Agente causal:
Varroa destructor Oud.: Clasificación: Phylum Arthropoda, Subphylum Chelicerata, Clase Arachnida, Subclase Acarida, Orden Gamasida, Familia Varroidae.
La varroasis es una enfermedad causada por un ácaro parásito que afecta a las abejas en todos sus estadios de desarrollo alimentándose de su hemolinfa , actualmente representa un grave problema en la apicultura mundial,
en la que provoca masivas pérdidas, ya sea por mermas en los rendimientos individuales, o por mortalidad de colmenas.
ORIGEN Y DISTRIBUCION
Varroa destructor fue descripto por OUDEMANS (1904) a partir de ejemplares encontrados en la Isla de Java sobre A.cerana. Es un ectoparásito que se alimenta de la hemolinfa de su hospedador. La hembra se encuentra sobre abejas adultas y en desarrollo, mientras que los estaseos inmaduros se localizan sobre las pupas. El macho tiene los quelíceros adaptados para transferir el esperma por lo que no puede alimentarse y después de fecundar a las hembras muere.
Varroa parasita dos especies de abejas: Apis cerana y Apis mellífera. Sobre A.cerana el ácaro no causa daños graves, fundamentalmente debido a que sólo se reproduce en celdas de cría de zángano y a un comportamiento de defensa que poseen las abejas obreras.
Por el contrario, la interacción entre Varroa destructor y A.mellifera no se encuentra en equilibrio. En esta especie el ácaro tiene la capacidad de reproducirse tanto en celdas de zángano como de obreras. La reproducción es mucho mayor y por lo tanto puede llegar a causar la muerte de las colmenas.
En 1971, apicultores de Paraguay importaron abejas desde Japón, introduciendo el parásito en América del Sur. En Argentina se detectó por primera vez en 1976 en colmenas de Laguna Blanca en la provincia de Formosa, aunque se cree que el ácaro había ingresado al país unos años antes.
En la actualidad no existen zonas libres de Varroa destructor.
ORIGEN Y DISTRIBUCION
Varroa destructor fue descripto por OUDEMANS (1904) a partir de ejemplares encontrados en la Isla de Java sobre A.cerana. Es un ectoparásito que se alimenta de la hemolinfa de su hospedador. La hembra se encuentra sobre abejas adultas y en desarrollo, mientras que los estaseos inmaduros se localizan sobre las pupas. El macho tiene los quelíceros adaptados para transferir el esperma por lo que no puede alimentarse y después de fecundar a las hembras muere.
Varroa parasita dos especies de abejas: Apis cerana y Apis mellífera. Sobre A.cerana el ácaro no causa daños graves, fundamentalmente debido a que sólo se reproduce en celdas de cría de zángano y a un comportamiento de defensa que poseen las abejas obreras.
Por el contrario, la interacción entre Varroa destructor y A.mellifera no se encuentra en equilibrio. En esta especie el ácaro tiene la capacidad de reproducirse tanto en celdas de zángano como de obreras. La reproducción es mucho mayor y por lo tanto puede llegar a causar la muerte de las colmenas.
En 1971, apicultores de Paraguay importaron abejas desde Japón, introduciendo el parásito en América del Sur. En Argentina se detectó por primera vez en 1976 en colmenas de Laguna Blanca en la provincia de Formosa, aunque se cree que el ácaro había ingresado al país unos años antes.
En la actualidad no existen zonas libres de Varroa destructor.
CARACTERISTICAS MORFOLOGICAS DE Varroa destructor.
El desarrollo ontogenético de V.destructor comprende un estaseo larval de tres pares de patas, dos estaseos ninfales de cuatro pares de patas (protoninfa y deutoninfa) y el estaseo adulto.
Macho adulto
Es translúcido, piriforme con un largo aproximado entre 750 y 900 micrones y un ancho de 700-900 micrones en su parte posterior. Es muy poco esclerotizado con excepción de sus patas que resultan más oscuras. Se localiza solamente en el interior de las celdas de cría, no se alimenta y sólo vive unos pocos días. Sus quelíceros no tienen forma de cuchillo como en las hembras, sino que son en forma de tubo y están adaptados para transferir los espermatozoides dentro de las hembras.
