Aunque la reina carece totalmente de algún atributo que la
permita mandar en alguna forma, está por tanto sometida como los demás miembros
a una disciplina superior cuyo objetivo es el perpetuar la especie, no obstante
ella tiene tres funciones reservadas de la mayor importancia:
da cohesión al conjunto.
induce el estímulo al trabajo y propicia un dinamismo
general.
es la madre, en condiciones normales, de todos los
individuos de la colonia.
La presencia de la reina propicia la cohesión o unión de
todos los miembros laborando conjuntamente. La presencia de la reina es
conocida en la colonia gracias a la secreción por ella de una hormona especial
especialmente cuando es acariciada al ser alimentada y que es esparcida por
toda la colmena.
El estímulo de cohesión es proporcional a la potencia de la
colonia considerada y constituye una atracción irresistible para las pequeñas
colonias que pudieran estar cerca y que pudieran captarlo.
La naturaleza de lo descrito es totalmente diferente del
clásico "unificar olores" para evitar que las abejas se peleen,
mientras este es logrado en pocos minutos con diversos métodos aquel requiere
de mayor tiempo y es la causa última de la necesidad de enjaular las reinas al
cambiarlas de colonia.
En el exterior de la colonia el estímulo de cohesión sirve
para agrupar abejas dispersas, recién salidas formando un enjambre o por
nuestros manejos, en ambos casos una vez las primeras abejas localizan la
situación de ella esparcen al aire una feromona por el último anillo del
abdomen y que es la causa final de la reunión.
La función de estímulo al trabajo es fácil constatarla en un
colmenar numeroso y comprobar como algunas colonias no populosas mantienen una
actividad proporcionalmente mayor que algunas en teoría más aventajadas, se
puede suponer que la causa inicial esta en el dinamismo que de alguna forma su
reina imprime al conjunto, es normal constatar como esto ocurre con mayor
frecuencia en las colonias con madres más jóvenes.
En tercer lugar ella es la madre de toda la colonia, todos
los apicultores saben que en cada colonia si está en perfecto estado se halla
una sola hembra fecunda, que es por ello la madre de todos los individuos que
la integran, si bien de forma transitoria, pueden convivir dos reinas, esto
solo es por un espacio de tiempo corto. Es alimentada por las nodrizas con una
sustancia secretada por unas glándulas presentes en la cabeza y denominada
jalea real. En los periodos de puesta intensa esa alimentación es suministrada
de forma copiosa lo que tiene como consecuencia estimular su metabolismo,
formando una gran cantidad de óvulos en los ovarios de tal forma que según van
lográndose y una vez fecundados uno a uno por los espermatozoos, que se hallan
en un lugar especial del cuerpo llamado espermateca, desde la cópula con los
machos, y que por ello la "verdadera" fecundación tiene lugar cuando
un óvulo procedente del ovario y en su camino hacia el exterior se junta con un
espermatozoo que lo fecunda, dando lugar a lo que nosotros llamamos comúnmente
huevo o puesta de huevos.
Debemos tener presente que la espermateca es un lugar del
cuerpo de la reina donde el semen procedente de los machos es mantenido con
todo su poder fecundante durante varios años, si es necesario, los normales de
la vida de la reina, una vez comprobado que tan solo realiza sus vuelos de
fecundación en los días inmediatos a su nacimiento y que se estima como máximo
en veintiuno, pasados estos, diríamos que pierde ese estimulo y ya no saldrá,
algún tiempo después iniciará su postura y como nunca fue fecundada en los
óvulos que produce no hay fecundación posible, y depositados en las celdillas
solo nacerán machos. En la naturaleza no es corriente que se dé este
comportamiento en muchos insectos y que se llama partenogénesis.
