejas se procuran un ambiente interior apropiado controlando la subida de la temperatura sobretodo en verano lo que traería como consecuencia problemas a la cría, pero además y dado que el nido es una zona especialmente protegida la ventilación es usada para evaporar el exceso de agua que contiene el néctar cuando lentamente va siendo concentrado y se va transformando en miel. Para esta función se ocupan todas las que sean necesarias poniéndose en la piquera con el abdomen levantado y con el movimiento de las alas establecen la corriente de aire necesaria, aquellas colmenas dotadas de piqueras muy pequeñas pronto se ven ocupadas por abejas ventilando y es frecuente comprobar como estorban la entrada de otras abejas que llegan del campo, es fundamental el mantener la temperatura y la humedad interior en su justa medida y por ello no dudan en estorbar la llegada de pecoreadoras e incluso las ventiladoras se ven con frecuencia incomodadas y deben pararse ante el tumulto que se forma. No se debe permitir que esto ocurra abriendo las piqueras totalmente en toda época, nadie mejor que ellas saben cuando necesitan proceder a la ventilación o agruparse para mantener la temperatura, las colmenas con amplias piqueras no necesitan ocupar demasiadas abejas en este trabajo y tan solo cuando la recolección a sido muy importante podemos ver abejas que ventilan, especialmente al atardecer.
Si el calentamiento interior es perjudicado por la abundancia de abejas que contribuyen a él, gran parte de las abejas salen al exterior colgándose de los lados, si esta situación persiste varios días pronto enjambrarán. Si el calentamiento es solo temporal la actividad casi se paraliza y no se reanuda hasta que todo es normal.
Sobre los veinte días su actividad de cerera empieza a desaparecer y es entonces cuando sale al exterior en las horas centrales del día realiza nuevos vuelos de reconocimiento con la cabeza vuelta hacia la piquera de la colmena para fijar su situación en relación a los objetos del entorno, va haciendo círculos cada vez con un diámetro mayor hasta que definitivamente sale al campo dedicándose al arrastre de todo lo necesario al nido. En un principio se aleja unos centenares de metros pero pronto puede alejarse varios km. si fuera necesario, regresando a la colmena y reconociéndola, en general, sin dificultad.

Este trabajo de pecoreadora lo realiza hasta su muerte, pudiendo en ocasiones permanecer algunos días antes de morir haciendo trabajos de interior, ahora su cuerpo es mas oscuro, casi negro, por haber perdido gran parte del pelo y sus alas se pueden ver rotas, han sido desgarradas en las plantas que tienen espinas y estropeadas por los incesantes vuelos que ha realizado a lo largo de esta última etapa. Lo corriente es que las abejas viejas mueran en el campo al no poder regresar por faltarles las fuerzas, algunas que perecen durante la noche son sacadas al amanecer pero siempre son una cantidad mínima, como tiene que haber una renovación necesaria la cantidad que perecen en el campo es muy superior a las que perecen en la colonia, en condiciones normales delante de las colmenas apenas podemos ver abejas muertas.
Las abejas de este grupo tiene totalmente desarrollado su instinto de defensa y son más proclives a atacar que los son las otras de interior, cuando regresan cargadas son tolerantes y podemos acercarnos a las colmenas con poco riesgo de ser agredidos en los días de mucha actividad, cosa que no ocurre cuando esta es escasa, los manejos en el colmenar siempre se deben ejecutar en aquellos días en que la actividad es mayor, nuestro trabajo resultará favorecido.
Las misiones fundamentales de las pecoreadoras son el acarreo de néctar, de polen, de agua y de propóleos para los nidos y la defensa con vehemencia del grupo cuando se sienten atacadas y molestadas en su actividad cotidiana.
El número de individuos de este grupo tiene que ser aproximadamente tan elevada como la suma de las nodrizas y de las cereras, así se asegura la alimentación de aquellos grupos y como no siempre en el campo las condiciones de recolección son buenas como no lo es siempre el tiempo meteorológico este grupo de abejas se encargan de formar una reserva suficiente para cubrir las necesidades de consumo en esos días.
Se debe tener presente que la cantidad de miel presente en la colmena, incluso llegado el momento de la recolección, es solo una mínima parte de la realmente preparada por las abejas, pues se debe incluir además aquella cantidad que ellas han consumido durante la añada, se trata de un trabajo de acarreo verdaderamente sorprendente que solo se explica por la tenacidad con que las abejas lo realizan y por la cantidad de ellas que participan.
Los machos presentes en la colonia en espera de fecundar reinas no realizan trabajo exterior alguno, pero en el interior se puede asegurar que participan en tareas no bien definidas, en cualquier caso el calentamiento de la cría cuando permanecen en el interior pudiera ser una función indirecta pero interesante, algunas abejas podrían dedicarse a otras cosas mientras ellos permanecen sobre los panales. De todas formas ellos salen y permanecen bastante tiempo fuera de las colmenas para regresar al atardecer y alimentarse, el hecho que sean tolerados durante el tiempo de las fecundaciones es normal, no lo es tanto la cantidad que pueden llegar a alcanzar, esto hace pensar que son necesarios a la colonia, aunque no se pueda determinar con precisión cual es su influencia, parece cierto que las colonias privadas totalmente de machos tienen un comportamiento anormal, baja actividad e incluso pueden llegar a desaparecer, si esto es así parece lógico suponer que son necesarios.

Durante los meses desde el otoño hasta finales del invierno se produce el tiempo de reposo y es muy simple la organización, si desciende mucho la temperatura exterior se deja de criar abejas por la gran dificultad que seria el mantener la temperatura necesaria en esa zona, 35º c. así conforme van llegando los fríos se agrupan en un lugar de la colmena sin que se pueda establecer previamente, a no ser que tenga algún defecto o alguna humedad en cuyo caso se alejan de ese lugar y se instalan en uno mas seco no cambiando hasta la remoción de primavera. Como es lógico se alimentan de la reserva de miel que tienen cerca y solo en los días de mayor temperatura pueden acercarse a otros panales si los primeros ya no tienen alimento.
En los sitios de inviernos templados donde la temperatura mínima no desciendo por debajo de 2º ó 3º c. se mantiene la cría pero solo en las colonias excepcional mente potentes, la cantidad en todo caso es muy pequeña. ½ ó 1 cuadro, en las otras la cría se interrumpe, pero apenas notan condiciones favorables se la lanzan a criarla, parece que estuvieran esperando el tiempo apropiado para lanzarse.
La movilidad del grupo de abejas no se produce si el frío es intenso porque ello implicaría enfriamiento adicionales de abejas que después necesitan de nuevo calentarse para mantenerse con vida lo que ocasiona un gasto de energía que ellas no consienten, en los casos de temperaturas extremadamente frías pueden llegar a morir abejas de la capa exterior de frío después de haber protegido y calentado a las otras, en condiciones normales se puede observar un cierto intercambio de abejas desde las capas exteriores a las mas interiores para calentarse. En casos muy extremos es tal la quietud en que se halla la colonia que no se mueven ni para acercarse a panales cercanos de miel y pueden llegar a morir incluso de hambre teniendo la miel tan cerca. La disposición de la miel en la parte alta de los panales que construyen en la naturaleza y la misma disposición en nuestras colmenas movilistas que es una imitación de aquella junto con la facilidad que tienen las abejas para subir, o la misma miel que colocan encima de los cuadros de cría sugiere que su instinto las indica colocarse formando la bola sobre los panales de miel y luego ir ascendiendo lentamente según van consumiendo.
El consumo de miel durante este periodo es verdaderamente mínimo y como corresponde a todo lo que sucede en la colonia, su cantidad solo es la necesaria para mantenerse con vida, nada hay de perjuicio en dejar una reserva superior de miel pues no por ello dejaran en su momento de recolectar la conducta de las abejas en este como en otros supuestos es excepcional.

jueves, 14 de febrero de 2013

ALOJAMIENTOS NATURALES


Alojamientos naturales 
En condiciones naturales las abejas escogen un hueco en un árbol o en las rocas de la montaña para resguardarse de las inclemencias del tiempo y allí comienzan a construir los panales y se desenvuelve la vida de la colonia, através de las rendijas que desde el interior les permite ver la luz alcanzan el exterior, y no tienen preferencia sobre la orientación de aquellas, es posible ver como mueren muchas abejas al llegar el atardecer de los días fríos que no pueden alcanzar el interior especialmente si las entradas se hallan orientadas hacia el norte.