Hembra adulta
Son más grandes que los machos. La forma del cuerpo es elipsoidal y de coloración marron-rojizo. Los juveniles tienen una coloración menos acentuada. Su cuerpo es mas ancho que largo, con 1100 micrones de largo y 1600 micrones de ancho aproximadamente. La superficie dorsal está muy bien esclerotizada y densamente cubierta de pelos de longitud uniforme. Los márgenes laterales presentan pelos de mayor tamaño y en forma de espinas. Los quelíceros tienen forma de cuchillo y conforman una estructura particularmente adaptada para lacerar la cutícula de las abejas. Las patas terminan en ambulacros bien desarrollados, membranosos, con fuertes escleritos basales y sin uñas, perfectamente adaptados para adherirse a las abejas.
CICLO DE VIDA DE Varroa destructor.
El ciclo de vida de V.destructor se desarrolla en el interior de la colmena de abejas. Los pasos seguidos en el mismo se detallan a continuación:
• La hembra adulta del parásito abandona la abeja adulta e ingresa en las celdas de cría (tanto de zángano como de obrera) que se encuentran próximas a ser operculadas. Más de una hembra puede ingresar a la misma celda.
• Esta deposita su primer huevo aproximadamente 60 horas después que la celda ha sido operculada y a partir de entonces un huevo cada 30 horas. El primer huevo depositado en la secuencia originará un macho, mientras que los subsiguientes darán origen a hembras.
• Aparecen los distintos estaseos del ácaro: larva, protoninfa, deutoninfa y adulto. Cada sexo presenta diferentes tiempos de desarrollo. Las hembras se desarrollan más rápido, por lo que la primera hembra de la progenie, madura casi al mismo tiempo que el macho.
• Los ácaros adultos se fecundan en la misma celda que han nacido. Si sólo ha ingresado una hembra la fecundación se produce entre hermanos, pero si ingresa más de una hembra puede existir exocría.
• Cuando la obrera o zángano han completado su desarrollo, emergen de la celda de cría conjuntamente con las hembras de V.destructor que pueden recomenzar el ciclo.
• Los machos y los estaseos inmaduros que no han completado su desarrollo permanecen en la celda y mueren.
La trofolaxia y el estrecho contacto entre las abejas permiten la rápida diseminación del ácaro
Sobre las abejas se pueden observar las hembras adultas y fecundadas, dispuestas a penetrar a una celda a punto de ser operculada.
En el interior de las cedas se produce la puesta de huevos, el desarrollo de los diferentes estadíos y la fecundación.
Con la emergencia de la abeja los hembras de Varroa que han alcanzado su estadío adulto también emergen y se disponen a parasitar una nueva celda. Ante determinados niveles de infestación se presentan diferentes malformaciones en las abejas emergentes.
La trofalaxia y el estrecho contacto entre las abejas permite a los ácaros transferirse rápidamente a nuevos hospedadores. Las hembras permanecen por un período de tiempo sobre las abejas adultas e invaden las celdas de cría para recomenzar la reproducción.
Algunas hembras se localizan en foresia sobre abejas forrajeras y se dispersan a otras colmenas.
En la regulación del ritmo de crecimiento de una población de Varroa dentro de la colmena intervienen varios factores; en primer lugar se debe destacar el tipo de celda invadida por el ácaro. A diferencia de lo observado sobre su huésped original, Apis cerana, el parásito es capaz de reproducirse tanto en celdas de zánganos como de obreras. Presentan una preferencia en promedio 5 veces mayor por las celdas de machos respondiendo estos comportamientos a determinados controles hormonales. De todas maneras, la fracción de la población del ácaro que se aporta por esta vía es siempre inferior a la que representa el aporte de las celdas de obrera, dada la escasa presencia de cría de zánganos durante gran parte del año.
El éxito reproductivo de Varroa destructor depende en gran medida de la proporción de hembras no reproductoras, el número de huevos depositados y la cantidad de esos huevos que alcanzan el estadio adulto.
FORESIA
El ciclo de vida de Varroa presenta una fase forética y una fase reproductiva. La fase forética sólo es llevada a cabo por las hembras adultas, que se localizan sobre las obreras y zánganos para colonizar nuevas colmenas. Una particularidad en esta etapa es que durante su viaje forético la hembra de Varroa puede alimentarse de la hemolinfa de la abeja y vivir por varios meses. El tiempo en que el ácaro permanece en foresia sobre la abeja depende de numerosas variables, dentro de las cuales la presencia de cría y el clima presentan fundamental importancia.
La fase reproductiva puede ocurrir solamente durante el período en que existe cría de abejas en las colmenas.
La diseminación puede darse por diversos métodos, dentro de los cuales se deben mencionar:
• Por medio de los zánganos que pueden acceder libremente a las distintas colmenas.