La reina en plena actividad deposita los huevos uno a uno en
las celdas del panal a una velocidad admirable, alcanzando puestas de varios
miles todos los días, en una cantidad similar a la estimada de abejas que
mueren a diario en los campos agotadas por el trabajo, en épocas de lanzamiento
donde las bajas no son tan numerosas por permanecer la población recluida, esas
puestas tan grandes permiten a la colonia promoverse hasta alcanzar cantidad
muy elevadas de individuos que serán los encargados del futuro de la colonia;
deposita huevos en celdas de mayor tamaño que las destinadas a abejas obreras,
situadas en los bordes de los panales, casi siempre, o donde las abejas han tenido
a bien construirlas lo mismo en panales completamente hechos por ellas que de
vez en cuando transformando las celdas de las láminas para adecuarlas, esta
puesta es la que dará lugar a los machos, necesarios en varias actividades de
la colonia, no solo en la fecundación.
Durante los periodos de reposo invernal la actividad de la
colonia tiene que ser nula o casi nula en cuanto a la puesta, la reina es
alimentada muy poco con jalea, casi para solo mantenerla con vida lo que unido
a las condiciones del clima y del aporte de néctar a la colonia hace que de
forma refleja su puesta disminuya hasta llegar a anularse. En cualquier caso su
presencia da unión a la colonia y la estimula al trabajo, su pérdida causa
alarma entre la población, que la busca por todos los rincones y recorriendo
las paredes exteriores de la colmena e incluso el tejado, dando constante señal
de llamada tratando de hallarla.
Su presencia se manifiesta gracias a una sustancia odorífica
o feromona que impregna todo lo que ella toca y que las abejas al tocarla
esparcen por la colonia, especialmente cuando la alimentan con jalea o cuando
la acarician mientras pone huevos o se mueve por los panales.
Cada colonia tiene su olor típico e identificativo,
cualquier reina que introdujésemos en la colonia mientras en olor
identificativo exista será muerta sobre la marcha, también lo será
sencillamente por el olor típico del alojamiento en que se hallaba antes de ser
trasladada al nuevo, por ello cuando procedamos al cambio de reinas viejas
debemos obrar con sumo cuidado, para no perder reinas al ser introducidas.
La reina se distingue de entre las obreras cuando se tiene
un poco de práctica de la apicultura y cuando se conocen las condiciones
idóneas para encontrarla, su cuerpo algo mas alargado y las fajas claras del
abdomen la hacen fácilmente reconocible. Pero como no siempre las abejas dan
todas las facilidades para localizarla con rapidez nos ayudamos pintándola en
el coselete, parte central entre la cabeza y el abdomen, con un punto de color
y que es variable según el año de su nacimiento con lo que podemos saber su
edad. La sucesión de colores es blanco, amarillo, rojo, verde y azul, que se
corresponden con el número con el que termina la cifra del año, es posible y en
ocasiones conveniente utilizar un método de marcaje que permite fijar en el
coselete un número de orden o una clave, con el que identificar de forma
concreta una reina, en este caso colocamos un poco de pegamento en el coselete
y a continuación fijamos el número o letra identificativa. Todos los pegamentos
pueden ocasionar un fuerte rechazo cuando soltamos la reina, para prevenir esto
y en general después de cualquier marcaje podemos asperjar la reina y el grupo
de abejas que la rodean con jarabe aromatizado que disimula el olor y permite a
la reina incorporarse al grupo sin problemas. Con este método si observamos un
retraso en alguna colonia con relación a las demás y nos pareciese imputable a
su reina, podremos de una forma rápida determinar si está presente en la
colonia y de estarlo podemos saber si tiene varios años o se le ve algún
defecto, como puede ser la pérdida de una pata o tal vez padezca algún problema
funcional que la impida poner huevos o quizás su reserva de espermatozoides se
ha terminado y se ha vuelto zanganera. El marcaje es útil cuando deseemos
realizar enjambres forzados a fin de desplazarla o no según nos convenga, o
bien vamos a reemplazarla por vejez, por ser estirpe enjambradora o demasiado
agresiva, todas estas operaciones se ven simplificadas y el tiempo empleado
reducido con esta ayuda.
