sábado, 24 de noviembre de 2012

EL LENGUAJE DE LAS ABEJAS


EL LENGUAJE DE LAS ABEJAS.
Desde muy antiguo los observadores de las abejas apreciaron la relación existente entre las danzas realizadas por las abejas en el interior de la colmena y el flujo de néctar, polen, agua o
propóleos que llegaba a la colmena. Fue Spitzner (1788) el primero en llamar la atención sobre los aspectos de la comunicación de las abejas, pero sus observaciones fueron olvidadas hasta que Frisch (1920-1982) aclaró los dos tipos diferentes de bailes y movimientos que las pecoreadoras ejecutan, uno para excitar a salir a las abejas que están en la colmena:
El baile en círculo; y el segundo el baile con meneo o zangoloteo, se trata sin duda de una comunicación en la que se transmite una información precisa en cuanto a distancia, dirección, atracción, tipo y sabor del alimento. Con la utilización de colmenas de cristal y entrenando a las abejas para buscar el alimento en determinados puntos, se logró descifrar el mensaje de los bailes que a continuación resumimos y que hizo merecedor a Karl von Frisch del premio Nobel de Fisiología y Medicina de 1973. Las abejas generan mensajes a base de símbolos muy sencillos y son capaces de traducir una situación tridimensional (del exterior de la colmena) a otra bidimensional (interior de la colmena) y viceversa. Cuando una abeja que ha recolectado néctar llega a la colmena con el buche cargado, es recibida por una o dos abejas más jóvenes, de las domésticas, que recogen el néctar con sus lenguas para llevárselo a una celdilla de almacenamiento o para distribuirlo entre otras abejas que estén hambrientas.
Comunicación entre abejas
 danza circular
DANZA DEL TREMOR.
En ocasiones la pecoreadora que llega no es atendida por abejas del interior, entonces comienza a hacer unas vibraciones para llamar la atención y ser recibida. Esta danza puede durar varios minutos y es una forma de aumentar el número de recibidoras de néctar cuando el flujo exterior se incrementa. Tiene importancia en la actividad de las pecoreadoras, el tiempo que tardan las abejas almaceneras en recoger el néctar que las pecoreadoras aportan a la colmena, de forma que si cuando llega una pecoreadora es rápidamente aligerada de su carga, más rápidamente saldrá a buscar nueva carga. Según Lindauer, "con un tiempo de entrega de 60 segundos, la recogida sigue siendo activa; por encima de este tiempo la actividad desciende y en tiempos superiores a los 3 minutos la recogida prácticamente cesa, indicando que ya no es necesario el aporte de ese recurso. Esto se aprecia muy bien en el caso en que las abejas en lugar de néctar traen agua para reducir el calor de la colmena, son atendidas rápidamente por cientos de “rociadoras”, que la extienden para su evaporación. Cuando ya no es preciso más agua, las abejas que vienen con ella no son atendidas con tanta solicitud y la búsqueda de agua cesa. Una vez desocupada su carga la pecoreadora, con pasos rápidos sobre el panal, realiza una serie de recorridos que se denominan bailes o danzas. Las pecoreadoras que al regreso a la colmena traen néctar o polen, y la fuente que se lo ha proporcionado es abundante, excitan a otras pecoreadoras que reclutan para que sigan su ejemplo hacia esta fuente de alimento. Para ello se posan sobre el panal y comienzan su baile, seguida por un grupo de abejas del interior, también pecoreadoras, que tocándola con las antenas, repiten el baile de la danzarina, produciéndose un torbellino de abejas que siguen a la pecoreadora y aprenden su baile y la información que les comunica. Al cabo de unos minutos salen de la colmena “presumiblemente” a recoger néctar en la fuente próxima, buscándola en todas las direcciones
DANZA CIRCULAR.
La abeja pecoreadora realiza círculos sobre el panal, para indicar que la fuente de alimento está a menos de 100 m ( otros autores hablan de menos de 25 metros.) Las abejas salen y buscan en todas direcciones sin más instrucciones que la cercanía del alimento.
DANZA EN HOZ
Es ejecutada para distancias comprendidas entre 25 y 100 metros. La danza va cambiando según la distancia aumenta, de circular a tener forma de 8, hasta que se convierte en el 8 circular de la danza del coleteo (zangoleteo) separada por el tramo rectilíneo.
Mundo animal
 1. describe la danza del ocho 2.la abeja realiza la danza alrededor de un eje 3. muestra la dirección de la fuente de alimentación con respecto a la posición del sol
 BAILE CON MENEO O ZANGOLOTEO.
Cuando la fuente de alimento es lejana, (más de 100 metros a 10.000) es preciso hacer que el baile de indicaciones más precisas para su localización, por lo que las abejas indican, no solo la distancia , si no también la dirección. Se ha visto que en las diferentes razas de abejas, dependiendo de las regiones geográficas de origen tienen sus propios “dialectos”, y esto se traduce en la velocidad de ejecución del tramo recto Así en la abeja italiana Apis mellifera ligustica, la danza mucho más lenta que las australianas A. mellifera carnica. Una información para 100 m de las italianas, inducen a una búsqueda de 120 a las australianas.
Se ha calculado que cada 15 segundos hacen los siguientes recorridos:
 para 100 m las abejas hacen de 9 a 10.
 -para 500 m se reducen a 6.
 -para 1000 m descienden a 4 ó 5.
 -para 5000 m solo 2.
 -para 10.000 m realizan un solo recorrido.
Se puede entender que a mayor proximidad de la fuente de alimento, mayor es la excitación de la pecoreadora exitosa y más rápidamente se mueve en el recorrido recto del ocho.
La distancia de pecorea suele ser de 1,5 km, aunque en caso de necesidad, por falta de recursos próximos, pueden llegar a 3 kilómetros. Sin embargo la relación con la distancia se hace mucho más significativa cuando se relaciona la vibración del coleteo en la parte recta del recorrido con la distancia a la fuente de alimento. Se interpreta la duración en segundos de estas vibraciones del bordoneo da la más exacta medida de la distancia al punto de recolección Además del bordoneo se observan unos sones mendicantes de las abejas seguidoras que solicitan un poco del alimento que trae la pecoreadora.