• Por medio de las abejas forrajeras que se encuentran realizando sus tareas fuera de la colmena y a su regreso pueden ingresar en otras colmenas.
• Cuando se produce pillaje de una colmena a otra. Las colmenas pilladas son las más débiles y por lo general las más afectadas por los parásitos. Así, las abejas que ingresan a una colmena debil a realizar pillaje pueden al salir llevar consigo parásitos a sus propias colmenas.
• Por causa de enjambres silvestres que se encuentran cerca del apiario e incluso por la captura de enjambres por el propio apicultor.
• Por el manejo del apicultor con el traslado de nucleos de un apiario a otro o con el intercambio de cuadros de cría entre colmenas
DAÑOS PRODUCIDOS SOBRE Apis mellifera
V.destructor ocasiona sobre sus hospedadores diversos tipos de alteraciones que pueden agruparse en dos categorías: de acción directa o indirecta.
Acción directa:
Cuando la prevalencia del ácaro en la colmena es alta, las abejas parasitadas al emerger de las celdas de cría presentan diversos tipos de malformaciones. Las mas comunes se presentan en las alas, patas (donde generalmente disminuyen el número de artejos) y abdomen. Otro de los efectos perjudiciales ocasionados por el parásito es una disminución en la vida media de los hospedadores.
Acción indirecta:
Las alteraciones que V.destructor puede ocasionar en forma indirecta estan ligadas fundamentalmente a la acción inoculativa de diversos tipos de microorganísmos. Se ha comprobado que el ácaro es capaz de inocular bacterias y diversos tipos de virus. Existen evidencias de que V.destructor crea dentro de una colmena las condiciones ideales para el desarrollo del hongo patógeno Ascosphaera apis. Más recientemente, se ha observado que el ácaro es capaz de transportar sobre su cutícula esporas de Paenibacillus larvae, agente causal de la loque americana.
Los signos clínicos pueden presentarse como una disminución en la producción de la colmena, muchas veces inadvertida por el productor, o bien en los casos de infecciones severas puede acarrear a la muerte de la colonia.
La parasitosis disminuye la longevidad de obreras y reinas, afectando su postura; los zánganos reducen y hasta pierden su capacidad reproductiva.
Las pupas muertas pueden alcanzar diferentes grados de putrefacción, desprendiendo un olor nauseabundo.
La presencia del parásito provoca en las abejas una actividad más intensa, ya que las mismas tratan de desprenderse de los ácaros. En invierno en caso de infecciones medias y fuertes, son incapaces de formar el bolo invernal y mueren.
CONSECUENCIAS PRIMARIAS DE LA PARASITOSIS
• Notable merma en la producción individual de colmenas
• Muerte de colonias
• Importantes pérdidas a nivel nacional e internacional
• Peligro de contaminación de miel con residuos de ante el uso indiscriminado de productos químicos
• Posible aparición de resistencia al fluvalinato, ya presente en otros países como Italia.
• Transmisión de otros agentes patógenos en los que Varroa representa un huésped intermediario.
DIAGNOSTICO:
METODOS DE DETECCION
A simple vista, según el grado de infestación pueden observarse los ácaros sobre las abejas adultas, zánganos u obreras.
Cuando no existe ninguna referencia sobre el apiario que se quiere revisar, se debe focalizar la atención en las celdas de zángano, dado que Varroa tiene preferencia por este tipo de celdas. Se toma un objeto cortante (puede ser un bisturí, aguja, etc.) con el cual se desoperculan las celdas y se observa detenidamente. Si el ácaro está presente se ve adherido a los cuerpos de las larvas o pupas y contrasta sobre el color perla de la cría por su color marrón rojizo. También se debe examinar el interior de las celdas, ya que el ácaro podría encontrarse sobre el fondo y paredes de las mismas y no adherido a la cría. Para ello es conveniente utilizar una linterna o colocar el cuadro de cría bajo una luz fuerte.
Diagnóstico en cría:
Debido a su distribución sobre el panal de cría, a fin de obtener datos más precisos se hace necesario desopercular entre 50 y 100 celdas determinadas en forma de cruz sobre la cara del panal y se procede a la observación cuidadosa tanto de la cría como del fondo y paredes de las celdas. Los ácaros adultos (color marrón rojizo) y formas inmaduras (color blanco perlaceo) se observarán a simple vista.