En tiempos remotos las abejas no estaban establecidas en colmenas como las conocemos en la actualidad, pues tan solo hace unos años que se emplean de forma corriente. Vivían alojadas en cualquier hueco y el apicultor primitivo recogía la miel llegando hasta sus nidos y cortando los panales, ver como las abejas formaban grupos que daban nacimiento a nuevos asentamientos pudo ser la causa que favoreció el que fueran alojadas en recipientes construidos a semejanza de sus huecos naturales en las montañas y surgieron de barro, de cañas o cualquier otro podía ser usado y las abejas lo aceptaban. Con el paso del tiempo aquellos fueron evolucionando procurando adaptarse a las necesidades de las abejas y así aumentaron de volumen o se modificaron en alguna medida. Es corriente aún encontrar colmenas rústicas que están hechas del tronco de un castaño hueco u otro árbol donde las abejas trabajan con entusiasmo, lo mismo en un lugar preparado por el hombre que si ellas encontraron el tronco en un bosque. Estas formas iniciales dieron paso a colmenas que aunque primitivas marcaron un primer intento de acercar las abejas al hombre y así surgieron los truébanos o trobos construidos con tablas, son cuadrados y reproducen lo que se ha visto en la naturaleza, esto es, un simple recipiente hueco donde alojar un enjambre que encontramos. Pero no todos los truébanos son iguales en tamaño, los hay desde pequeños hasta muy grandes capaces de alojar grandes colonias.

Resulta curioso ver como en la parte central se instalaba un listón que atravesaba la colmena, llamado "juez" en algunos lugares y que era el sitio hasta donde se podía llegar cuando se sacaban panales, es obvio destacar la imperfección de este supuesto pues a pesar de la buen voluntad del apicultor, él no podía saber nunca si por debajo de aquel listón había suficiente cantidad de miel para la reserva invernal, sobretodo teniendo en cuenta que las abejas construirían panales nuevos en la parte recortada que la reina usaría para poner desplazándose toda la colonia hacia la parte superior donde se hallan las ceras nuevas y abandonando la parte inferior, de todas formas se trata de un intento muy bien intencionado de reservar alimento suficiente a las colonias para pasar la invernada. Es de notar como en algunos lugares se dieron cuenta de este hecho y recortaban los panales lateralmente e incluso por la parte inferior para que la renovación fuese completa después de dos o tres años de corta, realizando de este modo un importante avance dentro de las limitaciones que ese sistema de colmenas tiene.
Los enjambres fugitivos utilizan como refugio cualquier hueco en las casas que encuentren y que les agrade, se asientan debajo de canalones, en huecos aislantes o desvanes accesibles desde el exterior por pequeños agujeros que ellas encuentran de forma admirable. En aquellos lugares en donde por algún tiempo vivieron las colonias son escogidos para vivir por otras que se instalan en el mismo sitio y ello puede ocurrir durante varios años, no pasa demasiado tiempo desde que desaparece la colonia cuando un nuevo enjambre se instala en el mismo lugar, es curioso como esto puede suceder en medio de un pueblo con muchas casas juntas no siendo conocida cual es la causa que las impulsa a vivir allí. Cuando una colonia fugitiva decide instalarse en un lugar no repara en que en él haya panales en malas condiciones, si el sitio estuvo habitado, mas bien trata de aprovechar lo que encuentra restaurándolo y no es frecuente que se desplace del lugar donde se ha asentado a no ser que medie una incomodidad muy importante, se trata por tanto de una fundación de asentamiento siendo desde el principio muy reacias a abandonarlo, tan solo la lluvia o algún agente perturbador logrará desalojarlas del sitio desplazándose el grupo o en casos muy contados emprendiendo el vuelo hacia otro sitio dejando en el lugar los inicios de los primeros panales.

Cuando las abejas están conducidas por un apicultor es necesario para obtener una producción importante alojarlas en  un lugar mas conveniente a su buen desenvolvimiento. Una buena colmena debe permitir un fluido movimiento de abejas de modo que las pérdidas de tiempo en salvar obstáculos sea la menor posible, debe permitir remover los panales sin tener el inconveniente de hallarlos fuertemente pegados a las paredes o a los apoyos y debe además poder ser ampliada o reducida con cuerpos adicionales, todo ello fácilmente intercambiable para poder sustituir el material defectuoso y sobretodo dar cobijo sin limitación de espacio a toda la puesta de una buena reina, junto con su reserva alimenticia cotidiana de miel, el polen necesario para la cría y todas las reservas necesarias a mas largo plazo.
Es un punto muy importante en la apicultura activa el disponer de sitio suficiente para la puesta de la madre. Piénsese que la metamorfosis de una abeja dura veintiún días y por tanto su celdilla solo estará disponible al final de ese plazo y es nuestra prioridad el facilitar otras vacías colocando en la colmena panales suficientes para evitar toda limitación.
En los albores de la apicultura movilista surgieron muchas colmenas con muy variables disposiciones en cuanto a su volumen, con el paso del tiempo tan solo unos pocos modelos demostraron con excelentes cosechas de miel y enjambres populosos superar las cualidades de las demás, proporcionando alojamiento útil a colonias potentes capaces de generar una reserva muy importante de miel o acarrear una provisión suficiente de polen para alimentar las miles de larvas y reparar y construir los panales y efectuar un largo número de tareas cotidianas.

Una de las condiciones más importantes que debe tener una buena colmena es respetar las medidas del llamado "espacio de la abeja" que es la medida del intervalo o distancia entre dos piezas del interior de la colmena de modo que se puedan cruzar dos abejas sin dificultad y que se estima entre 8 mm. y 10mm. si la distancia es menor causando dificultad al paso de las abejas ellas procederán a taparlo con cera y propóleos inutilizándolo, fijando fuertemente las dos partes, esto nos causa un problema innecesario para despegarlas e indirectamente provocamos agresividad. En ocasiones sucede lo contrario, al colocar nuevas alzas o elementos puede llegar a quedar un espacio excesivo entre los dos cuerpos y nos encontramos con que al ir a retirarlas tienen varios panales construidos debajo lo que ocasiona problemas con la miel que gotea y que puede provocar pillajes de forma inmediata, si estas alzas son sometidas a revisiones ocasionamos la muerte de muchas abejas aplastadas por los mismos panales que se han roto al ser retiradas los cuerpos. Después de conocer la importancia del "espacio de la abeja" es fácil comprender que la colmena es un instrumento muy útil cuando trabajamos con las abejas, de su correcta conformación depende que nuestro trabajo sea agradable y cómodo y sobretodo causando el menor contratiempo en la colonia.

Aunque es básico que las colmenas como contenedores de los panales sean de las medidas apropiadas al número que se colocarán dentro se debe prestar la mayor atención al panal en sí, siendo como es el objeto que será sacado y vuelto a colocar muchas veces debe reunir todas las condiciones para poder usarlo con comodidad. En principio tendrá la medida correcta según sea su modelo y dispondrá de separadores apropiados para mantener la distancia con el vecino, algunos tienen separadores en la parte inferior asegurando que no se arrime, esto tiene una dificultad, será propolizado en ese lugar haciendo dificultosa su extracción, en cualquier caso lo separadores serán muy reducidos en la zona de contacto para disminuir el pegado. Aquellos que no disponen de ellos, pueden en alguna ocasión arrimarse por la parte inferior y para sacarlos se hará subiendo los dos a la vez, se despegan sobre los otros y se colocan dando a uno de ellos la vuelta quedando así corregido el problema, suele ser debido a curvaturas de la madera y no es frecuente que suceda ni en panales industriales.
La necesidad de mantener con toda rotundidad la correcta posición de los panales nace del hecho de causar gran contratiempo hallar panales intermedios construidos cuando la distancia es grande, los que hay que destrozar para recuperar la armonía del nido y ello supone destruir cría, cuando esto suceda siempre es posible darla a alguna de las colonias que tenemos como almacén, colocándola de pie al lado de los otros panales, las abejas en pocos minutos fijan los pedazos y permiten que las abejas que contienen nazcan sin dificultad, una vez ha sucedido los retiramos.

Sucede alguna vez que a pesar de mantener las distancias correctas mediante los separadores el hecho de alternar alguna lámina de cera hace que durante una buena cosecha se agrande mucho la parte superior del panal con miel haciéndolo tan grueso que invade el sitio del vecino ocupando el lugar que debería tener el recién colocado, en estos casos la única posibilidad es cortar con el cuchillo un trozo por la parte de arriba para conseguir mantener la distancia, es interesante hacerlo pues de otro modo al sacar el nuevo nos encontramos sin sitio arrastrando las abejas que resultan muertas, esta deficiencia debe ser siempre corregida para que todos los manejos sobre los nidos se puedan hacer con facilidad y molestando lo menos posible a las abejas.
Otra causa de problemas es olvidar colocar un panal en una colonia potente y que en unos días ha obrado totalmente el espacio libre, inmediatamente de conocer el fallo se retirarán los panales obrados aprovechando los de cría, incluso se puede llegar a colocarlos de la misma forma que se hace en un trasiego, para restituir todo correctamente.