Las madres en plena postura avanzan lentamente por los
panales de tal suerte que en las horas centrales del ida, cuando el movimiento
de piquera es intenso y por tanto la merma de ganado en el interior es notable
podemos encontrarla con relativa facilidad en aquellos cuadros donde la
presencia de la cría abierta es mayor, todo ello si no hemos golpeado la
colmena es exceso y las abejas permanecen adheridas a los panales formando un
película que nos permite verla con facilidad. Es de señalar la curiosa
habilidad que tienen para ocultarse de la vista del apicultor de hallarse en el
momento de sacar el panal en el borde inferior, se pasará enseguida a la cara
opuesta a la que nosotros observemos en medio de un grupo de abejas y nos será
algo difícil encontrarla. Si en una primera revisión no la hallamos comprobamos
si hay puesta reciente de huevos lo que nos asegura que se halla en la colmena,
es mejor dejarlo todo así e intentarlo de nuevo otro día, exámenes exhaustivos
y de mucho duración harán que la cría se enfríe, cosa que debemos evitar
siempre y evitar así sus consecuencias.
Cuando al final del invierno las poblaciones han descendido
en número de abejas se puede intentar buscarla para marcarla, debemos tener
presente que todavía no hay machos o no es época conveniente a las
fecundaciones y si durante las manipulaciones necesarias la dañásemos y
desapareciera no seria posible que las abejas se dieran otra y nos veríamos
forzados a reunir esa colonia con una vecina, es mejor proceder tener la
pintura a mano y así realizar al realizar cualquier revisión si la vemos la
marcamos. Los apicultores más familiarizados con el tema la cogen sin vacilar
de en medio del grupo de abejas, que en general estarán muy pacificas, si hay
alboroto no será posible encontrarla, como sabemos aunque dispone de aguijón
nunca lo utiliza contra el apicultor que la coge, solo emplea para atacar y
matar a sus rivales que han nacido y que no son necesarias después que una está
fecundada.
Se coge por la cabeza o las alas y nunca por el abdomen,
depositando la laca en el coselete, es fundamental dejar que se seque bien y
sobretodo tener la certeza del rechazo que produce en las abejas, algunas
pinturas lo producen y las reinas son atacadas y muertas sobre la marcha. Es
posible usar diversos aparatos para ayudarnos en este propósito, uno de ellos
es un cilindro de plástico transparente que tiene una red en un extremo y que
se cierra con un émbolo que nos permite una vez dentro la reina empujarla y
"fijarla" contra la cuadricula de la red, cuando el coselete nos
quede en medio la marcamos, no es conveniente y no hace falta para nada
presionarla en exceso, una vez depositada la laca retiramos el émbolo hacia
abajo quedando libre dentro del cilindro mientras se seca, si nos parece bien
la liberamos encima de los cuadros o casi mejor cerramos la colmena y la
soltamos por el agujero de cebar.
Si atendemos solos el colmenar y deseáramos meter una reina
en la jaula de marcar la disponemos sin el émbolo y tan pronto la vemos colocamos
el panal plano sobre los otros sin dar golpes, le ponemos encima la jaula
encerrándola, al sentirse acorralada intenta subir por la pared de la jaula, en
ese momento aprovechamos para inclinarla ligeramente con lo que le facilitamos
la subida, de forma inmediata tapamos la entrada con el émbolo. Colocamos la
jaula en sitio conveniente y reponemos los panales en su sitio a continuación
sujetamos con una mano el embolo y con la otra manejamos el pincel. Si
previamente constatamos que el rechazo a la pintura es muy pequeño o no existe
podemos marcarla cuando la vemos directamente sobre el panal, el inconveniente
es que resultarán pintadas las alas u otras partes del cuerpo lo cual no será
muy estético pero alguna vez es útil.
Las reinas fecundas son mas tranquilas a la hora de
cogerlas, las que no lo están o son recién fecundadas son muy nerviosas y
corren por los panales haciendo difícil su marcaje, es corriente que levanten
el vuelo para regresar minutos después.