Para cuantificar el porcentaje de infestación se determina:
• Número de celdas examinadas (totales)
• Número de celdas con ácaros (parasitadas)
• Divida el número de celdas parasitadas por el número de celdas totales y multiplique por 100.
Como los valores de prevalencia fluctúan considerablemente a lo largo del año, es recomendable orientarse a fin de tomar la decisión de utilizar algún tipo de control y con ayuda de extensionistas o personal especializado escoger el método y la estrategia más conveniente.
Diagnóstico en abejas adultas:
También se puede detectar la presencia de Varroa sobre las abejas adultas. Para ello se deben "cepillar" como mínimo 200 abejas (con cuidado de no incluír a la reina) dentro de un recipiente con agua y detergente y agitarlo fuertemente durante unos minutos. Posteriormente se vacía el contenido del recipiente a través de una malla que retenga las abejas y deje pasar los ácaros y se examina la muestra para cuantificar el número de parásitos.
Para cuantificar el porcentaje de infestación se determina:
• Número de ácaros presentes
• Número de abejas en la muestra
• Divida el número de ácaros encontrados por el número de abejas adultas y multiplique por 100.
Para obtener una mejor referencia sobre el grado de infestación, es conveniente realizar tanto el muestreo sobre las celdas de cría como sobre las abejas adultas para cada colmena elegida. Así, se tendrá una idea más certera sobre la proporción de parásitos presentes en el apiario.
Importancia de un diagnóstico precoz
Como se mencionó anteriormente, un signo de la enfermedad es la aparición en la colmena de abejas deformes con alas defectuosas, abdómenes o patas cortas. Sin embargo estos síntomas tardan en aparecer y se manifiestan ante un avance importante de la enfermedad, momento en el cual ya se han producido serias pérdidas.
Por lo tanto reviste suma importancia el diagnóstico precoz de la parasitosis, a fin de adecuar los tratamientos y el manejo al sistema de producción en si.
La magnitud del alcance de la enfermedad dependerá principalmente de las condiciones ecológicas de cada región y de la movilización de colmenas por diferentes zonas, que varían por lo general, adelantando la proliferación del ácaro.
La siguiente estrategia consiste en aplicar una serie de tratamientos que consideramos indispensables y se basa en cuatro pilares fundamentales necesarios para asegurar el éxito de la misma:
1. La rotación de acaricidas;
2. La suspensión por dos años de los piretroides;
3. El aumento en la utilización de acaricidas orgánicos;
4. La evaluación del grado de infestación antes y después de aplicado el tratamiento.
Los pilares de la estrategia
Interrupción del control con Piretroides
Se recomienda la suspensión durante al menos dos años del uso de piretroides para el control de Varroa. Esta medida es tomada para evitar o disminuir el fenómeno de la resistencia a los piretroides y volver a utilizarlos dentro de dos temporadas.
Los piretroides en cuestión son:
• Flumetrina
• Fluvalinato
• Acrinatrina
• Pirmetrina
Es posible que en varias zonas del país, los piretroides aún mantengan o hayan disminuido muy poco la eficacia que presentaron en un principio. Pero en varias regiones esa eficacia se ha perdido gracias al desarrollo de resistencia por parte de los ácaros. Es por ello que se debería suspender su uso en todo el territorio nacional durante al menos dos años para eliminar las descendencias de varroas resistentes y poder reutilizarlos luego, con éxito. Si se lo se deja de usar en algunas regiones no pasará mucho tiempo hasta que las poblaciones resistentes en las que se siguió utilizando lleguen a esos lugares tornando inútil el tiempo esperado.
Rotación de los principios activos
Es indispensable para evitar el fenómeno de la resistencia a los acaricidas utilizados actualmente, la rotación obligatoria de los productos. Para lo cual Ud. debe saber:
1. El nombre y la dosis del activo con el que se elabora el acaricida adquirido.
2. La fecha de vencimiento de las drogas
A modo de ejemplo: Si Ud. curó en el otoño con Amitraz, en primavera lo debe hacer con algún ácido orgánico.
Aunque los acaricidas orgánicos por definición no producen resistencia, no es aconsejable utilizar siempre el mismo acaricida orgánico, a fin de evitar mecanismos comportamentales de Varroa, que disminuyan la eficacia de los acaricidas.
Evitar los residuos
Para evitar los residuos en mieles es indispensable conocer el momento de aplicación de cada una de las drogas a utilizar.
Drogas como cimiazol o Amitraz, deben administrarse básicamente en otoño, luego de la última cosecha.
En primavera es aconsejable utilizar acaricidas orgánicos (Oxálico, fórmico, timol, rotenona).