VIVEROS DE REINAS


Este procedimiento nos permite obtener muchas y muy buenas realeras, aunque su realización es un poco laboriosa.
Lo realizamos partiendo de una cámara normal que preparamos para que nos permita desplazarla con seguridad al lugar donde las abejas se orientarán de nuevo, y la colocamos cerca de las varias colonias que vamos a manejar, de forma provisional usamos un trapo para sustituir al cubre normal lo que nos evita matar abejas al tener necesidad de tapar y destapar varias veces antes de terminar, momento en el que le ponemos su cubre y lo aseguramos para el transporte. El hecho de tener que utilizar varias colonias y la necesidad de abrir varias veces la colmena de transporte hará que en el colmenar se produzca una cierta agresividad y si el día no es bueno posiblemente las abejas estarán ocupadas en abandonar los cuadros que vamos metiendo en ella, el trapo nos ayudará a mantenerlas al permitirnos abrir solamente un trozo por donde metemos en nuevo cuadro y la pérdida de ganado es pequeña.
Una vez todo dispuesto y escogidas las mejores colonias para cepas, a una de ellas le tomamos un par de cuadros de cría joven, menos de seis días de edad, y ante la duda comprobamos que lleve una porción de puesta todavía de huevo, le dejamos todas las abejas que tengan y tenemos la certeza absoluta que la reina no se halla en esos dos cuadros, para ello deberíamos proceder sobre colonias con reinas marcadas, pues si en alguno de los diez que necesitamos pasa una el trabajo habrá fracasado, eso sí encontraremos realeras en la colmena de donde la hemos llevado, pero no es ese nuestro propósito, una vez comprobado que la reina no está lo asperjamos suavemente con agua azucarada y una esencia que olorice y los colocamos con suavidad en el interior de la colmena de transporte.
El proceder con suavidad es básico para evitar que las abejas se inquieten y traten de abandonar los panales cada vez que tenemos necesidad de abrir, si todo el proceso se realiza en condiciones optimas casi no sería necesario tapar, a no ser que necesitásemos mucho tiempo para concluir y ellas detectaran la falta de las madres y al extrañar esta colmena trataran de abandonarla. A continuación de los dos cuadros que ya tenemos colocados ponemos otros dos de otra colonia o uno solo si no los tenemos, los asperjamos como hemos hecho antes con el jarabe aromatizado y los colocamos en el interior. Continuamos de la misma forma hasta completar los diez, momento en el que tapamos con el cubre de madera y los desplazamos todo a uno o dos km. Y una vez allí abrimos la piquera.
De esta forma hemos realizado una supercolonia huérfana en donde la presencia de abejas nodrizas es notable, por haber tomado cuadros con preferencia de cría operculada, todo lo cual la lleva a iniciar y criar excelentes maestriles lo que hará posible el nacimiento de reinas de calidad por haber sido preparadas en las mejores condiciones de alimentación y de incubación.
Tres días después de haber desplazado la colmena vivero le haremos una revisión con el fin de detectar la presencia de huevos y de hallarlos tendremos la certeza de que en la colonia hay una reina lo que impedirá la formación de los maestriles, es necesario buscarla y quitarla, llevándola si es preciso en una jaula para ser introducida en un núcleo que podríamos hacer para aprovecharla.
Ocho días después de desplazado el vivero tendremos realeras en todos los cuadros y varias en cada uno, contamos cuantas son y de acuerdo con las posibilidades de ganado de nuestro colmenar deducimos la cantidad de núcleos que podemos formar teniendo muy presente que deben ser potentes.
Si tenemos realeras en los diez cuadros y solo nos interesa realizar otros tantos núcleos los preparamos en el colmenar tomando para cada uno un buen cuadro de miel y tres de cría sin la madre y con las abejas que lleve, el cuadro que falta para llenar puede ser una lámina de cera o bien otro cuadro de miel. Las colonias superpotentes pueden dar estos cuadros sin prácticamente merma de producción ya que el ganado que nos llevamos es repuesto sobre la marcha con las abejas que están en las alzas y las láminas nuevas que reemplazan los cuadros que nos llevamos son muy pronto estirados y la reina los llena de huevos en pocos días. Como para el buen término del manejo es necesario que en los núcleos no vaya ninguna madre, nada mejor que revisarlos tres días después de realizados y si encontramos huevo quiere decir que ella está, se impone buscarla y quitarla, en este día se cumplen los once desde que hemos hecho el vivero por tanto las realeras están para brotar.
Una vez concluida esta última revisión de las colonias huérfanas que recibirán las realeras nos disponemos a repartirlas, si hemos decidido dar a cada uno un cuadro con realeras retiramos el que hemos puesto con lámina y que durante el transporte ha servido para mantener a los otros en su sitio, asperjamos un poco de jarabe aromatizado sobre las abejas del cuadro que tiene las realeras y sobre las abejas de núcleo y lo colocamos dentro, tendremos mucho cuidado de comprobar que las realeras no resultaran aplastadas al ser puesto en su sitio y finalmente cerramos con el cubre.
Puede suceder que el número de núcleos que quisiéramos obtener fuera superior a los diez y si en el vivero tenemos realeras suficientes procederíamos dándoles a cada uno no un cuadro completo como antes sino una realera o dos que les injertaremos en el centro del área de cría o sujetaremos mecánicamente entre dos panales de modo que no caiga al suelo cuando las abejas empiezan a pasar sobre ella, para obtener las realeras las recortamos dejándola en medio de un trozo de cera para colocarla en un hueco de la misma medida en el panal. Se debe manejar con mucho cuidado para no aplastarla y no se cogerá nunca con las manos, tomándola del trozo de cera que la rodea, se posa en una caja tapizada de algodón o papel y la resguardaremos del sol directo. Tan pronto dejamos el panal en su sitio las abejas pegan con cera el injerto impidiendo que se pueda desprender. Cualquier otro procedimiento que permita sujetar el injerto entre los panales como puede ser clavar un palillo en la cera y suspenderlo entre dos panales puede servir. Los agujeros que quedan en el panal que ha dado las realeras son rellenados por las abejas en los días posteriores, suelen hacerlo con celdas grandes de machos.
Cuando recortamos realeras se nos presentan varios inconvenientes prácticos derivados de la situación en que encuentran en el panal, siendo en ocasiones necesario cortar los alambres de sujeción de la cera, o nos llevamos en un solo injerto varias realeras que las abejas han construido juntas y no podemos separar sin deteriorar alguna o se hallan pegadas a la madera y no podemos soltarla.
Si alguna colonia rechazara una realera o tiene muerta la ninfa las abejas hacen un agujero alargado lateral sacando el contenido por allí, después de unos días.
En algún caso en el que la realera no nace por alguna razón pueden las abejas roerla por el mismo sitio que lo haría desde el interior la futura reina. Cuando una reina nace bien recorta en el extremo más inferior de la realera una tapa perfectamente redonda y sale al exterior, incorporándose al grupo de abejas sin ninguna manifestación especial, hasta que su feromona indique su presencia, en unos días hará sus vuelos de fecundación y se colocará al frente de la colonia.
Lo primero es buscar una colonia que será nodriza, no necesitamos que sea muy potente pero si que este sana y que tenga como mínimo un alza puesta o abejas suficientes para necesitarla, le quitamos todos los panales de cría con menos de seis días y cepillamos las abejas que tengan, la privamos de la madre, bien llevándola a otro sitio en un pequeño núcleo que reforzamos con pecoreadoras en el lugar de destino o simplemente eliminándola si es vieja o defectuosa. Después de quitar los panales los reservamos en un núcleo y tapamos la colmena con un trapo mientras trabajamos con la colonia cepa.
Esta será la mejor o una de las mejores del colmenar, le tomamos algunos panales que cepillamos con cuidado para quitar las abejas y a los que no daremos golpe alguno, estos cuadros limpios de abejas y que tienen que tener mucha cría joven, de menos de seis días, los ponemos en el sitio que ocupaban los que hemos retirado de la nodriza, siempre daremos el mismo número que quitamos o mejor uno menos. A la semana obtendremos numerosos maestriles de calidad, contamos cuantos son y los repartimos como el caso anterior, bien cuadro a cuadro o recortando realeras.
Este método simplifica en buena medida el anterior, solo es necesario manejar dos colonias y si bien la cepa tendrá con seguridad varias alzas y será un poco laborioso hacerse con la cría que necesitamos la colonia nodriza solo tendrá un alza y trabajaremos con más facilidad. De otro lado no restamos potencia a la cepa al devolverle el mismo número de panales que le quitamos, no hay pérdida de ganado en esta fase ni necesitamos un desplazamiento, desplazaremos los núcleos cuando los hayamos hecho.
Aunque las realeras se pueden hallar en cualquier sitio del panal es corriente encontrarlas en los bordes, pudiera resultar que las abejas tienen una preferencia o una facilidad de hacerlas allí. Es sencillo para el apicultor preparar un panal con una lámina recortada en forma de tres picos por la parte inferior, retiramos un cuadro a una buena colonia y le colocamos el que hemos preparado en el centro del nido, las abejas estirarán la cera y cuando tenga puesta joven lo sacamos y se lo damos a una colonia nodriza que tenemos ya huérfana y que nos hará las realeras.
El tiempo necesario que el panal debe estar en la cepa es variable y se impone una revisión semanal hasta que lo encontremos con la cría que nos interesa a los quince o veinte días pudiera estar puesta.
Para evitar de forma definitiva los inconvenientes de hallar realeras agrupadas se puede utilizar este método cuyo desarrollo comienza al colocar, como en otras ocasiones, en el centro de la cámara de la colmena que será cepa y tras retirar un cuadro, otro que tiene una lámina de cera puesta, y que retiraremos cuando está con abundante huevo o larvas muy jóvenes. Lo mejor es retirarlo cuando tiene lo primero, los huevos sufren mucho menos con nuestros manejos que las larvas que deben ser alimentadas con regularidad con jalea. Con la antelación suficiente preparamos un marco al que quitamos los alambres de sujeción de la cera y sobre los cantos de los listones laterales clavamos cuatro soportes a cada lado hechos con unas tiras de hojalata, de tal modo que podamos con facilidad quitar y poner unas tiras de madera de unos dos o tres cm. de anchas y unos mm. de grueso. A continuación cortamos del panal con huevo que hemos retirado de la cepa tres tiras para los cuadros perfección y cuatro para los industriales, como de un cm y medio de anchas destruyendo algunas celdas para que cuando las abejas construyan las realeras no las hagan pegadas y las atamos a la madera con alambre de marcos, nunca con cordel, y finalmente las instalamos en los soportes del marco. Podemos elegir al colocar la cera, que quede en su posición natural y así las realeras las harán en la forma corriente y que podemos injertar en su forma natural o podemos colocarla de manera que las celdas queden con la boca hacia abajo, siendo posible usarlas sin necesidad de hacer huecos, simplemente se sujetan con un palillo por el trozo soporte.
Una vez el marco soporte está listo con las tiras en la posición que escogimos y para evitar enfriamientos innecesarios lo llevamos sin perder tiempo a una colonia huérfana, preparada como otras veces y sin cría joven alguna, tienen por tanto las abejas que construir realeras en las tiras por ser el único sitio donde disponen de cría apropiada. La aceptación y por tanto el resultado es bueno, no obstante se deben preparar siempre un número mayor de las que necesitaremos y así podemos dar varias a cada núcleo huérfano aumentando las posibilidades de éxito.
Estas realeras que han sido preparadas por las abejas a partir de huevos deben ser manipuladas a partir de los diez días, los manejos dañan a las futuras madres si nos adelantamos, el simple hecho de cambiarlas de posición es suficiente para que las ninfas resulten muertas, debemos tener presente que en el interior de la realera la ninfa cambia de posición y realiza sus mudas nuestra intervención adelantada puede ser fatal en esas circunstancias.