Si en una colonia la reina desaparece por muerte natural o
por accidente, las abejas tomaran cría de menos de seis días de edad desde
puesto el huevo, lo que se corresponde con el tercer día de larva y construirán
celdas especiales alargadas hacia abajo, por su longitud solo de esa forma caven
entre los panales, están ubicadas de forma arbitraria según nuestra
apreciación, pero reúnen en un lugar todas las condiciones necesarias para
hacer posible su construcción, que sea zona de larvas jóvenes o de huevos y que
la cera sea lo bastante maleable para transformar tres celdas en la base de lo
que será la realera, las ceras viejas son muy duras y con frecuencia las abejas
no pueden moldearlas con facilidad y renuncian al construir realeras en ese
lugar, suelen hallarse cerca de los bordes pero no es excluyente, el número
depende en principio de la potencia de la colonia, y así una colonia muy
potente construirá muchas y las más medianas algo menos, pero está apreciación
no siempre se cumple y no es extraño encontrarse con grandes cantidades en los
núcleos de fecundación. No parece haber una causa concreta que permita suponer
cuando nos hallamos en presencia de una colonia huérfana la cantidad de
realeras que será posible hallar algunos días después. Las colonias que
enjambrarán construyen un elevado número cuyas reinas pueden acompañar a los
sucesivos enjambres.
Cuando se ha iniciado su construcción la larva se halla en
el interior y se va depositando la jalea que le servirá de alimento de forma
simultánea a realizar la realera, llegado el dieciséis ida, contando desde
aquel en que fue puesto el huevo, roe por el extremo opuesto a la base una tapa
redonda y sale al nido. Unos siete u ocho días más tarde ya no encontraremos
rastros de las realeras pues en cuanto van naciendo las reinas las abejas las destruyen
totalmente, tan solo es posible hallar en los panales las llamadas realeras
falsas que tan solo tienen construida la base y están vacías en el interior.
Como es normal construir muchas realeras con larvas o huevos
del mismo ida, es perfectamente posible que nazcan con diferencia de unas horas
muchas reinas, he tenido ocasión de comprobar como en un intervalo de seis
horas nacieron veintidós reinas que se incorporaron al nido como una abeja más,
pues en estos primeros días de vida aún no se manifiestan en ella las feromonas
que pronto la diferenciarán no solo de las obreras sino de las otras reinas.
Las siguientes reinas que se hallan en las realeras nacerán en las siguientes
horas no siendo molestadas de ningún modo, pronto empezaran las fecundaciones y
cuando una regresa fecunda con ayuda de las abejas eliminará a las otras. Las
abejas embolan y matan todas las demás que no necesitan pero solo después de
disponer de una fecunda.
Unos cuatro días después de nacida la joven reina está
preparada para realizar los vuelos de fecundación, antes ha salido y entrado
varias veces en la colmena para no equivocarse al regresar, como hemos señalado
la fecundación consiste en realizar cópula con varios machos y de ellos
almacenar en la espermateca el semen que fecundará sus óvulos durante toda su
vida de reina, una vez que se instale en la colonia no volverá a salir al
exterior. Si en los veintiún días útiles que tiene para fecundarse no saliera
al exterior, por no poder volar por ejemplo o alguna causa impidiera su
fecundación parcialmente, siendo incompleta, su rendimiento sería bajo, las
abejas son muy previsoras y de las reinas presentes en la colonia siempre
resultarán fecundadas las mejores logrando de ese modo la prosperidad del
grupo, experimentalmente se puede comprobar que de las reinas retenidas en las
colmenas impidiéndolas salir nacerán tan solo machos, una colonia mantenida en
estas condiciones es obvio que desaparecerá en breve.
