sábado, 16 de noviembre de 2013

ESTRÉS EN LAS ABEJAS

 Agentes  causantes de estrés en las abejas

 Pueden ser de muy variada etiología. Individualmente o en conjunto pueden debilitar al insecto y producir su muerte, hecho que en los últimos años preocupa mucho a la sociedad científica y a los apicultores profesionales.
El problema medioambiental es de bastante gravedad, ya que las abejas tienen un papel muy importante en la polinización de muchas especies de plantas, y sirven de alimento a numerosas especies de vertebrados. 

Según palabras atribuidas a  Albert Einstein: "Si la abeja desapareciera de la Tierra, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida: sin abejas no hay polinización, ni frutales, ni animales, ni hombres".

¿Qué pasa en una colmena mal ventilada cuando hace calor?
Los nidos de cría de las colonias deben mantenerse a una temperatura constante que varía de 34º a 38º C. Lo mismo ocurre con la humedad, que ha de mantenerse constante, en torno al 80%. Las abejas tienen termo receptores en sus antenas que captan los cambios de temperatura en el ambiente y les permiten adaptarse. En este caso, cuando la temperatura de la colmena supera los 35º C las abejas sacuden sus alas para expulsar el aire caliente y así la refrescan. No todas las abejas participan de este movimiento, sólo algunas.
Si el calor sigue aumentando, un grupo de abejas sale de la colmena y se coloca por debajo para refrescarse en la sombra. Si continúa el calor salen más abejas y comienzan a ventilar desde fuera a toda la colmena. Con calores prolongados e intensos ventilan hasta por la noche. Si el calor no disminuye, la temperatura corporal irá subiendo poco a poco hasta "freír" a las abejas por dentro: las proteínas se coagulan por encima de los 45º C y pierden sus funciones.
Esta situación provoca además que las abejas defensoras o  nodrizas, al tener que colaborar con la ventilación, abandonen sus tareas habituales, dejando a la colonia expuesta al acoso de parásitos, bacterias, hongos o virus.
Si a pesar del gran esfuerzo desplegado por la colonia no se logra rebajar la temperatura, la cría muere deshidratada, la reina corta la puesta, se derriten los panales y se paraliza la colonia.


¿Qué pasa en una colmena mal ventilada cuando hace frío?
Las abejas son expertas en mantener la temperatura más alta que el medio ambiente en épocas de mucho frío. El frío minimiza su actividad hasta provocar la muerte. Algunas razas suspenden la puesta, ya que las crías requieren de más calor y humedad para sobrevivir que una abeja adulta.
Como mecanismo de regulación, las abejas cuando perciben el descenso de temperatura (de 14-12º C) se agrupan en racimos, con la reina en el centro, formando un "racimo invernal" que se irá compactando a medida que la temperatura  siga descendiendo. De esta manera, con pequeñas vibraciones, liberan calor manteniendo el calor en el racimo, las abejas se turnan de dentro hacia fuera para que todas se calienten, de lo contrario las abejas del exterior del racimo morirían paralizadas de frío; sin embargo, les es más difícil controlar la humedad, que tiende a condensarse dentro de la colmena. Ésta se genera por la transformación del néctar en miel eliminando el exceso de humedad hasta quedar en un 14  o 18%. Esta humedad, en época de actividad, sale de la colmena mediante el mecanismo de ventilación que desarrollan. Pero en invierno las abejas arracimadas no utilizan el batido de alas para ventilar, de manera que la colmena en sí debe estar dispuesta para que se favorezca la ventilación sin la intervención de las abejas. 
Si la colmena está en la sombra en lugares de poca ventilación y alta concentración de humedad la combinación es explosiva, derivando en una permanente situación de estrés de la colonia y un ambiente muy favorable para el desarrollo de algunas enfermedades como la ascoferosis (micosis producida por Ascosphaera apis), nosemosis (parasitosis causada por Nosema apis, nosema ceranae) o loques como la europea (enfermedad bacteriana por Melissococcus pluton).


Disponibilidad de agua
Otro elemento imprescindible para la supervivencia es el agua. Si falta agua en el organismo éste intenta recuperarla de donde sea. El primer efecto es el espesamiento de la hemolinfa, que provoca la salida de agua de los tejidos hacia la sangre y afecta al sistema nervioso y al respiratorio. En estas condiciones las abejas se debilitan y se hacen muy sensibles ante cualquier otro proceso patológico.

Disponibilidad y/o calidad de alimento
El polen provee a la colonia de toda la proteína necesaria para el desarrollo del cuerpo y su normal funcionamiento.
Cuando tienen suficientes reservas las abejas mantienen un comportamiento relajado y no se sobrecargan de trabajo en invierno, pero si la colmena se queda sin reservas de las que alimentarse, salen desesperadas a buscar alimentos, y si pueden, a robarle a otra colmena sus reservas (pillaje). Y es que cuando les falta miel, falla el suministro de hidratos de carbono, no pueden producir energía, sobre todo calorífica, y disminuye su capacidad de mantener la temperatura constante, circunstancia especialmente grave en la zona de cría, que acaba paralizada. Esta situación es especialmente dramática cuando además hay una baja temperatura ambiental. Por otro lado, el exceso de néctar tampoco implica una mejora en la calidad de vida. Cuando esto sucede, y sobre todo si concurren épocas de calor, de alta humedad ambiental o poca ventilación del colmenar, se produce una sobrecarga de trabajo de día y de noche que agota a las abejas haciéndolas muy agresivas, por lo que en tal situación llega a ser muy incomodo  manipular las colmenas. Además, debido al estrés, se produce un descenso en la tasa de proteína corporal, por la elevada demanda, con la consecuente disminución de su longevidad.