martes, 12 de febrero de 2013

LA RECOLECTA DEL POLEN


 La abeja va recolectando los microscópicos granos en su visita a cada flor. Los va compactando con su saliva para hacer dos pelotitas que ubica en cestillos al efecto, en su par de patas posteriores. Gran importancia tiene la compactación de los granos ya que es allí donde se les agregan valiosos elementos.
En cada vuelo, la abeja visitará las flores necesarias para completar su carga de acuerdo a su modalidad de trabajo de alta eficiencia. Su primera premisa será el polen con alto contenido proteico.
Desprecia pólenes de bajo valor –aunque abundantes como el de pino.

Su segunda premisa será economía de energía; por ello en cada vuelo visitará las flores mas cercanas y de mas valor nutritivo, sin importar a que especie pertenezca.
Existe una vieja e infundada creencia entre apicultores y técnicos de que la abeja en cada vuelo solo visita flores de la misma especie, atribuyéndole a ello la gran capacidad de polinización, que, sin saberlo realiza la abeja mejorando el rinde de las cosechas y la biodiversidad. ,o discutiré el tema en relación al néctar, o tengo aval de certeza de lo que hace la abeja en este caso. En cuanto a la recolección de polen, tampoco lo discutiré:

Existen suficientes cantidades de análisis oficiales de contenido de los granos de polen que certifican que la mayor parte de la recolección es de flores de distintas especies. Esto es, aunque el color de las pelotitas de polen sea homogéneo, el microscópico indica que generalmente se han homogeneizado entre 4 y 7 especies distintas. La observación científica –en este caso- da por tierra la creencia de que debido al color (a simple vista) homogéneo se debe considerar todo el contenido como de una especie.

Julio Cesar Días

OBRERAS PONEDORAS Y MACHOS PEQUEÑOS



Si una colonia está bien organizada tan solo en ella encontramos abejas obreras, machos y una reina, en alguna ocasión muy concreta pueden convivir dos reinas o bien una reina fecunda y varias no fecundas. De forma temporal y ante la ausencia de una reina fértil pueden las abejas obreras iniciar la puesta de algunos huevos durante el tiempo en que la reina fecunda está para iniciar su puesta, pero si la ausencia de reina se hace definitiva y las abejas no disponen de medios para procurarse otra y en ocasiones aunque dispongan de esos medios, cuando ya ha transcurrido mucho tiempo, son varias las obreras que estimulan los ovarios atrofiados hasta entonces que tienen y ponen algunos huevos de forma desordenada y así podemos encontrar larvas de diferentes edades en la misma celdilla o larvas y huevos juntos, o una cantidad de diez o doce huevecillos colocados en la misma celda, toda esta puesta como procede de abejas que no han sido nunca fecundadas y atendiendo al proceso de descendencia llamado partenogénesis dará lugar al nacimiento de machos, y al ser las celdillas donde nacen las propias de las obreras alargadas ellos nacen más pequeños en tamaño corporal y se puede suponer que esa tara los hará no aptos para la fecundación siendo totalmente inútil su presencia en el colmenar. Las colonias de este tipo crían estos machos en el centro de los panales normales lugar donde con mayor frecuencia se reúne el grupo, en principio puede parecer que todos los que han usado quedan inhabilitados para continuar la cría de obreras pero lo cierto es que al ser las mismas celdillas alargadas las abejas las recortan y las dejan en la medida apropiada, es un caso poco frecuente pero las mismas abejas de la colonia cuando cesa totalmente la puesta de las ponedoras durante el invierno las recortan llevadas de su instinto y quedan con la longitud apropiada.
Si se observan con detalle algunas celdillas nos encontramos con que tienen una provisión de jalea muy superior a lo normal, incluso llegan a realizar realeras que por su procedencia solo pueden dar lugar al nacimiento de otro macho, cosa que no suele ocurrir.
Todas las colonias de este tipo están por lógica condenadas a desaparecer, no puede ser de otra manera al no haber los necesarios nacimientos de reemplazo de las viejas abejas que van desapareciendo con la edad, tan pronto son detectadas debemos aprovechar las abejas que tengan reuniéndolas y reservando los panales para otras colonias.
Intentar que se den otra reina cuando ya están organizadas en torno de las obreras ponedoras y a las cuales las abejas pueden considerar como verdaderas reinas es muy difícil y muy pocas veces merece la pena si tenemos en cuenta la escasa población que tienen, cuando deberíamos iniciar el manejo de dotarlas de cría joven para que formen realeras, la reunión es el método más apropiado para resolver esta situación.
Como una característica de la puesta anormal de estas colonias es el hallar varios huevos en las mismas celdillas debemos considerar que los bloqueos bruscos de una reina en activo, ocasionada por ejem, al llevárnosla en un núcleo, puede dar lugar al hallazgo de algunos huevos juntos lo mismo que ocurre al inicio de la puesta de una joven reina aunque en este caso es debido a una puesta de abejas, en ambos desaparecerá por si misma y nunca llegará a pasar de algo puramente ocasional y que el apicultor ve casi de casualidad. El problema de obreras ponedoras esta planteado cuando hallamos puesta como la descrita, parte debidamente operculada, los panales alterados por esas celdas y una escasa población.

lunes, 11 de febrero de 2013

LAS ABEJAS OBRERAS


Son las encargadas de realizar todo el trabajo, tanto interior como exterior y se ocupan de la defensa de la colonia. Todo su cuerpo esta perfectamente adaptado para cumplir con ese fin y es diferente en algunas partes del de la reina a pesar de haber nacido de huevos idénticos, la alimentación es cambiada al tercer ida de larva por una papilla de miel y de polen lo que la hará tener una morfología diferente adaptada al trabajo que realiza, su alimentación de adulta es de miel que a su vez lleva polen disuelto.
Las obreras tienen en la cabeza las glándulas de secreción de jalea real, que van depositando en las celdillas que contienen larvas hasta tres días de edad, y que sirve igualmente para alimentar a la reina durante toda su vida. El ocuparse de la alimentación de sus hermanas es una de las primeras ocupaciones de la joven abeja cuando solo cuenta unos pocos días de edad, dispone de mandíbulas sin dientes con las que trabaja y da forma a la cera de construcción de los panales, saca las larvas muertas y las suciedades que pudiera haber dentro de la colmena. Dispone de un completo juego de piezas bucales que le sirven para adaptarse a las condiciones de los líquidos que tiene que absorber, estos pasan a través de un tubo por el tórax hasta el abdomen donde son almacenados en un depósito especial, llamado buche, que es un ensanchamiento del tubo y que le sirve para transportarlos a la colonia, el buche dispone de una válvula especial que le permite pasar una parte a su estómago para su consumo. Es conveniente resaltar que son dos cosas distintas el buche y su estómago. Estas piezas bucales son las encargadas de facilitarle la absorción del néctar cuando se halla en cálices profundos, es una condición a tener muy en cuenta cuando se trata de realizar selección de reinas.
Los ojos compuestos carecen de movimiento y se hallan situados a ambos lados de la cabeza en forma de semicírculo y están a su vez compuestos por muchos ojos simples que juntan las sensaciones que perciben en su cerebro lo que la permite ver a su alrededor, la abeja dispone de dos ojos compuestos como los descritos y otros tres simples, llamados ocelos, que pudiera usar para orientarse en las distancias cortas y tal vez dentro de la colmena le serán de ayuda a la hora de construir panales pues su disposición en triángulo parece tener relación con aquello.