Si nosotros eliminamos la reina de una colonia tendremos muy
en cuenta las fechas lo que nos permitirá acertar en las revisiones para no
perturbar los vuelos de fecundación y para no sacar conclusiones erróneas por
considerar los plazos de forma equivocada. Las realeras que ellas construirán
nacerán sobre los doce días después de la orfandad, (consideramos larvas de un
día) unos cuatro o cinco días mas tarde iniciara los entrenamientos para los
vuelos de fecundación, como una semana más tarde los habrá realizado y en otros
seis o siete días iniciará la puesta de algunos huevos, estimamos con todo ello
que sin perjuicio de las revisiones que creamos oportuno, unos treinta días
después de la orfandad debemos encontrar puesta en la colonia, lo que nos
indicará que todo marcha correctamente, la mayoría de las veces la
encontraremos en alguna cantidad operculada pero es posible hallarla sin
opercular, siendo del todo normal.
Si en nuestro lugar de asentamiento las floraciones son de
corta duración, la espera que ocasiona una renovación de reina por simple
orfandad ocasiona una pérdida de nacimiento que se traducirá en una merma
significativa de la cosecha, por ello se procura introducir reinas probadas
procedentes de pequeños núcleos que mantienen el ritmo de puesta, pero si
nuestro colmenar está situado en una zona de floración normal, la renovación de
las reinas se hace de forma natural o inducida sin mayor problema.
La fecundación de las reinas se estima que tiene lugar en
las concentraciones de machos fuera de la colmena en el aire en lugares al
parecer predeterminados, es necesario que ella se desplace hasta ese lugar
quedando expuesta a ser comida por los pájaros o muerta por accidente durante
el vuelo o de hallarse los núcleos de fecundación o las colmenas muy juntas
podría equivocarse a pesar de los precauciones que toma y al introducirse en
una colmena diferente a la suya resulta muerta. Los núcleos de fecundación si
son numerosos deben colocarse con las piqueras en varias direcciones y deben
estar pintados de diferentes colores, blanco, azul, rojo o negro y amarillo que
son los que distinguen, se admite una pérdida de reinas notable durante los
vuelos de fecundación, aunque no siempre es así, y con frecuencia las bajas no
son significativas.
Al ser ella la única hembra fecunda de la colonia todas las
características en cuanto a agresividad, resistencia a las enfermedades o en el
trabajo y todas las demás dependen de su raza y en un porcentaje menor de la de
los machos que la fecundaron. La cualidad más interesante que debe poseer es
ser muy prolífica, para ser capaz de poner la enorme cantidad de huevos
necesarios para lograr la vertiginosa sucesión en la renovación de los
individuos que componen la colonia y que son al final los que darán la cosecha
en sus variadas formas.
Es un hecho curioso que la reina antes de depositar un huevo
en una celdilla inspecciona la misma metiendo la cabeza en el interior para
seguidamente introducir el abdomen a la vez que se sujeta con las patas al
borde depositándolo en el fondo. Repite esto mismo tantas veces como huevos
pone, simultáneamente un círculo de nodrizas la rodean y alimentan, cuando está
en plena postura puede llegar a depositar varios miles de huevecillos cada ida,
es por ello interesante mantener al frente de las colonias madres jóvenes
cuidando al máximo las condiciones de preparación y nacimiento, de lo contrario
degenerará la raza del colmenar, disminuyendo la producción. Una colonia con
población insuficiente no se halla en condiciones optima para preparar
alimentar ni incubar correctamente las pocas realeras que suelen construir, no
obstante las abejas siguiendo su instinto de supervivencia pueden llegar a
formar un elevado numero todas ellas de mala calidad, si nos basamos en el
hecho cierto que no disponen de la situación apropiada a tal cría. Las colonias
potentes construyen siempre un elevado número de realeras que alcanza con
frecuencia varias decenas, en todos los cuadros y con frecuencia agrupadas.
Estas, criadas con todas las condiciones a favor sí lograrán promover con
entusiasmo las colonias tan pronto se pongan al frente.
