Un amigo me ha dicho : " mediré el tamaño de las celdillas de obreras, pero no el de la cera estampada. Resultado : entre 786 ey 827 celdillas por decímetro cuadrado (por las 2 caras, o dicho de otro modo : celdillas entre 5,3 y 5,4 mm) ".
Respuesta y puesta a punto :
Actualmente disponemos de muy pocos medios de lucha contra varroa y mucho menos
medios biológicos eficaces. La indispensable pero difícil selección de abeja
resistente se aventura larga y complicada. Razón de más para interesarse sobre
la "pequeña" celdilla de abeja considerada " natural " y,
se insinúa, culpable de limitar a la Varroa. Veamos algunos de los aspectos de
este nuevo objetivo del interés apícola.
En efecto, como la abeja utiliza su cuerpo para medir, apreciar y construir sus ceras, es normal que las celdillas que construye sean a escala de su cuerpo. Más concretamente, los cuerpos son en general un poco más pequeños que la celdilla donde la abeja ha nacido. Por consiguiente, el regreso hacia la celdilla llamada natural no se podrá hacer más que " PROGRESIVAMENTE ".
Pero, entiéndase bien, no en una colmena que tiene tamaños de celdillas demasiado dispares, como bien ha señalado Dominique micheletto (criador francés afincado en Chipre) que pone a sus enjambres cera estampada exclusivamente con pequeñas celdillas para conseguir la transición.
Los primeros " pequeños " ensayos que he realizado personalmente han obtenido éxito porque tenía, excepcionalmente a mi disposición una línea de abejas, de un lejano origen meda, que por un cruzamiento recesivo, ha regresado por azar a una talla relativamente pequeña. Las abejas de esta línea colocadas únicamente sobre cera estampada en 4,9 mm la han estirado sin el menor problema. En general la transición es bastante más difícil.
La talla de las celdillas varía un poco, según las diferentes razas. Las abejas Africanizadas son conocidas por el tamaño pequeño de sus celdillas, proporcionalmente más pequeñas (entre 4,6 y 4,9 mm). Las ceras estampadas para la abeja africanizada son por lo tanto más grandes, de 4,8 a 4,9 mm, que las que ellas mismas construyen, de 4,6 mm.
La diferencia de talla de la abeja Africana en relación a la europea es, en definitiva, menor en 1890 que en 2013. Las medidas morfológicas hechas sobre abeja europea sont décalées, incluso las artificiales, porque se han acomodado a este "ensanchamiento" realizado por el apicultor. Por el contrario se ignora si las pequeñas celdillas de construcción salvaje por la abeja africanizada son la base de este "principio" de resistencia que ella manifiesta. Algunos han llegado a plantear la cuestión de si las viejas ceras de celdillas pequeñas no sería el secreto de los enjambres silvestres alojados en diferentes refugios..
En 1880-1890, antes de los primeros ensanchamientos de la cera estampada (considerados 100 años después como "manipulaciones"), la medida para la abeja europea era entre 4,8 y 4,9 mm. En el 2013 no es pues aberrante querer dar a nuestras abejas, no un tamaño de celdilla elaborado por una lógica humana conocida por su antropomorfismo, sino todo lo contrario, el tamaño que genéticamente la abeja tiene fijado desde siempre.
En efecto, el ensanchamiento de la celdilla de abeja ha preocupado a los apicultores durante algunos decenios, concretamente entre 1890 y 1930. Fue Baudoux, creo, el mayor defensor de este invento. Se obsesionó con el slogan "cuanto más grandes nuestras abejas, mejores serán nuestras cosechas”. Es necesario reconocer que ciertos investigadores, amaters por lo general, señalaron que a partir de celdillas de 5,75mm se producen graves desequilibrios
En los años siguientes a la guerra, un Sueco había incluso conseguido "fabricar" una abeja tan grande como un avispón. A parte de una corta y aterradora noticia sensacionalista, nada más se supo de esta abeja gigante con la que el vulgum pecus -así en el original- se aterrorizaba por sus posibles picaduras hitchconianas.
Señalemos que los Lusby, apicultores profesionales de los U.S.A. (http://www.beesource.com/pov/lusby) han constatado que al reducir el tamaño de la celdilla, la presión de varroa en ciertas colmenas (1) disminuye fuertemente hasta el punto de no tener necesidad de administrar ningún tratamiento. Luego otros apicultores como la Sueca Oesterlund han hecho las mismas constataciones.
A este respecto, se debe resaltar el noble " integrismo " (una vez no hace costumbre) de los Lusby, que no han utilizado el menor tratamiento, ni contra la acariosis ni contra varroa. Con la primera plaga, sus 1 000 colmenas se quedaron en 400. Al introducir celdillas de 5,1 mm, su colmenar rápidamente alcanza los 900 enjambres.
Con la segunda calamidad, la varroa, se quedaron con 104 unidades, pero una segunda reducción del tamaño les ha permitido rehacer completamente sus apiarios. Desde entonces las pérdidas son excepcionales.