Además del baile, las pecoreadoras exitosas producen una regurgitación del néctar cuyo aroma permite a las abejas próximas reconocer y aprenden este olor. Posteriormente cuando salgan a buscar más néctar buscarán las flores que presenten este aroma y no perderán tiempo buscando en otras flores que, aún estando próximas, no estén produciendo néctar en ese momento. El baile de la primera pecoreadora puede durar hasta un minuto, luego se van a bailar a otra zona del panal y estimula a un nuevo grupo de abejas. Después se mueven rápidamente y se dirigen a la piquera, saliendo de nuevo hacia afuera para seguir con la pecorea. La información química proporcionada por el aroma del néctar explica la especialización temporal que existe en la recolección de un tipo de néctar o polen, lo que beneficia también a las plantas que tienen la oportunidad de la polinización cruzada. Dependiendo de la abundancia del alimento localizado el entusiasmo de la danzarina es mayor
estimulando a mayor número de abejas, de forma que cuando la fuente es escasa o se va agotando el entusiasmo decae y llegan a no producirse danzas, con lo cual se interrumpen los viajes y se deja de visitar esa zona. Lo mismo pasa en función de la concentración del néctar, cuando éste no es muy dulce tampoco se producirán las danzas. Mientras más se tarde en recorrer la parte recta del 8, más lejos está la fuente y al ser más lenta la abeja estimula a menos pecoreadoras a salir y se reclutan menos abejas. Dicho de otra manera, la velocidad con la que recorre la danzarina el tramo recto, es indicativo de la distancia, siendo más lento cuanto mayor sea la distancia. Es decir se interpreta que indica el tiempo en que se tarda en llegar a la fuente del alimento.
En resumen:
1-La frecuencia de las vibraciones de las alas indica la energía necesaria para alcanzar el lugar indicado.
2- El zumbido y la longitud del tramo rectilíneo se suman para indicar la duración del recorrido.
3-La amplitud y longitud de las oscilaciones del abdomen indican la importancia del mensaje.
Dra. Ana  Quero . Universidad de Oviedo.

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