Sabemos que a los dieciséis días nacen las reinas, pero como
las abejas pueden escoger entre huevos y larvas para formarlas, resulta que la
edad que tengan en el momento en que son escogidos y destinados a maestriles
determina el tiempo final del nacimiento, siendo el intervalo posible de seis
días. Por lo dicho resulta que si las abejas realizaron una realera sobre una
larva del máximo de tres días (es su seis días de vida) y sumamos los ocho que
espera el apicultor antes de realizar los injertos tiene catorce días de edad,
le faltan dos para nacer, más o menos algunas horas. Si las abejas tomaron un
huevo recién puesto a los ocho días tendrá justamente ocho más menos algunas
horas y como nace a los dieciséis le faltan otros ocho para nacer, estas
realeras suelen dañarse si se manipulan y es normal que sus ninfas mueran, a
tan temprana edad la futura reina realiza dentro de la realera diversos
movimientos necesarios a su metamorfosis y el hecho de moverla la daña en
muchos casos.
Lo más normal por parte de las abejas es utilizar cría de
una edad intermedia y así unos cinco días después de realizados los injertos
todas las realeras que estén bien habrán nacido.
La cohesión que procura la presencia de una reina en
perfectas condiciones a la colonia es intensa, siendo motivación suficiente e
imprescindible para que todos los individuos realicen los diversos trabajos
necesarios al bien común.
La sustancia secretada por ella para este fin es
proporcional al volumen de ganado de la colonia pues debe esparcirse y llegar a
todos los individuos que la componen y es capaz de favorecer la absorción de
otro grupo de abejas más pequeño y que se halle próximo y huérfano o con su
reina presente debilitada. Su feromona posee entonces una atracción
irresistible llegando las abejas a embolar su reina defectuosa e integrarse con
el grupo mayor en unos días y espontáneamente.
Se debe distinguir lo que es el olor típico del grupo de
abejas incluida ella, como conjunto, de lo que es el causante de la cohesión y
armonía de la colonia y que es producido solamente por la reina, en condiciones
normales, las obreras ponedoras llegan a tener una cierta influencia en el
conjunto pero no es comparable. En el primer caso lo simulamos cuando
unificamos olores de dos colonias utilizando una esencia evitando así que se
peleen cuando las reunimos, no ocurre lo mismo con el procedente de la reina,
transcurridos unos minutos después de nuestra marcha una reina abandonada por
nosotros en el nido procedente de otra colonia es muerta, el olor típico de la
anterior está presente en la colmena varias horas después de nuestra
intervención. Las reinas tienen que ser enjauladas cuando se las da a colonias
huérfanas o diferentes de aquellas donde nacieron y permanecer en la jaula
bastantes horas antes de poder salir al nido con seguridad, durante ese
intervalo la feromona de la reina sustituida va desapareciendo y se va
imponiendo la de la introducida por nosotros al tocar las abejas la jaula de
introducción.
La falta de esta feromona despierta en las abejas el
instinto de la construcción de realeras, lo mismo que cuando una población muy
grande no dispone de sitio holgado para trabajar y se decide que ella
abandonará la colmena con un grupo de abejas. Su falta produce un fenómeno
curioso que se manifiesta cuando destapamos alguna colmena que no dispone de
reina: la abejas caminan en todas direcciones dando constante señal de llamada
tan pronto como removemos algún cuadro o simplemente al retirar el cubre
panales recorriendo las paredes interiores de la colmena y formando grupos que
se dirigen hacia sitios concretos como si en ellos se hallara la reina que les
falta. Cosa similar ocurre cuando ya tienen obreras ponedoras y por tanto la
falta de reina es definitiva aunque en este caso se agrupan en torno de las falsas
reinas.
Como la misión de la reina es poner huevos su cuerpo se
halla preparado solo para este fin, es necesario destacar que este cambio solo
ha sido producido por la diferente alimentación pues en el origen cualquier
huevo o larva destinada finalmente para realera hubiera en condiciones normales
producido una abeja corriente. Ella no tiene cestas para el polen, pues nunca
las necesitará y si bien tiene aguijón no lo usa contra el apicultor aunque la
coja, solamente lo usa en sus luchas con otras reinas para eliminarlas, en esta
tarea son más expeditas las mismas abejas. No produce cera ni realiza otro
trabajo interior o exterior que no sea el de poner huevos. Es alimentada por
las nodrizas con jalea real durante toda su vida, lo que le permite no solo haberse
desarrollado sino mantener el elevado ritmo de puesta necesario, en ocasiones
excepcionales podría alimentarse de miel o de néctar como lo hace en los
primeros días de vida.
