La Historia de la Apicultura
La crianza de abejas para poder retirar los frutos de su trabajo, se ha realizado por parte del hombre a través de varios miles de años. Desde que el ser humano dejó de ser nómada para elegir instalarse en un punto fijo, entre las numerosas actividades desarrolladas, se encuentra el inicio de la apicultura. Existen indicios este tipo de trabajo que datan de cuando la
La crianza de abejas para poder retirar los frutos de su trabajo, se ha realizado por parte del hombre a través de varios miles de años. Desde que el ser humano dejó de ser nómada para elegir instalarse en un punto fijo, entre las numerosas actividades desarrolladas, se encuentra el inicio de la apicultura. Existen indicios este tipo de trabajo que datan de cuando la
s poblaciones comenzaron a plasmar su vida cotidiana a través de pinturas y diversas representaciones, que son el indicio en el día de hoy de la realización de esta actividad desde hace bastante tiempo. En la Cueva de la Araña, en Valencia, o las de las montañas Drakensberg, en Sudáfrica existen grandes parecidos entre sí, y en su referencia a la existencia de métodos rudimentarios de crianza de abejas. Dichas pinturas fueron realizadas alrededor del año 6000 a.C.
Cuando el hombre comenzó su vida de pastor y agricultor sedentario, los troncos de los árboles fueron herramientas básicas, tanto para la creación de viviendas como para la realización de sus actividades de producción. Fue en troncos ahuecados de manera natural o artificial que comenzaron a criarse las primeras abejas, aprovechando este material natural que provee un espacio con similitudes a los hogares originales de las abejas.
Teniendo algunos troncos ahuecados, podía reunirse en ellas una colonia aislada o juntarla con otras, para conformar un verdadero colmenar, que debía ser protegida frente a las posibles amenazas, tanto de animales y hombres como de diversos elementos de la naturaleza, como incendios, granizados, fuertes vientos, etc.
La apicultura, entonces, se inicia con el paso del hombre a tomar el rol de cultivador, dejando de lado su antigua faceta de simple recolector de alimentos. Debido a las necesidades imperantes, no pasaría mucho tiempo hasta que se produzca el descubrimiento de las técnicas de manejo, basadas en un principio en la sola observación de la vida de las colmenas, para poder comprender sus hábitos y poder criarlas, obteniendo sus producciones más valiosas: miel y cera.
Fueron los Egipcios quienes, a través de algunas de sus pinturas y papiros, dejaron plasmada para la posteridad la mayor cantidad de representaciones de sus técnicas apícolas. A través de dibujos en diversas superficies, se conoce cómo los egipcios extraían, almacenaban y conservaban la miel. Además, se puede deducir su importancia para la medicina de la época, ya que más de la mitad de las fórmulas utilizadas habitualmente para curar diversos males, contenían miel entre sus principales componentes.
Los griegos también se destacaron en la tarea de la apicultura, desarrollando un amplio conocimiento en base al estudio y la práctica en la materia. Entre los legados a la actualidad, se han encontrado trozos de vasijas de cerámica antiguamente utilizadas como criadoras de colonias de abejas, con una forma idéntica a la que utilizan hasta el día de hoy cientos de criadores de abejas griegos.
Otra de las grandes civilizaciones de la historia que también logró importantes avances en el manejo de estas técnicas fueron los romanos, cuyas técnicas y aprecio hacia las abejas y la actividad apícola quedaron plasmadas en una gran cantidad de obras literarias que incursionan en el mundo de las abejas, donde se incluyen datos sobre diversas enfermedades y principios relacionados con este tipo de actividad.
Además de los egipcios, griegos y romanos, la importancia de la apicultura ha sido rescatada también por otras civilizaciones que han adquirido niveles importantes de desarrollo, como los árabes, los indios o los mayas.
Los pueblos de oriente veían en la miel un importante afrodisíaco, principalmente entre los árabes, en la cual consumir miel era hasta un precepto ético, ya que supuesta mente proveía a los hombres de relaciones más sanas y con una procreación asegurada.
Los chinos, en tanto, poseen una tradición culinaria de más de cinco milenios de antigüedad, la cual es la principal cocina del sudeste asiático. Una comida tradicional, el “Plato Laqueado de Pekín”, posee más de seis siglos de antigüedad y se considera como un plato nacional, el cual requiere de una técnica para su confección realizado en siete pasos, y en las dos primeras, su principal ingrediente es la miel.