Tenga en cuenta que los acaricidas deben dejar de aplicarse al menos ocho semanas antes de la mielada. Utilice las dosis recomendadas y en la forma de aplicación que fueron estudiadas. En general para disminuir las visitas a los apiarios se varían las formas de aplicación generando problemas colaterales como residuos o mayor nocividad para las abejas, disminuyendo a la vez la eficacia.
Evaluación del nivel de infestación
En muchos casos, una vez realizados los tratamientos muchos apicultores esperan hasta las próximas revisaciones para ver el estado de las colmenas.
Por ser la varroasis una de las principales causas de pérdidas de colmenas, es básico conocer cómo funcionó el acaricida que empleamos, ya que por cambios en el clima, alto nivel de infestación, apiarios cercanos sin tratar, principios activos sin la eficacia suficiente o mal administrados, podemos mantener una alta carga de ácaros en el apiario tratado.
Para realizar los diagnósticos pre y pos tratamiento podemos utilizar el método De Jong modificado por Marcangeli, que consiste en recolectar con un frasco una muestra de 200 a 300 abejas tomadas de ambas caras de tres cuadros de cría de cada colmena.
Para hacer un análisis correcto debemos muestrear por lo menos un 20% de las colmenas del apiario.
Una vez obtenida la muestra le agregamos agua, un poco de detergente y un chorrito de alcohol para evitar la formación de mucha espuma.
Luego batimos bien y colamos el contenido sobre un tamiz o trapo blanco y contamos las abejas y los ácaros.
La cantidad de varroas multiplicado por cien y dividido por el número de abejas nos dará el porcentaje de infestación.
Luego del tratamiento, este porcentaje no debería ser mayor al 3 por ciento.
Tratamiento zonal coordinado
Como quinto pilar se puede considerar a la coordinación zonal entre apicultores para la realización de tratamientos simultáneos en todos los apiarios. De esta manera se evita la reinfestación a través de los apiarios cercanos.
Conéctese con la Asociación, Centro, Sociedad o Cooperativa Apícola de su zona para comenzar a coordinar los tratamientos en cuanto a fechas y productos a utilizar.
Plan de Curas
El plan consiste en varios (dos o tres) tratamientos indispensables durante el primer año y una evaluación del éxito a fin de temporada y la elaboración del plan para el segundo año. La cantidad de tratamientos variará según el ciclo que tenga cada grupo de colmenas y en las zonas donde se desarrollen.
A. En las zonas con inviernos rigurosos, en donde la primavera comienza tarde y no hay desarrollo de cría durante el invierno, son aconsejables dos tratamientos.
1. Primaveral tardío – cuando empiece a desarrollarse la cría pero no se ha extendido totalmente- que atacará los ácaros en estado forético, con un acaricida orgánico o de baja residualidad.
2. Principios de otoño – cuando se termina la cosecha y empieza a disminuir el nido de cría.
En estas zonas se trata aproximadamente cada seis meses.
B. En las zonas con inviernos no tan rigurosos, o en el caso de la trashumancia, es aconsejable hacer tres tratamientos.
Los tratamientos indispensables para el primer año se realizarán en las siguientes fechas:
1. Principios de primavera: consistirá en un tratamiento de las colmenas cuando el nido de cría empieza a expandirse. Atacará básicamente a los ácaros en estado forético. (desde mediados de Agosto hasta fines de Septiembre).
2. Un tratamiento de Verano, al finalizar la cosecha, con acaricidas que puedan actuar sobre los ácaros en estado forético y a la salida de su periodo reproductivo (durante la segunda quincena de febrero).
3. Un tratamiento de otoño, aplicado cuando el nido de cría se halla reducido en forma importante y los ácaros se hallen en su totalidad en estado forético (sobre las abejas).
En estos casos es importante desarrollar a la vez técnicas de manejo que disminuyan el número total de ácaros, como ser, la formación de núcleos con mayor cantidad de cría operculada y, realizar un tratamiento luego de quince días de formados ya que antes que comience la postura de la nueva reina siempre existirá un período en donde todas las varroas estén sobre las abejas.
Lista de acaricidas a utilizar en cada uno de los momentos
1) Agosto septiembre:
a. Oxálico
b. Fórmico
c. Rotenona
d. Timol
2) Febrero Marzo
a. Fórmico.
b. Amitraz.
3) Abril Mayo
a. Timol
b. Oxálico.
c. Amitraz.
d. Cimiazol
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