Cuando está recién nacida tiene un grosor de cuerpo similar
al de las otras abejas y atraviesa entonces los excluidores, pero ya su cuerpo
es más alargado y se diferencia completamente del de las otras abejas, las alas
le permiten alcanzar con facilidad los lugares de fecundación y produce al
volar un sonido más parecido al de los machos que al de las obreras.
La partida de una reina para la fecundación va precedida de
diversos cuidados por las abejas, al menos se las ve acompañarla hasta la
piquera donde ella camina en varias direcciones hasta que emprende el vuelo y
regresa varios minutos después y es frecuente poderla ver volver con los
genitales del macho sobresaliendo de su abdomen, ya en el interior se libera de
él posiblemente ayudada por las abejas que ya le procuran muchos cuidados, y
volverá a salir varias veces más hasta que su espermateca se llene, momento en
el que permanecerá dentro de la colmena y ya no volverá a salir durante el
resto de su vida a no ser que deba partir con un enjambre. La localización
memorizada del lugar donde se halla situado su colmena le permite regresar a
ella por un tiempo no muy largo, posiblemente un mes, a partir de ese momento
si se soltara en el campo ya no sabe regresar, claro es que transcurrido un mes
de la fecundación se hallará ocupada en su trabajo de poner huevos y ya no
necesitará para nada conocer la situación de su vivienda.
Los lugares de fecundación de las reinas no se pueden
determinar con facilidad aunque se admite que serán sitios más o menos fijos
donde se producen las concentraciones de los machos, algunos autores afirman que
se realizarán muy cerca del colmenar pues las reinas regresan pronto, es
difícil establecer conclusiones en este punto, que por otra parte no es
imprescindible en ningún sentido.
El abdomen de la reina tiene unos ovarios muy desarrollados
de donde nacerán los óvulos que previa fecundación deposita en las celdas, es
una verdadera "máquina" de producirlos y es la parte más vulnerable
del cuerpo, si tenemos necesidad de cogerla con la mano siempre lo haremos por
la cabeza o las alas, si la cogemos por al abdomen le causaremos daños
irreparables.
Como después de fecundada permanece en el interior de la
colmena no es proclive a abandonar precipitadamente los panales, excepción
hecha de los primeros meses de puesta, ni echarse a volar de nuevo. Las reinas más
jóvenes si se muestran más nerviosas y corren con frecuencia a esconderse en un
rincón o a volar fuera de la colmena. Es conveniente tomar precauciones
adicionales si vemos abandono de los panales ahumaremos por donde vamos a coger
los cuadros y también los apoyos cuidando su extracción y reposición evitando
de este modo el riesgo de aplastarla.
Si después de una revisión en alguna colonia vemos una
inusual agitación sobretodo si nos hallamos al atardecer y durante varias horas
después de una revisión por nuestra parte, podemos deducir con una gran
probabilidad que algún contratiempo le ha sucedido durante nuestro trabajo, las
revisiones en plena actividad no nos permiten deducir si ocurre esta agitación
o no debido al movimiento de pecoreadoras, pero las colonias privadas de reina
después de un intervención nuestra, bien por muerte accidental o por haberse
quedado fuera de la colmena sin nosotros haberlo percibido permanecen en estado
de agitación durante un tiempo muy largo de varias horas y nos es posible verlo
aún cuando el resto de las colonias están en calma. De esto podemos deducir que
aquella colonia donde esto sucede se halla huérfana después de nuestra
intervención. Si esto ocurre en tiempo conveniente solo cabe esperar que las
abejas procedan al reemplazo o nosotros hagamos una revisión tres días después
y ante la ausencia de huevos procedamos a introducir una reina de nuestra cría.