Los ojos compuestos que son los que utiliza en el exterior le permiten detectar los movimientos bruscos y alcanzar al causante con gran precisión. En pleno vuelo debe localizar el lugar donde se halla situada la vivienda, en ese caso la referencia que tiene es la posición relativa de los objetos que rodean la colmena, y que es memorizada por ella, lo que le sirve de referencia a la hora de regresar, a pesar de todo se admite como normal una cierta deriva de abejas que se introducen en las colmenas vecinas y que son recibidas sin problemas cuando todo el colmenar se halla trabajando y no hay problemas de pillajes. Es curioso observarlas en pleno vuelo cuando en las proximidades del colmenar se cruzan en todas direcciones y podemos observar que no se producen choques entre ellas, su percepción para los objetos que se hallan en movimiento es extremadamente precisa. El cambio de lugar de los referentes hace que al regresar no encuentre su colmena y se pose en el lugar que ocupaba, emprende de nuevo el vuelo tratando de hallarla pero renuncia a la búsqueda cuando la distancia a que ha sido trasladada apenas llega a unos metros, en estas condiciones desconfían de entrar en las colmenas vecinas que se ponen alerta ante la gran cantidad de pecoreadoras que intentan entrar y creyendo que se trata de pillaje producen la muerte a buen número, siempre se debe ser cuidadosos a la hora de mover colmenas de sitio, contando en primer lugar con que no les será posible hallar la nueva situación de la vivienda. Los movimientos vivos son detectados con mayor precisión si cabe, cuando algo las inquieta como puede ser el manipular exteriormente la colmena salen al exterior y comprobamos como el movimiento brusco de la mano es visto con precisión, simplemente nos vasta observar como en sincronismo con nosotros se mueve la abeja en la piquera antes de volar hacia donde nos hallamos aunque nos separan dos o tres metros.
Cuando pretendemos defendernos de una abeja que nos rodea con un sonido muy agudo de alas, signo de ataque, por la razón expuesta de nada nos sirve tratar de espantarla dando manotazos, siendo precisamente esos movimientos los que definitivamente les sirven de orientación en esos casos debemos proteger la cara por la preferencia que muestran de agredir allí y alejarnos del lugar hacia una sombra o edificio.
Las antenas están formadas por una sucesión de tramos y son utilizadas constantemente para tocar cosas y apreciarlas. Las abejas tocan los objetos y después se producen reacciones de agrado o de desagrado, o detectan un objeto extraño que se introduce en el nido como la espátula, por ejem., para después retirarse o atacar. Las abejas obreras están dotadas de finísimo olfato que las permite detectar no solo la presencia de néctar en las flores a considerable distancia y que seria su principal misión sino olores procedentes de personas objetos o animales que se hallen cerca y que las incomoden, motivándolas a atacar sobre la marcha.

La parte central del cuerpo, tanto de abejas como de reinas y de machos, se llama tórax, de esa parte nacen las patas que en las obreras tienen funciones importantes y adicionales adaptadas a fines concretos, así el primer par permite la limpieza a todos los individuos de la colonia de las antenas y de los ojos, tienen unos entrantes de la medida de las antenas y al estar dotados de unos pelos rígidos al arrastrarlas el polen adherido procedente del trabajo de pecorea es de ese modo limpiado lo mismo que los ojos. Las patas situadas en medio tienen unos espolones con los que desprende las pelotas de polen o de propóleos que acarrea con las patas traseras que para ello tienen unas cestas formadas de pelos rígidos y que le sirven de envase para transportarlo, las va llenando con un curioso movimiento de frotación y que visto realizar sobre una flor no parece que pueda lograr acumular la pequeña pelota que después acarrea a la colmena. Lo mismo sucede con el propóleos que recoge de las yemas de los árboles y de los tableros que desmontamos, debido a la adherencia del material se limita a introducirlo en la cesta sin comprimirlo demasiado para que se suelte con facilidad. Todas las patas disponen de garfios para agarrarse en las superficies rugosas y de unas almohadillas en las traseras que le permiten caminar por las lisas, a pesar de todo en ciertas superficies demasiado pulidas las abejas tiene grandes problemas a la hora de caminar, es demasiado el contraste entre lo que serían las superficies de su medio natural y los materiales modernos, no siempre acordes con sus posibilidades de movimiento.
En el tórax tiene las alas que en número de cuatro puede replegar de dos en dos lo que le permite realizar trabajos dentro de las celdillas, se fijan una a otra durante el vuelo con un ganchos.
En la parte opuesta a la cabeza está el abdomen tiene las traqueas que le sirven para oxigenar el cuerpo, las abejas no tienen pulmones, siendo aquí precisamente donde se aloja el ácaro causante de la acariasis, están situados a los lados del cuerpo y son a modo de tubos comunicados provistos de ensanchamientos en algunas partes que denominamos sacos aéreos, la comunicación con el aire exterior se realiza por unos agujeros denominados estigmas.
Lo que podemos llamar sangre de la abeja es un líquido incoloro que circula por el cuerpo gracias a las contracciones que realiza el tubo cardiaco situado en el dorso del abdomen y que llega a la cabeza, en la parte ventral dispone de otro sistema de impulsión similar.
El abdomen es el lugar donde produce las laminillas de cera, que salen al exterior entre los segmentos por la parte inferior, allí tiene dos superficies ovales llamadas espejos de la cera, segrega por ellos un líquido que finalmente solidifica formando las láminas de cera, contiene su aparato digestivo y los elementos productores del veneno, vejiga de almacenamiento y el aguijón con los arpones de fijación. Siendo estos los que impiden que una vez clavado pueda retirarlo lo que le causará la muerte al poco tiempo. El aguijón de la abeja es un instrumento muy bien pulido y afilado que le permite clavarlo con facilidad incluso en los guantes de protección, curiosamente las abejas que previamente se sacian de miel en los momentos previos a nuestra intervención o en sus inicios se muestran mas tolerantes con nosotros, la vejiga del veneno se contrae con el aire lo que hace que siga metiendo el veneno aunque la abeja ya se haya ido.

En el último anillo disponen de una glándula muy importante, llamada glándula de Nassanoff, que es la que esparce en el aire una sustancia odorífera que sirve para reunir a los miembros de la colonia dispersos por alguna razón, el olor característico es esparcido al aire y puede llegar a ser percibido por el apicultor cuando son muchas las abejas que lo están produciendo, es lo que llamamos señal de llamada, es típico de cada colonia pues las abejas de las vecinas no responden a ella, solamente las abejas propias reconocen esa señal y se reúnen, con frecuencia les sirve para llamar a una reina que ya no esta en el nido, e incluso colmenas huérfanas reaccionan iniciando con el aleteo su difusión, bajo esas condiciones las abejas pueden ser cogidas con la mano sin el menor temor, es una situación típica al realizar un trasiego en donde todo vaya correctamente.
Las abejas cuando están sanas evacuan sus intestinos en pleno vuelo no haciéndolo nunca en el interior de la colmena ni cuando se hallen recogidas en periodos largos de invernada, aquellas colonias que reciben una cantidad de humo desmesurada reaccionan procediendo algunas de sus abejas a evacuar encima de las paredes de la colmena e incluso en algunos cuadros, pero solo son casos muy aislados. Es una buena condición que se alimenten de miel de la mejor calidad lo que las producirá pocos excrementos, si padecen ciertas enfermedades intestinales evacuan dentro de la colmena, lo que por si mismo es signo de un desajuste grave.

Necesitan una luminosidad apropiada para volar, no pueden hacerlo durante la noche ni en días en que no se supere un nivel mínimo, necesitan poder orientarse usando como referencia la posición del sol y ello no es posible en días muy cubiertos aunque no es imprescindible que se halle visible, las condiciones atmosféricas adversas las mantienen en las colmenas y manifiestas una mayor agresividad cuando se producen tormentas de verano o turbonadas. El hecho que no puedan volar durante la noche las hace especialmente peligrosas pues caminan sobre nuestros vestidos sin que nosotros nos percatemos que intentan clavarnos lo que al final van a lograr, las que se echan a volar van a parar a cualquier luz que pueda haber encendida donde mueren, los manejos nocturnos no deben realizarse nunca a menos que se trate de traslados con la intención de recoger todas las pecoreadoras que de otro modo se quedarían en el campo.
El trabajo diario durante el intenso periodo de pecorea primavera-verano hace que las abejas envejezcan muy pronto y así podemos ver como su cuerpo que fue brillante es ahora muy oscuro, casi negro, y se aprecia con claridad como los extremos de las alas están rotos de volar de forma incansable, en estas condiciones la vida que le resta a la abeja es de pocos días y posiblemente morirá en el campo al no poder regresar.