En el mundo cristiano, cuestiones relacionadas con las abejas, los panales y sus productos se encuentran mencionadas al menos 68 veces en La Biblia, donde para referirse a la Tierra Prometida, se utiliza en algunos párrafos la frase de “la tierra donde mana leche y miel”, valorando a estos elementos a su máximo nivel, y dándoles la impronta de dos alimentos que representan a la prosperidad y la abundancia.
Cuando el hombre comenzó su vida de pastor y agricultor sedentario, los troncos de los árboles fueron herramientas básicas, tanto para la creación de viviendas como para la realización de sus actividades de producción. Fue en troncos ahuecados de manera natural o artificial que comenzaron a criarse las primeras abejas, aprovechando este material natural que provee un espacio con similitudes a los hogares originales de las abejas.
Teniendo algunos troncos ahuecados, podía reunirse en ellas una colonia aislada o juntarla con otras, para conformar un verdadero colmenar, que debía ser protegida frente a las posibles amenazas, tanto de animales y hombres como de diversos elementos de la naturaleza, como incendios, granizados, fuertes vientos, etc.
La apicultura, entonces, se inicia con el paso del hombre a tomar el rol de cultivador, dejando de lado su antigua faceta de simple recolector de alimentos. Debido a las necesidades imperantes, no pasaría mucho tiempo hasta que se produzca el descubrimiento de las técnicas de manejo, basadas en un principio en la sola observación de la vida de las colmenas, para poder comprender sus hábitos y poder criarlas, obteniendo sus producciones más valiosas: miel y cera.
Fueron los Egipcios quienes, a través de algunas de sus pinturas y papiros, dejaron plasmada para la posteridad la mayor cantidad de representaciones de sus técnicas apícolas. A través de dibujos en diversas superficies, se conoce cómo los egipcios extraían, almacenaban y conservaban la miel. Además, se puede deducir su importancia para la medicina de la época, ya que más de la mitad de las fórmulas utilizadas habitualmente para curar diversos males, contenían miel entre sus principales componentes.
Los griegos también se destacaron en la tarea de la apicultura, desarrollando un amplio conocimiento en base al estudio y la práctica en la materia. Entre los legados a la actualidad, se han encontrado trozos de vasijas de cerámica antiguamente utilizadas como criadoras de colonias de abejas, con una forma idéntica a la que utilizan hasta el día de hoy cientos de criadores de abejas griegos.
Otra de las grandes civilizaciones de la historia que también logró importantes avances en el manejo de estas técnicas fueron los romanos, cuyas técnicas y aprecio hacia las abejas y la actividad apícola quedaron plasmadas en una gran cantidad de obras literarias que incursionan en el mundo de las abejas, donde se incluyen datos sobre diversas enfermedades y principios relacionados con este tipo de actividad.
Además de los egipcios, griegos y romanos, la importancia de la apicultura ha sido rescatada también por otras civilizaciones que han adquirido niveles importantes de desarrollo, como los árabes, los indios o los mayas.
Los pueblos de oriente veían en la miel un importante afrodisíaco, principalmente entre los árabes, en la cual consumir miel era hasta un precepto ético, ya que supuesta mente proveía a los hombres de relaciones más sanas y con una procreación asegurada.
Los chinos, en tanto, poseen una tradición culinaria de más de cinco milenios de antigüedad, la cual es la principal cocina del sudeste asiático. Una comida tradicional, el “Plato Laqueado de Pekín”, posee más de seis siglos de antigüedad y se considera como un plato nacional, el cual requiere de una técnica para su confección realizado en siete pasos, y en las dos primeras, su principal ingrediente es la miel.
En el mundo cristiano, cuestiones relacionadas con las abejas, los panales y sus productos se encuentran mencionadas al menos 68 veces en La Biblia, donde para referirse a la Tierra Prometida, se utiliza en algunos párrafos la frase de “la tierra donde mana leche y miel”, valorando a estos elementos a su máximo nivel, y dándoles la impronta de dos alimentos que representan a la prosperidad y la abundancia.
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