Cuando se da un periodo de bajo aporte de polen (porque no lo haya o porque el que aportan las abejas pecoreadoras  no tiene los nutrientes adecuados  como los pólenes  de eucalipto, gramíneas o pino), las abejas nodrizas no pueden desarrollar correctamente las glándulas hipofaríngeas y por tanto no pueden alimentar a las larvas con jalea real. En estos casos son las abejas viejas las que las alimentan. La falta de polen también provoca en el organismo de las abejas "hambre de proteínas", que tratan de solucionar extrayendo proteínas de donde las haya, fundamentalmente del músculo y los intestinos. Esta situación puede provocar daños celulares en estos tejidos, con la consiguiente disminución del peso corporal. Paralelamente a ese proceso orgánico hay un aumento del instinto de recolección de polen, lo que hace que, si no lo encuentran, recolecten cualquier cosa que se le parezca (harina, polvo de paja, polvo de los piensos para ganado, etc.).


Influencia del cambio climático sobre la actividad de la colmena
Las abejas tienen actividades estacionales anuales que van asociadas a las condiciones climáticas. Lo que está ocurriendo con el cambio climático es que determinados árboles adelantan su floración porque se adelanta la primavera, sin embargo, las abejas no salen debido al frío y se mueren de hambre. El tiempo las engaña.
En nuestro país, hemos tenido años especialmente nefastos en este sentido por las malas condiciones climatológicas, por la sequía y la sorprendente y extraña muerte de millones de abejas (síndrome de despoblamiento de la colmena).
Aunque no se conozca la causa exacta de tal misterio, el cambio climático que está sufriendo el planeta influye en el despoblamiento  junto a otros factores.

Las   radiaciones
Las abejas utilizan los cristales de magnetita como magneto receptor. Jungreis (1987) investigó la habilidad de los insectos para viajar estacionalmente largas distancias, lo que requiere la utilización de algunos mecanismos hereditarios para encontrar la dirección adecuada. Se hallaron partículas de magnetita biológicamente sintetizadas tanto en especies migradoras, que las utilizan como una brújula en el campo magnético terrestre, como en las especies no migrantes, para las que tienen una función todavía desconocida.
Desde hace meses se viene hablando de la misteriosa desaparición de enjambres enteros de abejas en distintos lugares del mundo, en especial en EE. UU. y determinados países europeos (España incluida).
Hay sospechas de que las radiaciónes electromagnéticas podrían interferir en  la orientación  de las abejas, aunque no existen estudios concluyentes. Varios medios de comunicación han publicado con cierta regularidad noticias relacionadas con la crisis del sector apícola, producida entre otras razones, por las mortandades de abejas y despoblamiento de las colmenas. Teniendo en cuenta los efectos conocidos de las microondas sobre los insectos y en particular sobre las abejas, y habida cuenta de la proliferación de estaciones de antenas de telefonía móvil  en el campo, es necesario investigar si estas radiaciones están incidiendo de alguna manera en estas mortandades. Los resultados deben ser considerados por los apicultores españoles con el fin de prevenir posibles pérdidas económicas.
Varios autores han demostrado la agitación, inquietud y el comportamiento agresivo que muestran las abejas expuestas a los campos electromagnéticos de las líneas de alta tensión.

En una interesante revisión, los estudios llevados a cabo por Ferdinand Ruzicka, investigador de la Universidad de Doz (Austria) y apicultor aficionado, quien explica cómo los problemas de sus abejas comenzaron tras la instalación de varias antenas de telefonía en las cercanías de sus colmenas (a 50 metros de una estación base y a 150 metros de otras tres más). El investigador no encontró explicación a este comportamiento ni por enfermedades, ni por envenenamiento, culpando del mismo a la radiación de las antenas.
 Se cita también las observaciones, relativas a la desaparición de abejas en la proximidad de antenas de telefonía en Nueva Zelanda señalando que las que recibían directamente el haz de radiación morían sin razón aparente.
Por el contrario, en dos estudios financiados por la NASA, de Westerdahl y Gary (1981a, b) no se encontraron diferencias en la mortalidad ni en el consumo de azúcares ni variaciones en la orientación del vuelo o la memoria en abejas que fueron irradiadas con microondas.

  Conclusión
Como conclusión, podemos decir que son muchas las causas que producen estrés en estos insectos, y seguramente gran parte de la responsabilidad de tantas alteraciones está en el ser humano.  

  Agentes químicos que afectan a la colmena
Podemos dividir en dos grupos los agentes químicos que actúan de forma negativa sobre la colmena.

1. Pesticidas, plaguicidas y herbicidas
Las abejas son insectos muy sensibles a los efectos toxicológicos de los pesticidas. Varias nuevas sustancias activas (neonicotinoides) inhiben los receptores de la acetilcolina, un neurotransmisor de gran importancia que puede llegar a modificar su comportamiento. Además, ocasionan una disminución de las defensas naturales de las abejas, lo que las hace más sensibles a parasitaciones o infecciones.
 Los tratamientos químicos sobre el maíz están actualmente bajo sospecha, así como ciertos herbicidas (paraquat) debido a sus efectos tóxicos; no obstante la situación  es   alarmante en algunas zonas de España  donde se utilizan plaguicidas de forma extensiva. En otros países, productos como el fipronil o imidacloprida, utilizados en el tratamiento de cultivos de maíz y girasol han sido prohibidos por su alto poder tóxico para las abejas.


Plantas tóxicas

Entre ellas se encuentran el tejo y el rododendro, así como las especies de la familia de las ranunculáceas. El fruto del tejo tiene un color llamativo y vistoso que atrae a las abejas y, al comerlo, se intoxican. Lo mismo ocurre con el rododendro, una planta ornamental que suele encontrarse en los jardines y que florece en verano.

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