LA REINA UN PILAR FUNDAMENTAL




Aunque la reina   carece totalmente de algún atributo que la permita mandar en alguna forma, está por tanto sometida como los demás miembros a una disciplina superior cuyo objetivo es el perpetuar la especie, no obstante ella tiene tres funciones reservadas de la mayor importancia:
da cohesión al conjunto.
induce el estímulo al trabajo y propicia un dinamismo general.
es la madre, en condiciones normales, de todos los individuos de la colonia.
La presencia de la reina propicia la cohesión o unión de todos los miembros laborando conjuntamente. La presencia de la reina es conocida en la colonia gracias a la secreción por ella de una hormona especial especialmente cuando es acariciada al ser alimentada y que es esparcida por toda la colmena.
El estímulo de cohesión es proporcional a la potencia de la colonia considerada y constituye una atracción irresistible para las pequeñas colonias que pudieran estar cerca y que pudieran captarlo.
La naturaleza de lo descrito es totalmente diferente del clásico "unificar olores" para evitar que las abejas se peleen, mientras este es logrado en pocos minutos con diversos métodos aquel requiere de mayor tiempo y es la causa última de la necesidad de enjaular las reinas al cambiarlas de colonia.
En el exterior de la colonia el estímulo de cohesión sirve para agrupar abejas dispersas, recién salidas formando un enjambre o por nuestros manejos, en ambos casos una vez las primeras abejas localizan la situación de ella esparcen al aire una feromona por el último anillo del abdomen y que es la causa final de la reunión.
La función de estímulo al trabajo es fácil constatarla en un colmenar numeroso y comprobar como algunas colonias no populosas mantienen una actividad proporcionalmente mayor que algunas en teoría más aventajadas, se puede suponer que la causa inicial esta en el dinamismo que de alguna forma su reina imprime al conjunto, es normal constatar como esto ocurre con mayor frecuencia en las colonias con madres más jóvenes.

En tercer lugar ella es la madre de toda la colonia, todos los apicultores saben que en cada colonia si está en perfecto estado se halla una sola hembra fecunda, que es por ello la madre de todos los individuos que la integran, si bien de forma transitoria, pueden convivir dos reinas, esto solo es por un espacio de tiempo corto. Es alimentada por las nodrizas con una sustancia secretada por unas glándulas presentes en la cabeza y denominada jalea real. En los periodos de puesta intensa esa alimentación es suministrada de forma copiosa lo que tiene como consecuencia estimular su metabolismo, formando una gran cantidad de óvulos en los ovarios de tal forma que según van lográndose y una vez fecundados uno a uno por los espermatozoos, que se hallan en un lugar especial del cuerpo llamado espermateca, desde la cópula con los machos, y que por ello la "verdadera" fecundación tiene lugar cuando un óvulo procedente del ovario y en su camino hacia el exterior se junta con un espermatozoo que lo fecunda, dando lugar a lo que nosotros llamamos comúnmente huevo o puesta de huevos.
Debemos tener presente que la espermateca es un lugar del cuerpo de la reina donde el semen procedente de los machos es mantenido con todo su poder fecundante durante varios años, si es necesario, los normales de la vida de la reina, una vez comprobado que tan solo realiza sus vuelos de fecundación en los días inmediatos a su nacimiento y que se estima como máximo en veintiuno, pasados estos, diríamos que pierde ese estimulo y ya no saldrá, algún tiempo después iniciará su postura y como nunca fue fecundada en los óvulos que produce no hay fecundación posible, y depositados en las celdillas solo nacerán machos. En la naturaleza no es corriente que se dé este comportamiento en muchos insectos y que se llama partenogénesis.
La reina en plena actividad deposita los huevos uno a uno en las celdas del panal a una velocidad admirable, alcanzando puestas de varios miles todos los días, en una cantidad similar a la estimada de abejas que mueren a diario en los campos agotadas por el trabajo, en épocas de lanzamiento donde las bajas no son tan numerosas por permanecer la población recluida, esas puestas tan grandes permiten a la colonia promoverse hasta alcanzar cantidad muy elevadas de individuos que serán los encargados del futuro de la colonia; deposita huevos en celdas de mayor tamaño que las destinadas a abejas obreras, situadas en los bordes de los panales, casi siempre, o donde las abejas han tenido a bien construirlas lo mismo en panales completamente hechos por ellas que de vez en cuando transformando las celdas de las láminas para adecuarlas, esta puesta es la que dará lugar a los machos, necesarios en varias actividades de la colonia, no solo en la fecundación.
Durante los periodos de reposo invernal la actividad de la colonia tiene que ser nula o casi nula en cuanto a la puesta, la reina es alimentada muy poco con jalea, casi para solo mantenerla con vida lo que unido a las condiciones del clima y del aporte de néctar a la colonia hace que de forma refleja su puesta disminuya hasta llegar a anularse. En cualquier caso su presencia da unión a la colonia y la estimula al trabajo, su pérdida causa alarma entre la población, que la busca por todos los rincones y recorriendo las paredes exteriores de la colmena e incluso el tejado, dando constante señal de llamada tratando de hallarla.
Su presencia se manifiesta gracias a una sustancia odorífica o feromona que impregna todo lo que ella toca y que las abejas al tocarla esparcen por la colonia, especialmente cuando la alimentan con jalea o cuando la acarician mientras pone huevos o se mueve por los panales.

Cada colonia tiene su olor típico e identificativo, cualquier reina que introdujésemos en la colonia mientras en olor identificativo exista será muerta sobre la marcha, también lo será sencillamente por el olor típico del alojamiento en que se hallaba antes de ser trasladada al nuevo, por ello cuando procedamos al cambio de reinas viejas debemos obrar con sumo cuidado, para no perder reinas al ser introducidas.
La reina se distingue de entre las obreras cuando se tiene un poco de práctica de la apicultura y cuando se conocen las condiciones idóneas para encontrarla, su cuerpo algo mas alargado y las fajas claras del abdomen la hacen fácilmente reconocible. Pero como no siempre las abejas dan todas las facilidades para localizarla con rapidez nos ayudamos pintándola en el coselete, parte central entre la cabeza y el abdomen, con un punto de color y que es variable según el año de su nacimiento con lo que podemos saber su edad. La sucesión de colores es blanco, amarillo, rojo, verde y azul, que se corresponden con el número con el que termina la cifra del año, es posible y en ocasiones conveniente utilizar un método de marcaje que permite fijar en el coselete un número de orden o una clave, con el que identificar de forma concreta una reina, en este caso colocamos un poco de pegamento en el coselete y a continuación fijamos el número o letra identificativa. Todos los pegamentos pueden ocasionar un fuerte rechazo cuando soltamos la reina, para prevenir esto y en general después de cualquier marcaje podemos asperjar la reina y el grupo de abejas que la rodean con jarabe aromatizado que disimula el olor y permite a la reina incorporarse al grupo sin problemas. Con este método si observamos un retraso en alguna colonia con relación a las demás y nos pareciese imputable a su reina, podremos de una forma rápida determinar si está presente en la colonia y de estarlo podemos saber si tiene varios años o se le ve algún defecto, como puede ser la pérdida de una pata o tal vez padezca algún problema funcional que la impida poner huevos o quizás su reserva de espermatozoides se ha terminado y se ha vuelto zanganera. El marcaje es útil cuando deseemos realizar enjambres forzados a fin de desplazarla o no según nos convenga, o bien vamos a reemplazarla por vejez, por ser estirpe enjambradora o demasiado agresiva, todas estas operaciones se ven simplificadas y el tiempo empleado reducido con esta ayuda.
Las madres en plena postura avanzan lentamente por los panales de tal suerte que en las horas centrales del ida, cuando el movimiento de piquera es intenso y por tanto la merma de ganado en el interior es notable podemos encontrarla con relativa facilidad en aquellos cuadros donde la presencia de la cría abierta es mayor, todo ello si no hemos golpeado la colmena es exceso y las abejas permanecen adheridas a los panales formando un película que nos permite verla con facilidad. Es de señalar la curiosa habilidad que tienen para ocultarse de la vista del apicultor de hallarse en el momento de sacar el panal en el borde inferior, se pasará enseguida a la cara opuesta a la que nosotros observemos en medio de un grupo de abejas y nos será algo difícil encontrarla. Si en una primera revisión no la hallamos comprobamos si hay puesta reciente de huevos lo que nos asegura que se halla en la colmena, es mejor dejarlo todo así e intentarlo de nuevo otro día, exámenes exhaustivos y de mucho duración harán que la cría se enfríe, cosa que debemos evitar siempre y evitar así sus consecuencias.