Antes de cantar victoria conviene añadir rápidamente que un " gran número (!!!) de colmenas se niegan a este regreso, es decir, al tamaño de las celdillas original. Es más, se vuelven, como por azar, muy sensibles a varroa.
Para estas colmenas es posible admitir que el tamaño de la celdilla agrandada se encuentra ya adquirido genéticamente, pero la persistencia de la sensibilidad de estas colmenas a varroa ha hecho que hayan desaparecido. No olvidemos que no han recibido tratamiento de ningún tipo. Dicho de otro modo, la selección natural, en toda su radicalidad, renace así con todos sus derechos.
Que yo sepa, todos los apicultores que se han negado a tratar, cada por su razón, no han constatado ningún " nacimiento " de resistencia a la varroa. Todas las colmenas están muertas, cada una a su manera, pero sin excepción alguna. Allí donde el conjunto de la cabaña apícola ha muerto, toda selección se vuelve ilusoria. Las cepas llamadas " resistentes a varroa " que me han sido confiadas están todas muertas, aniquiladas por la varroa. Ni siquiera me ha sido posible cruzar, mediante ensayo, dos de estas " cepas resistentes " por lo rápida que ha sido su desaparición.
Sin ninguna duda, los resultados obtenidos gracias a las celdillas pequeñas dejan ver una verdadera posibilidad: la de la selección por el apicultor, si efectivamente al reducir las celdillas al tamaño llamado natural y absteniéndose de tratar, se terminaría por seleccionar una cepra bastante más resistente (tolerante a varroa, por lo tanto sin sucumbir). En realidad no se está haciendo otra cosa que lo que hizo el Hermano ADAM cuando la acariosis diezmó sus colmenas entre 1917 y 1919.
Si la celdilla llamada natural nos presenta efectivamente esta posibilidad, es posible esperar que por fin el apicultor dispone de útil concreto de selección o la causa y el efecto serían claramente establecidos. Ésto no es lo mismo que esforzarse en el recuento de varroa con la ayuda de los múltiples métodos disponibles.
Nadie parece conocer las causas exactas que provocan una disminución de varroa en la celdilla de talla natural. Algunos hablan de falta de espacio, otros, como yo, piensan que la reducción del tamaño de la celdilla tendría como consecuencia un ligero aumento de la temperatura del nido de cría. En efecto, para una celdilla que mide 5,75 mm, hay 700 celdillas por dm2, mientras que para 4,8 mm hay 000 celdillas por dm2. Por lo tanto, cuanta mayor densidad de puesta, mayor temperatura en el nido de cría podrá acumularse. Dejando aparte las habladurías, estas elucubraciones teóricas no son sólo puras suposiciones. Por el contrario, si mis informaciones son exactas, la abeja india, la cerana, tendría una temperatura de puesta superior en 2°C en relación con nuestra abeja. Esta pequeña diferencia sería suficiente para desviar a las varroas de las celdillas de obreras a las de zánganos.
Los defensores de la celdilla pequeña consideran además que las constataciones de Baudoux se revelan inexactas en lo referente al aumento del 10 % de los rendimientos en miel si se aumenta el tamaño de la celdilla. Lo contrario sería verdadero porque la "pequeña abeja" ofrece menos resistencia al viento y dispone, para una misma colmena, entre un 25-30 % de abejas de más;
La cuestión que se presenta : " Está permitido decir que disponemos de un nuevo medio de lucha biológica contra varroa ? ".
La respuesta es " NO ".
Es necesario controlar si no nos encontraremos, sino ante una mentira, si ante conclusiones precipitadas o incluso delante de uno de esos casos particulares tan frecuentes en apicultura. Sean las que sean las conclusiones en Suecia, Alemania o los USA, no tienen que ser las mismas en nuestro país. Ya se han visto demasiados medios, sistemas, medicamentos milagrosos, etc… zozobrar para perder toda ansia ante cualquier prematura buena noticia.
Por esta razón, sólo los ensayos hechos por pequeños grupos de apicultores, de diferentes regiones, nos dirán, de aquí a algunos años, el crédito que se le podrá dar a este nuevo sistema de lucha anti-varroatosis.Ensayos análogos se han realizado un poco a través de todo el mundo, también en Francia, sin resultados positivos. Es verdad que la radicalidad (tratamientos cero) y el mantenimiento de sólo las cepas resistentes por los Lusby introducen un nuevo dato. Ellos, por si solos, ya justifican una nueva serie de ensayos de control.
Señalemos para finalizar, que los Lusby no han conocido otra muerte total. Los comentarios de sus experiencias no valoran bastante las numerosas colmenas restadas "sobre el terreno" ! Además estas pérdidas señalan el alto precio a pagar para poder finalmente seleccionar una abeja, no libre de varroa, sino unicamente capaz de vivir con.
Si este método de lucha contra varroa es un fracaso (no sería el primero), a pesar de todo nos quedaría un consuelo: el regreso al tamaño natural de la celdilla de abeja. Este retorno debe ser puesto en valor. Sería muy extraño que pudiese dañar a la abeja… y si los ensayos objetivos lo confirman.
Raymond Zimmer