Cuando al final del invierno las poblaciones han descendido en número de abejas se puede intentar buscarla para marcarla, debemos tener presente que todavía no hay machos o no es época conveniente a las fecundaciones y si durante las manipulaciones necesarias la dañásemos y desapareciera no seria posible que las abejas se dieran otra y nos veríamos forzados a reunir esa colonia con una vecina, es mejor proceder tener la pintura a mano y así realizar al realizar cualquier revisión si la vemos la marcamos. Los apicultores más familiarizados con el tema la cogen sin vacilar de en medio del grupo de abejas, que en general estarán muy pacificas, si hay alboroto no será posible encontrarla, como sabemos aunque dispone de aguijón nunca lo utiliza contra el apicultor que la coge, solo emplea para atacar y matar a sus rivales que han nacido y que no son necesarias después que una está fecundada.
Se coge por la cabeza o las alas y nunca por el abdomen, depositando la laca en el coselete, es fundamental dejar que se seque bien y sobretodo tener la certeza del rechazo que produce en las abejas, algunas pinturas lo producen y las reinas son atacadas y muertas sobre la marcha. Es posible usar diversos aparatos para ayudarnos en este propósito, uno de ellos es un cilindro de plástico transparente que tiene una red en un extremo y que se cierra con un émbolo que nos permite una vez dentro la reina empujarla y "fijarla" contra la cuadricula de la red, cuando el coselete nos quede en medio la marcamos, no es conveniente y no hace falta para nada presionarla en exceso, una vez depositada la laca retiramos el émbolo hacia abajo quedando libre dentro del cilindro mientras se seca, si nos parece bien la liberamos encima de los cuadros o casi mejor cerramos la colmena y la soltamos por el agujero de cebar.
Si atendemos solos el colmenar y deseáramos meter una reina en la jaula de marcar la disponemos sin el émbolo y tan pronto la vemos colocamos el panal plano sobre los otros sin dar golpes, le ponemos encima la jaula encerrándola, al sentirse acorralada intenta subir por la pared de la jaula, en ese momento aprovechamos para inclinarla ligeramente con lo que le facilitamos la subida, de forma inmediata tapamos la entrada con el émbolo. Colocamos la jaula en sitio conveniente y reponemos los panales en su sitio a continuación sujetamos con una mano el embolo y con la otra manejamos el pincel. Si previamente constatamos que el rechazo a la pintura es muy pequeño o no existe podemos marcarla cuando la vemos directamente sobre el panal, el inconveniente es que resultarán pintadas las alas u otras partes del cuerpo lo cual no será muy estético pero alguna vez es útil.

Las reinas fecundas son mas tranquilas a la hora de cogerlas, las que no lo están o son recién fecundadas son muy nerviosas y corren por los panales haciendo difícil su marcaje, es corriente que levanten el vuelo para regresar minutos después.
Si en una colonia la reina desaparece por muerte natural o por accidente, las abejas tomaran cría de menos de seis días de edad desde puesto el huevo, lo que se corresponde con el tercer día de larva y construirán celdas especiales alargadas hacia abajo, por su longitud solo de esa forma caven entre los panales, están ubicadas de forma arbitraria según nuestra apreciación, pero reúnen en un lugar todas las condiciones necesarias para hacer posible su construcción, que sea zona de larvas jóvenes o de huevos y que la cera sea lo bastante maleable para transformar tres celdas en la base de lo que será la realera, las ceras viejas son muy duras y con frecuencia las abejas no pueden moldearlas con facilidad y renuncian al construir realeras en ese lugar, suelen hallarse cerca de los bordes pero no es excluyente, el número depende en principio de la potencia de la colonia, y así una colonia muy potente construirá muchas y las más medianas algo menos, pero está apreciación no siempre se cumple y no es extraño encontrarse con grandes cantidades en los núcleos de fecundación. No parece haber una causa concreta que permita suponer cuando nos hallamos en presencia de una colonia huérfana la cantidad de realeras que será posible hallar algunos días después. Las colonias que enjambrarán construyen un elevado número cuyas reinas pueden acompañar a los sucesivos enjambres.
Cuando se ha iniciado su construcción la larva se halla en el interior y se va depositando la jalea que le servirá de alimento de forma simultánea a realizar la realera, llegado el dieciséis ida, contando desde aquel en que fue puesto el huevo, roe por el extremo opuesto a la base una tapa redonda y sale al nido. Unos siete u ocho días más tarde ya no encontraremos rastros de las realeras pues en cuanto van naciendo las reinas las abejas las destruyen totalmente, tan solo es posible hallar en los panales las llamadas realeras falsas que tan solo tienen construida la base y están vacías en el interior.
Como es normal construir muchas realeras con larvas o huevos del mismo ida, es perfectamente posible que nazcan con diferencia de unas horas muchas reinas, he tenido ocasión de comprobar como en un intervalo de seis horas nacieron veintidós reinas que se incorporaron al nido como una abeja más, pues en estos primeros días de vida aún no se manifiestan en ella las feromonas que pronto la diferenciarán no solo de las obreras sino de las otras reinas. Las siguientes reinas que se hallan en las realeras nacerán en las siguientes horas no siendo molestadas de ningún modo, pronto empezaran las fecundaciones y cuando una regresa fecunda con ayuda de las abejas eliminará a las otras. Las abejas embolan y matan todas las demás que no necesitan pero solo después de disponer de una fecunda.

Unos cuatro días después de nacida la joven reina está preparada para realizar los vuelos de fecundación, antes ha salido y entrado varias veces en la colmena para no equivocarse al regresar, como hemos señalado la fecundación consiste en realizar cópula con varios machos y de ellos almacenar en la espermateca el semen que fecundará sus óvulos durante toda su vida de reina, una vez que se instale en la colonia no volverá a salir al exterior. Si en los veintiún días útiles que tiene para fecundarse no saliera al exterior, por no poder volar por ejemplo o alguna causa impidiera su fecundación parcialmente, siendo incompleta, su rendimiento sería bajo, las abejas son muy previsoras y de las reinas presentes en la colonia siempre resultarán fecundadas las mejores logrando de ese modo la prosperidad del grupo, experimentalmente se puede comprobar que de las reinas retenidas en las colmenas impidiéndolas salir nacerán tan solo machos, una colonia mantenida en estas condiciones es obvio que desaparecerá en breve.
Si nosotros eliminamos la reina de una colonia tendremos muy en cuenta las fechas lo que nos permitirá acertar en las revisiones para no perturbar los vuelos de fecundación y para no sacar conclusiones erróneas por considerar los plazos de forma equivocada. Las realeras que ellas construirán nacerán sobre los doce días después de la orfandad, (consideramos larvas de un día) unos cuatro o cinco días mas tarde iniciara los entrenamientos para los vuelos de fecundación, como una semana más tarde los habrá realizado y en otros seis o siete días iniciará la puesta de algunos huevos, estimamos con todo ello que sin perjuicio de las revisiones que creamos oportuno, unos treinta días después de la orfandad debemos encontrar puesta en la colonia, lo que nos indicará que todo marcha correctamente, la mayoría de las veces la encontraremos en alguna cantidad operculada pero es posible hallarla sin opercular, siendo del todo normal.
Si en nuestro lugar de asentamiento las floraciones son de corta duración, la espera que ocasiona una renovación de reina por simple orfandad ocasiona una pérdida de nacimiento que se traducirá en una merma significativa de la cosecha, por ello se procura introducir reinas probadas procedentes de pequeños núcleos que mantienen el ritmo de puesta, pero si nuestro colmenar está situado en una zona de floración normal, la renovación de las reinas se hace de forma natural o inducida sin mayor problema.
La fecundación de las reinas se estima que tiene lugar en las concentraciones de machos fuera de la colmena en el aire en lugares al parecer predeterminados, es necesario que ella se desplace hasta ese lugar quedando expuesta a ser comida por los pájaros o muerta por accidente durante el vuelo o de hallarse los núcleos de fecundación o las colmenas muy juntas podría equivocarse a pesar de los precauciones que toma y al introducirse en una colmena diferente a la suya resulta muerta. Los núcleos de fecundación si son numerosos deben colocarse con las piqueras en varias direcciones y deben estar pintados de diferentes colores, blanco, azul, rojo o negro y amarillo que son los que distinguen, se admite una pérdida de reinas notable durante los vuelos de fecundación, aunque no siempre es así, y con frecuencia las bajas no son significativas.
Al ser ella la única hembra fecunda de la colonia todas las características en cuanto a agresividad, resistencia a las enfermedades o en el trabajo y todas las demás dependen de su raza y en un porcentaje menor de la de los machos que la fecundaron. La cualidad más interesante que debe poseer es ser muy prolífica, para ser capaz de poner la enorme cantidad de huevos necesarios para lograr la vertiginosa sucesión en la renovación de los individuos que componen la colonia y que son al final los que darán la cosecha en sus variadas formas.

Es un hecho curioso que la reina antes de depositar un huevo en una celdilla inspecciona la misma metiendo la cabeza en el interior para seguidamente introducir el abdomen a la vez que se sujeta con las patas al borde depositándolo en el fondo. Repite esto mismo tantas veces como huevos pone, simultáneamente un círculo de nodrizas la rodean y alimentan, cuando está en plena postura puede llegar a depositar varios miles de huevecillos cada ida, es por ello interesante mantener al frente de las colonias madres jóvenes cuidando al máximo las condiciones de preparación y nacimiento, de lo contrario degenerará la raza del colmenar, disminuyendo la producción. Una colonia con población insuficiente no se halla en condiciones optima para preparar alimentar ni incubar correctamente las pocas realeras que suelen construir, no obstante las abejas siguiendo su instinto de supervivencia pueden llegar a formar un elevado numero todas ellas de mala calidad, si nos basamos en el hecho cierto que no disponen de la situación apropiada a tal cría. Las colonias potentes construyen siempre un elevado número de realeras que alcanza con frecuencia varias decenas, en todos los cuadros y con frecuencia agrupadas. Estas, criadas con todas las condiciones a favor sí lograrán promover con entusiasmo las colonias tan pronto se pongan al frente.
Sabemos que a los dieciséis días nacen las reinas, pero como las abejas pueden escoger entre huevos y larvas para formarlas, resulta que la edad que tengan en el momento en que son escogidos y destinados a maestriles determina el tiempo final del nacimiento, siendo el intervalo posible de seis días. Por lo dicho resulta que si las abejas realizaron una realera sobre una larva del máximo de tres días (es su seis días de vida) y sumamos los ocho que espera el apicultor antes de realizar los injertos tiene catorce días de edad, le faltan dos para nacer, más o menos algunas horas. Si las abejas tomaron un huevo recién puesto a los ocho días tendrá justamente ocho más menos algunas horas y como nace a los dieciséis le faltan otros ocho para nacer, estas realeras suelen dañarse si se manipulan y es normal que sus ninfas mueran, a tan temprana edad la futura reina realiza dentro de la realera diversos movimientos necesarios a su metamorfosis y el hecho de moverla la daña en muchos casos.
Lo más normal por parte de las abejas es utilizar cría de una edad intermedia y así unos cinco días después de realizados los injertos todas las realeras que estén bien habrán nacido.
La cohesión que procura la presencia de una reina en perfectas condiciones a la colonia es intensa, siendo motivación suficiente e imprescindible para que todos los individuos realicen los diversos trabajos necesarios al bien común.
La sustancia secretada por ella para este fin es proporcional al volumen de ganado de la colonia pues debe esparcirse y llegar a todos los individuos que la componen y es capaz de favorecer la absorción de otro grupo de abejas más pequeño y que se halle próximo y huérfano o con su reina presente debilitada. Su feromona posee entonces una atracción irresistible llegando las abejas a embolar su reina defectuosa e integrarse con el grupo mayor en unos días y espontáneamente.

Se debe distinguir lo que es el olor típico del grupo de abejas incluida ella, como conjunto, de lo que es el causante de la cohesión y armonía de la colonia y que es producido solamente por la reina, en condiciones normales, las obreras ponedoras llegan a tener una cierta influencia en el conjunto pero no es comparable. En el primer caso lo simulamos cuando unificamos olores de dos colonias utilizando una esencia evitando así que se peleen cuando las reunimos, no ocurre lo mismo con el procedente de la reina, transcurridos unos minutos después de nuestra marcha una reina abandonada por nosotros en el nido procedente de otra colonia es muerta, el olor típico de la anterior está presente en la colmena varias horas después de nuestra intervención. Las reinas tienen que ser enjauladas cuando se las da a colonias huérfanas o diferentes de aquellas donde nacieron y permanecer en la jaula bastantes horas antes de poder salir al nido con seguridad, durante ese intervalo la feromona de la reina sustituida va desapareciendo y se va imponiendo la de la introducida por nosotros al tocar las abejas la jaula de introducción.
La falta de esta feromona despierta en las abejas el instinto de la construcción de realeras, lo mismo que cuando una población muy grande no dispone de sitio holgado para trabajar y se decide que ella abandonará la colmena con un grupo de abejas. Su falta produce un fenómeno curioso que se manifiesta cuando destapamos alguna colmena que no dispone de reina: la abejas caminan en todas direcciones dando constante señal de llamada tan pronto como removemos algún cuadro o simplemente al retirar el cubre panales recorriendo las paredes interiores de la colmena y formando grupos que se dirigen hacia sitios concretos como si en ellos se hallara la reina que les falta. Cosa similar ocurre cuando ya tienen obreras ponedoras y por tanto la falta de reina es definitiva aunque en este caso se agrupan en torno de las falsas reinas.
Como la misión de la reina es poner huevos su cuerpo se halla preparado solo para este fin, es necesario destacar que este cambio solo ha sido producido por la diferente alimentación pues en el origen cualquier huevo o larva destinada finalmente para realera hubiera en condiciones normales producido una abeja corriente. Ella no tiene cestas para el polen, pues nunca las necesitará y si bien tiene aguijón no lo usa contra el apicultor aunque la coja, solamente lo usa en sus luchas con otras reinas para eliminarlas, en esta tarea son más expeditas las mismas abejas. No produce cera ni realiza otro trabajo interior o exterior que no sea el de poner huevos. Es alimentada por las nodrizas con jalea real durante toda su vida, lo que le permite no solo haberse desarrollado sino mantener el elevado ritmo de puesta necesario, en ocasiones excepcionales podría alimentarse de miel o de néctar como lo hace en los primeros días de vida.
Cuando está recién nacida tiene un grosor de cuerpo similar al de las otras abejas y atraviesa entonces los excluidores, pero ya su cuerpo es más alargado y se diferencia completamente del de las otras abejas, las alas le permiten alcanzar con facilidad los lugares de fecundación y produce al volar un sonido más parecido al de los machos que al de las obreras.

La partida de una reina para la fecundación va precedida de diversos cuidados por las abejas, al menos se las ve acompañarla hasta la piquera donde ella camina en varias direcciones hasta que emprende el vuelo y regresa varios minutos después y es frecuente poderla ver volver con los genitales del macho sobresaliendo de su abdomen, ya en el interior se libera de él posiblemente ayudada por las abejas que ya le procuran muchos cuidados, y volverá a salir varias veces más hasta que su espermateca se llene, momento en el que permanecerá dentro de la colmena y ya no volverá a salir durante el resto de su vida a no ser que deba partir con un enjambre. La localización memorizada del lugar donde se halla situado su colmena le permite regresar a ella por un tiempo no muy largo, posiblemente un mes, a partir de ese momento si se soltara en el campo ya no sabe regresar, claro es que transcurrido un mes de la fecundación se hallará ocupada en su trabajo de poner huevos y ya no necesitará para nada conocer la situación de su vivienda.
Los lugares de fecundación de las reinas no se pueden determinar con facilidad aunque se admite que serán sitios más o menos fijos donde se producen las concentraciones de los machos, algunos autores afirman que se realizarán muy cerca del colmenar pues las reinas regresan pronto, es difícil establecer conclusiones en este punto, que por otra parte no es imprescindible en ningún sentido.
El abdomen de la reina tiene unos ovarios muy desarrollados de donde nacerán los óvulos que previa fecundación deposita en las celdas, es una verdadera "máquina" de producirlos y es la parte más vulnerable del cuerpo, si tenemos necesidad de cogerla con la mano siempre lo haremos por la cabeza o las alas, si la cogemos por al abdomen le causaremos daños irreparables.
Como después de fecundada permanece en el interior de la colmena no es proclive a abandonar precipitadamente los panales, excepción hecha de los primeros meses de puesta, ni  echarse a volar de nuevo. Las reinas más jóvenes si se muestran más nerviosas y corren con frecuencia a esconderse en un rincón o a volar fuera de la colmena. Es conveniente tomar precauciones adicionales si vemos abandono de los panales ahumaremos por donde vamos a coger los cuadros y también los apoyos cuidando su extracción y reposición evitando de este modo el riesgo de aplastarla.
Si después de una revisión en alguna colonia vemos una inusual agitación sobretodo si nos hallamos al atardecer y durante varias horas después de una revisión por nuestra parte, podemos deducir con una gran probabilidad que algún contratiempo le ha sucedido durante nuestro trabajo, las revisiones en plena actividad no nos permiten deducir si ocurre esta agitación o no debido al movimiento de pecoreadoras, pero las colonias privadas de reina después de un intervención nuestra, bien por muerte accidental o por haberse quedado fuera de la colmena sin nosotros haberlo percibido permanecen en estado de agitación durante un tiempo muy largo de varias horas y nos es posible verlo aún cuando el resto de las colonias están en calma. De esto podemos deducir que aquella colonia donde esto sucede se halla huérfana después de nuestra intervención. Si esto ocurre en tiempo conveniente solo cabe esperar que las abejas procedan al reemplazo o nosotros hagamos una revisión tres días después y ante la ausencia de huevos procedamos a introducir una reina de nuestra cría.

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